{"id":1054,"date":"2019-05-27T14:26:27","date_gmt":"2019-05-27T14:26:27","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=1054"},"modified":"2019-05-27T14:26:27","modified_gmt":"2019-05-27T14:26:27","slug":"en-el-banco-ingles","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/en-el-banco-ingles\/","title":{"rendered":"En el Banco Ingl\u00e9s"},"content":{"rendered":"

\u201c El Banco tiene un per\u00edmetro de unos 79 kil\u00f3metros encerrado en un \u00e1rea de m\u00e1s de 17.000 hect\u00e1reas en que el promedio de su sonda es de alrededor de cinco metros y este considerable espacio representa algo as\u00ed como las tres cuartas partes del departamento de Montevideo\u201d<\/em><\/p>\n

Bertochi Moran<\/p>\n

\u00a0<\/span> \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u201cBanco Ingles\u201d<\/p>\n

\u201c En sus sorpresivas bajantes el mar desaparece y se transforma en una llanura arenosa. Muchos marinos confundidos por el fen\u00f3meno perdieron la vida al descender confiadamente al limo traicionero donde su embarcaci\u00f3n ha quedado atrapada\u201d<\/em><\/p>\n

Marcos Sarrastea.<\/p>\n

\u201cHistorias del Banco Ingl\u00e9s\u201d<\/p>\n

La historia me la cont\u00f3 un tripulante del Zapican, un remolcador de altura de la Administraci\u00f3n Nacional de Puertos, y yo se la cre\u00ed. Fue en el club Pescadores de Montevideo hace un mont\u00f3n de a\u00f1os. Por entonces yo ten\u00eda cincuenta y dos y el hombre pasaba holgadamente los ochenta.
\nEst\u00e1bamos al final del asado de los viernes, pescadores, socios, amigos e invitados ocasionales, bastante espec\u00edficos, sol\u00edan acompa\u00f1arnos.
\n\u201cEl ronco\u201d- tal el apodo con que Juan, el socio m\u00e1s viejo del club, reconoc\u00eda a qui\u00e9n ahora ten\u00eda a mi frente.
\nOcup\u00e1bamos una mesa algo alejada del moderado bullicio de quienes jugaban al truco.
\n\u00c9ramos cinco \u201cveteranos\u201d del que yo resultaba el m\u00e1s joven. An\u00edbal y Esteban me segu\u00edan con su generosos setenta y pico.
\nEl vino, a esa hora de la noche, divid\u00eda a los contertulios. Despertaba algarab\u00eda en unos y una leve y amable melancol\u00eda en otros.
\nHabl\u00e1bamos de barcos y naufragios. Frente a \u201cel ronco\u201d reconoc\u00edamos nuestro car\u00e1cter de marineros de agua dulce y guard\u00e1bamos pudorosos nuestras sencillas y siempre exageradas experiencias.
\n– Cont\u00e1les lo del Banco Ingl\u00e9s, Ronco- terci\u00f3 Juan- mientras completaba su vaso y el suyo propio con el recio tintillo.
\nPor alguna raz\u00f3n se me ocurri\u00f3 pensar que no lo har\u00eda. Acaso por el silencio inc\u00f3modo que se produjo al no responder a la solicitud de su amigo.
\nLentamente llev\u00f3 su vaso a la boca y lo vaci\u00f3 de un trago. Despu\u00e9s, con la misma parsimonia, empez\u00f3 a contar.
\nLa cosa empez\u00f3 un domingo de ma\u00f1ana en el Muelle M\u00e1ntaras, la gente lo conoc\u00eda como el cementerio de barcos- aclar\u00f3- y all\u00ed estaba fondeado el Zapic\u00e1n desde hac\u00eda un par de meses por una \u201crevisada\u201d de m\u00e1quinas que result\u00f3 m\u00e1s complicada de lo que cre\u00edamos.
\nFinalmente el s\u00e1bado qued\u00f3 pronto. Solo faltaba una navegaci\u00f3n de prueba que el Patr\u00f3n, Don Amilcar, decidi\u00f3 fuera el domingo.
\nComo el Zapic\u00e1n estaba\u201d liviano\u201d y la vuelta corta, solamente ser\u00edamos tres a bordo. Amilcar,
\nMasullo, que era ingeniero de m\u00e1quinas, y yo, que era el m\u00e1s viejo y el que m\u00e1s tiempo hab\u00eda navegado en el \u201cZapi\u201d.
\nA punto de soltar amarras apareci\u00f3 el Cholito en el borde del muelle.
\n– \u00bf El Cholito?- pregunt\u00e9 yo e inmediatamente me arrepent\u00ed de haber interrumpido su relato.
\nEl me mir\u00f3 pensativo, como recordando y despu\u00e9s, con esa misma expresi\u00f3n me respondi\u00f3-\u00bf O se pregunt\u00f3 a si mismo?- con voz aguardentosa.
