{"id":1040,"date":"2019-05-22T14:29:28","date_gmt":"2019-05-22T14:29:28","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=1040"},"modified":"2019-05-22T14:29:28","modified_gmt":"2019-05-22T14:29:28","slug":"hernan-abelardo-castillo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/hernan-abelardo-castillo\/","title":{"rendered":"Hern\u00e1n – Abelardo Castillo"},"content":{"rendered":"
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Lo sab\u00edas.<\/p>\n

Hern\u00e1n<\/span><\/p>\n

Me atrevo a contarlo ahora porque ha pasado el tiempo y porque Hern\u00e1n, lo s\u00e9, aunque haya hecho muchas cosas repulsivas en su vida, nunca podr\u00e1 olvidarse de ella: la rid\u00edcula se\u00f1orita Eugenia, que un d\u00eda, con la mano en el pecho, abri\u00f3 grandes los ojos y sali\u00f3 de clase llev\u00e1ndose para siempre su figura lamentable de profesora de literatura que recitaba largamente a B\u00e9cquer y, turbada, omit\u00eda ciertos p\u00e1rrafos de los cl\u00e1sicos y en los \u00faltimos tiempos miraba de soslayo a Hern\u00e1n. Quiero contarlo ahora, de pronto me dio miedo olvidar esta historia. Pero si yo la olvido nadie podr\u00e1 recordarla, y es necesario que alguien la recuerde, Hern\u00e1n, que entre el mont\u00f3n de porquer\u00edas hechas en tu vida haya siempre un sitio para \u00e9sta de hace mucho, de cuando ten\u00edas dieciocho a\u00f1os y eras el alumno m\u00e1s brillante de tu divisi\u00f3n, el que pod\u00eda demostrar el Teorema de Pit\u00e1goras sin haber mirado el libro o ridiculizar a los pobres diablos como el se\u00f1or Teodoro o hacerle una canallada brutal a la se\u00f1orita Eugenia que guardaba violetas aplastadas en las p\u00e1ginas de Rimas y leyendas y ol\u00eda a alcanfor.<\/p>\n

Ella lleg\u00f3 al Colegio Nacional en el \u00faltimo a\u00f1o de mi bachillerato. Entr\u00f3 a clase y desde el principio advertimos aquella cosa extravagante, equ\u00edvoca, que parec\u00eda trascender de sus maneras, de su voz, lo mismo que ese tenue aroma a laurel cuyo origen, f\u00e1cil de adivinar, era una bolsita colgada sobre su pecho de se\u00f1orita Eugenia, bajo la blusa. Ella entr\u00f3 en el aula tratando de ocultar, con ademanes extra\u00f1os, la impresi\u00f3n que le caus\u00e1bamos, cuarenta muchachones r\u00edgidos, burlonamente r\u00edgidos junto a los bancos, y cualquiera de los cuarenta deb\u00eda mirar a la altura del hombro para encontrar sus ojos de animalito espantado. Habl\u00f3. Dijo algo acerca de que buscaba ser una amiga para nosotros, una amiga mayor, y que la llam\u00e1ramos se\u00f1orita Eugenia, simplemente. Alguien, entonces, en voz alta \u2013lo bastante alta como para que ella bajara los ojos, con un gesto que despu\u00e9s me dio l\u00e1stima\u2013, se asombr\u00f3 mucho de que todav\u00eda fuera se\u00f1orita, yo me asombr\u00e9 mucho de que todav\u00eda fuera se\u00f1orita y los dem\u00e1s rieron, y ella, arreglando nerviosamente los pliegues de su pollera, fue hacia el escritorio. Al levantar los ojos se encontr\u00f3 con todos parados, mir\u00e1ndola. No atin\u00f3 sino a parpadear y a juntar las manos, como quien espera que le expliquen algo, y cuando torpemente crey\u00f3 que deb\u00eda insinuarnos \u201cpueden sentarse\u201d, nosotros ya est\u00e1bamos sentados y ella repar\u00f3 por primera vez en Hern\u00e1n. \u00c9l se hab\u00eda quedado de pie, tieso, se hab\u00eda quedado de pie \u00e9l solo. Y en medio del silencio de la clase, dijo:<\/p>\n

