{"id":1004,"date":"2019-05-10T12:48:50","date_gmt":"2019-05-10T12:48:50","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=1004"},"modified":"2019-05-10T12:48:51","modified_gmt":"2019-05-10T12:48:51","slug":"un-tren-a-burdeos-marguerite-duras","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/un-tren-a-burdeos-marguerite-duras\/","title":{"rendered":"Un tren a Burdeos – Marguerite Duras"},"content":{"rendered":"
Una vez tuve diecis\u00e9is a\u00f1os. A esa edad todav\u00eda ten\u00eda aspecto de ni\u00f1a. Era al volver de Saig\u00f3n, despu\u00e9s del amante chino, en un tren nocturno, el tren de Burdeos, hacia 1930. Yo estaba all\u00ed con mi familia, mis dos hermanos y mi madre. Creo que hab\u00eda dos o tres personas m\u00e1s en el vag\u00f3n de tercera clase con ocho asientos, y tambi\u00e9n hab\u00eda un hombre joven enfrente m\u00edo que me miraba. Deb\u00eda de tener treinta a\u00f1os. Deb\u00eda de ser verano. Yo siempre llevaba estos vestidos claros de las colonias y los pies desnudos en unas sandalias. No ten\u00eda sue\u00f1o. Este hombre me hac\u00eda preguntas sobre mi familia, y yo le contaba c\u00f3mo se viv\u00eda en las colonias, las lluvias, el calor, las verandas, la diferencia con Francia, las caminatas por los bosques, y el bachillerato que iba a pasar aquel a\u00f1o, cosas as\u00ed, de conversaci\u00f3n habitual en un tren, cuando uno desembucha toda su historia y la de su familia. Y luego, de golpe, nos dimos cuenta de que todo el mundo dorm\u00eda. Mi madre y mis hermanos se hab\u00edan dormido muy deprisa tras salir de Burdeos. Yo hablaba bajo para no despertarlos. Si me hubieran o\u00eddo contar las historias de la familia, me habr\u00edan prohibido hacerlo con gritos, amenazas y chillidos. Hablar as\u00ed bajo, con el hombre a solas, hab\u00eda adormecido a los otros tres o cuatro pasajeros del vag\u00f3n. Con lo cual este hombre y yo \u00e9ramos los \u00fanicos que qued\u00e1bamos despiertos, y de ese modo empez\u00f3 todo en el mismo momento, exacta y brutalmente de una sola mirada. En aquella \u00e9poca, no se dec\u00eda nada de estas cosas, sobre todo en tales circunstancias. De repente, no pudimos hablarnos m\u00e1s. No pudimos, tampoco, mirarnos m\u00e1s, nos quedamos sin fuerzas, fulminados. Soy yo la que dije que deb\u00edamos dormir para no estar demasiado cansados a la ma\u00f1ana siguiente, al llegar a Par\u00eds. \u00c9l estaba junto a la puerta, apag\u00f3 la luz. Entre \u00e9l y yo hab\u00eda un asiento vac\u00edo. Me estir\u00e9 sobre la banqueta, dobl\u00e9 las piernas y cerr\u00e9 los ojos. O\u00ed que abr\u00edan la puerta, sali\u00f3 y volvi\u00f3 con una manta de tren que extendi\u00f3 encima m\u00edo. Abr\u00ed los ojos para sonre\u00edrle y darle las gracias. \u00c9l dijo: \u201cPor la noche, en los trenes, apagan la calefacci\u00f3n y de madrugada hace fr\u00edo\u201d. Me qued\u00e9 dormida. Me despert\u00e9 por su mano dulce y c\u00e1lida sobre mis piernas, las estiraba muy lentamente y trataba de subir hacia mi cuerpo. Abr\u00ed los ojos apenas. Vi que miraba a la gente del vag\u00f3n, que la vigilaba, que ten\u00eda miedo. En un movimiento muy lento, avanc\u00e9 mi cuerpo hacia \u00e9l. Puse mis pies contra \u00e9l. Se los di. \u00c9l los cogi\u00f3. Con los ojos cerrados segu\u00eda todos sus movimientos. Al principio eran lentos, luego empezaron a ser cada vez m\u00e1s retardados, contenidos hasta el final, el abandono al goce, tan dif\u00edcil de soportar como si hubiera gritado.<\/p>\n<\/div>\n
Hubo un largo momento en que no ocurri\u00f3 nada, salvo el ruido del tren. Se puso a ir m\u00e1s deprisa y el ruido se hizo ensordecedor. Luego, de nuevo, result\u00f3 soportable. Su mano lleg\u00f3 sobre m\u00ed. Era salvaje, estaba todav\u00eda caliente, ten\u00eda miedo. La guard\u00e9 en la m\u00eda. Luego la solt\u00e9, y la dej\u00e9 hacer.<\/p>\n
El ruido del tren volvi\u00f3. La mano se retir\u00f3, se qued\u00f3 lejos de m\u00ed durante un largo rato, ya no me acuerdo, deb\u00ed caer dormida.<\/p>\n
Volvi\u00f3.<\/p>\n
Acaricia el cuerpo entero y luego acaricia los senos, el vientre, las caderas, en una especie de humor, de dulzura a veces exasperada por el deseo que vuelve. Se detiene a saltos. Est\u00e1 sobre el sexo, temblorosa, dispuesta a morder, ardiente de nuevo. Y luego se va. Razona, sienta la cabeza, se pone amable para decir adi\u00f3s a la ni\u00f1a. Alrededor de la mano, el ruido del tren. Alrededor del tren, la noche. El silencio de los pasillos en el ruido del tren. Las paradas que despiertan. Baj\u00f3 durante la noche. En Par\u00eds, cuando abr\u00ed los ojos, su asiento estaba vac\u00edo.<\/p>\n
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