\u2013Yo \u2013dijo pausadamente\u2013 soy Hern\u00e1n.<\/p>\n

Esto fue el primer d\u00eda. Despu\u00e9s pasaron muchos d\u00edas, y no s\u00e9, no recuerdo c\u00f3mo hizo \u00e9l para darse cuenta: acaso fue por aquellas miradas furtivas que, al llegar a ciertos p\u00e1rrafos de los cl\u00e1sicos, la se\u00f1orita Eugenia dirig\u00eda hacia su banco, o acaso fue otra cosa. De todos modos, cuando se lo dijeron ya lo sab\u00eda. \u201cMe parece que la vieja\u2026\u201d, le dijeron, y Hern\u00e1n debi\u00f3 fingir un asombro que jam\u00e1s sinti\u00f3, puesto que \u00e9l lo hab\u00eda adivinado desde el comienzo, desde que la vio entrar con sus maneras de p\u00e1jaro y su cara triste de mujer sola; porque Hern\u00e1n sab\u00eda que ella se inquietaba cuando \u00e9l, acerc\u00e1ndose sin motivo, recitaba la lecci\u00f3n en voz baja, \u00edntima, como si la recitara para ella.<\/p>\n

\u2013Este Hern\u00e1n es un degenerado.<\/p>\n

Te admiraban, Hern\u00e1n.<\/p>\n

\u2013Pobre vieja, te fijaste: ahora se le da por pintarse.<\/p>\n

Porque, de pronto, la se\u00f1orita Eugenia que le\u00eda a B\u00e9cquer empez\u00f3 a pintarse absurdamente los ojos, de un color azulado, y la boca, de pronto comenz\u00f3 a decir cosas incre\u00edbles, cosas vulgares y tremendas acerca de la edad, la edad que cada uno tiene, la de su esp\u00edritu, y que ella en el fondo era mucho m\u00e1s juvenil que esas muchachas que andan por ah\u00ed, tontamente, con la cabeza loca y lo que es peor \u2013esto lo dijo mirando a Hern\u00e1n de un modo tan extra\u00f1o que me dio asco\u2013, lo que es peor, con el coraz\u00f3n vac\u00edo.<\/p>\n

\u2013A que s\u00ed.<\/p>\n

Ya no recuerdo con qui\u00e9n fue la apuesta, recuerdo en cambio que pocos d\u00edas antes del 21 de septiembre surgi\u00f3, repentina y gratuita, como un lampar\u00f3n de crueldad. Y fue aceptada de inmediato, en medio de ese regocijo feroz de los que necesitan embrutecer sus sentimientos a cualquier costo porque despu\u00e9s, m\u00e1s adelante, est\u00e1 la vida, que selecciona s\u00f3lo a los m\u00e1s aptos, a los m\u00e1s fuertes, a los tipos como \u00e9l, como Hern\u00e1n, aquel Hern\u00e1n brillante de dieciocho a\u00f1os que pod\u00eda demostrar teoremas sin mirar el libro o componer estrofas a la manera de Asunci\u00f3n Silva o apostar que s\u00ed, que se atrever\u00eda \u2013como realmente se atrevi\u00f3 la tarde en que, apretando como un trofeo aquella cosa, esa especie de escapulario entre los dedos, pas\u00f3 delante de todos y fue lentamente hacia el pizarr\u00f3n\u2013, porque los que son como vos, Hern\u00e1n, nacieron para da\u00f1ar a los otros, a los que son como la se\u00f1orita Eugenia.<\/p>\n

\u2013A que no.<\/p>\n

\u2013Qu\u00e9 apostamos \u2013dijo Hern\u00e1n, y asegur\u00f3 que pasar\u00eda delante de todos, de los cuarenta, e ir\u00eda, lentamente, hacia el pizarr\u00f3n\u2013. Para que aprenda a no ser vieja loca \u2013dijo.<\/p>\n

Pero antes de la apuesta hab\u00edan pasado muchas cosas, y yo ahora necesito recordarlas para que Hern\u00e1n no las olvide. Hubo, por ejemplo, lo de las cartas. Siempre supo escribir bien. Desde primer a\u00f1o hab\u00eda venido siendo una suerte de F\u00e9nix escolar, f\u00e1cil, capaz de hacer versos o acumular hip\u00e9rboles deslumbradoras en un escrito de Historia. Pero aquella primera carta (a la que seguir\u00edan otras, ambiguas al principio, luego m\u00e1s precisas, exigentes, hasta que una tarde en el libro que te alcanz\u00f3 la se\u00f1orita Eugenia apareci\u00f3 por fin la primera respuesta, escrita con su letra peque\u00f1a, redonda, adornada con estrafalarias colitas y c\u00edrculos sobre la i) fue una obra maestra de maldad. Yo s\u00e9 de qu\u00e9 modo, Hern\u00e1n, con qu\u00e9 prolijo ensa\u00f1amiento escribiste durante toda una noche aquella primera carta, que yo mismo dej\u00e9 entre las p\u00e1ginas de las Lecciones de Literatura Americana un segundo antes de que el inequ\u00edvoco perfume entrase en el aula, ese vaho a laurel cuyo origen era una bolsita blanca, de alcanfor, colgada al cuello de la se\u00f1orita Eugenia, junto al crucifijo con el que s\u00f3lo una vez tropezaron unos dedos que no fuesen los de ella.<\/p>\n

No respir\u00e1bamos. Hern\u00e1n ten\u00eda miedo ahora, lo s\u00e9, y hasta trat\u00f3 de que ella no tomase el libro. La mujer, extra\u00f1ada, levant\u00f3 el papel que hab\u00eda ca\u00eddo sobre el escritorio, un papel que comenzaba por favor, lea usted esto, y despu\u00e9s de unos segundos se llev\u00f3 temblando la mano a la cara; pero en los d\u00edas que siguieron, cuando encontraba sobre el escritorio los papeles doblados en cuatro pliegues, ya no se turbaba, y entonces empez\u00f3 a decir aquellas insensateces vulgares acerca de la edad, y del amor, hasta que el propio Hern\u00e1n se asust\u00f3 un poco. S\u00ed, porque al principio fue como un juego, tortuoso, procaz, pero en alg\u00fan momento todo se volvi\u00f3 real y, una tarde, estaba hecha la apuesta:<\/p>\n

\u2013Delante de todos, en el pizarr\u00f3n \u2013dijo Hern\u00e1n.<\/p>\n

El D\u00eda de los Estudiantes, en el Club N\u00e1utico, todos pudieron verlo bailando con la se\u00f1orita Eugenia. Ella lo miraba. Lo miraba de tal manera que Hern\u00e1n, aunque por encima de su hombro hizo una mueca significativa a los otros, se sinti\u00f3 molesto. Tuvo el presentimiento de que todo pod\u00eda complicarse o, acaso, al o\u00edr que ella hablaba de las cosas imposibles (\u201chay cosas imposibles, Hern\u00e1n, usted es tan joven que no se da cuenta\u201d) pens\u00f3 que se despreciaba. Pero ese d\u00eda la apuesta hab\u00eda sido aceptada y uno no pod\u00eda echarse atr\u00e1s, aunque tuviera que hacerle una canallada brutal a la se\u00f1orita Eugenia, que aquella tarde llevaba puesto un inaudito vestido, un jumper, sobre su blusa infaltable de seda blanca. Por eso, sin pensarlo m\u00e1s, \u00e9l la invit\u00f3 a dar un paseo por los astilleros, y los otros, code\u00e1ndose, vieron c\u00f3mo la infeliz aquella sal\u00eda disimuladamente, seguida por su rid\u00edculo perfume a alcanfor y seguida por m\u00ed, que antes de salir le dije a alguno:<\/p>\n

\u2013Pr\u00e9stame las llaves del coche.<\/p>\n

Y me fueron prestadas, con sonrisa c\u00f3mplice, y cuando yo estaba saliendo, con el est\u00f3mago revuelto, o\u00ed que alguien pronunciaba mi nombre:<\/p>\n

\u2013Hern\u00e1n.<\/p>\n

\u2013Qu\u00e9 quieren \u2013pregunt\u00e9.<\/p>\n

Y me dijeron la apuesta, ojo con la apuesta, y yo dije que s\u00ed, que me acordaba. Como me acuerdo de todo lo que ocurri\u00f3 esa tarde, en los galpones, contra un casco a medio calafatear, y de todo lo que ocurri\u00f3 al otro d\u00eda, en el Nacional, cuando ante la admirada perplejidad de cuarenta muchachones yo camin\u00e9 lentamente hacia el pizarr\u00f3n apretando entre los dedos esa cosa, esa especie de escapulario, como un trofeo. Y me acuerdo de la mirada de la se\u00f1orita Eugenia al entrar en la clase, de sus ojos pintados rid\u00edculamente de azul que se abrieron espantados, dolorosos, como de loca, y se clavaron en m\u00ed sin comprender, porque ah\u00ed, en la pizarra, hab\u00eda quedado colgada, balance\u00e1ndose todav\u00eda, una bolsita blanca de alcanfor.<\/p>\n

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Lo sab\u00edas. Hern\u00e1n Me atrevo a contarlo ahora porque ha pasado el tiempo y porque Hern\u00e1n, lo s\u00e9, aunque haya hecho muchas cosas repulsivas en su vida, nunca podr\u00e1 olvidarse de ella: la rid\u00edcula se\u00f1orita Eugenia, que un d\u00eda, con la mano en el pecho, abri\u00f3 grandes los ojos y sali\u00f3 de clase llev\u00e1ndose para […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":1041,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[10,19],"tags":[],"class_list":{"0":"post-1040","1":"post","2":"type-post","3":"status-publish","4":"format-standard","5":"has-post-thumbnail","7":"category-cuentos-cortos","8":"category-los-mejores-cuentos-clasicos","9":"czr-hentry"},"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1040","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=1040"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1040\/revisions"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/1041"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=1040"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=1040"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=1040"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}