\n– \u00bf El Cholito?…si\u2026si\u2026el Cholito\u2026 ven\u00eda siempre, y nos quedaba mirando hasta que zarp\u00e1bamos. Ya no nos ped\u00eda que lo llev\u00e1ramos, le hab\u00edamos dicho que estaba prohibido un mont\u00f3n de veces. \u00bfY porqu\u00e9 le dije esa vez si quer\u00eda dar una vuelta? Acaso por l\u00e1stima de verlo siempre solo. Tendr\u00eda entre quince y\u2026menos de dieciocho\u2026para peor era menor. Oscurito y flaco siempre andaba con una pelota de goma vieja dando vueltas por el muelle. Se ve\u00eda que su familia no se preocupaba mucho por \u00e9l. Si es que la ten\u00eda.
\nDon Amilcar puso cara de sorpresa pero no me dijo nada. Era menor que yo y a pesar de ser el patr\u00f3n me respetaba mucho. Masullo , mucho m\u00e1s joven, no me dio tiempo de arrepentirme.
\n-\u00a1 Dale Cholito!- le grit\u00f3 entusiasmado-\u00a1 Subite que nos vamos!- y lo recibi\u00f3 ofreci\u00e9ndole una bolsa llena de pan con grasa.
\nSoltamos amarras y dejamos el muelle lenta y silenciosamente. Apenas los golpes amortiguados del motor que Masullo controlaba atentamente.
\nEl Zapic\u00e1n se deslizaba poderosamente contenido entre viejos barcos a medio desguazar, barcazas de otro siglo y un viejo hidroavi\u00f3n de CAUSA hundido a medias y que ya no volver\u00eda a volar.
\nEntre silencios que nadie interrump\u00eda, el ronco levantaba el vaso que Juan le ofrec\u00eda.
\nPor un instante, observando su miradas, tuve la sensaci\u00f3n de que el narrador dudaba. No por la verdad de su historia sino por el incierto beneficio de contarla. Y entonces aparec\u00eda Juan acerc\u00e1ndole el vaso. Apuntalando la necesidad de que lo contara todo.
\nEl domingo hab\u00eda amanecido gris y con lloviznas-prosigui\u00f3- todo el puerto parec\u00eda vac\u00edo. Nadie nos hab\u00eda visto salir. Al dejar atr\u00e1s la escollera Sarand\u00ed recuerdo que ni siquiera un pescador, de los que nunca faltan, tend\u00eda su l\u00ednea o levantaba sus brazos a modo de saludo.
\nEl tiempo mejoraba r\u00e1pidamente. Naveg\u00e1bamos sobre un mar calmo y un cielo despejado. Masullo, bajo cubierta ,controlaba presiones y temperaturas, eventuales p\u00e9rdidas de lubricante o combustible, pero sobre todo, escuchaba los poderosos golpes de los pistones. La sincron\u00eda era la mejor respuesta al trabajo de tantas semanas.
\nYo prepar\u00e9 el mate y me fui a sentar con el Cholito, al lado del cabrestante de proa donde le hab\u00edamos dicho que permaneciera.
\nDetr\u00e1s de nosotros, desde el puente de mando, inm\u00f3vil, con sus manos invisibles sobre el tim\u00f3n, Amilcar gobernaba.
\nLa idea era poner rumbo a la Isla de Flores y regresar a puerto exigiendo en esos tramos el m\u00e1ximo rendimiento de motores.
\nEl Cholito hablaba poco, a la vista del faro de la isla, del que pasamos muy cerca, pareci\u00f3 animarse. No se desprend\u00eda de la pelota como si fuera una especie de cari\u00f1osa mascota.
\nRodeamos la isla y emprendimos el regreso.
\nTodo parec\u00eda estar bien. Masullo se nos hab\u00eda unido. Miraba cada tanto el humo de la chimenea que era la prueba visual de una excelente combusti\u00f3n.
\nEntonces ocurri\u00f3. Todos sentimos el deslizar de la quilla sobre la arena y el inmediato corte de m\u00e1quinas que impuso Amilcar.
\nAl silencio absoluto que sigui\u00f3 al incidente, cruji\u00f3 la madera del casco al escorar lentamente a babor.
\nNada pod\u00edamos hacer. Amilcar me orden\u00f3 desde el puente que tirara el ancla.
\nLa escora era cada vez mayor y de pronto, el Zapican, ante nuestro asombro, qued\u00f3 apoyado sobre la arena en ins\u00f3lito \u00e1ngulo.
\nAmilcar fue el primero en saltar en arriesgado intento por saber si el tim\u00f3n y las h\u00e9lices hab\u00edan sufrido da\u00f1o. Lo sigui\u00f3 Masullo y por \u00faltimo yo mismo. La arena result\u00f3 consistente, apenas nos hundimos hasta la altura de los tobillos, corrimos con mucha suerte.
\nEl lecho arenoso y la ausencia de rocas permitieron que el Zapican no sufriera aver\u00edas.
\n– Bueno-dijo- Amilcar m\u00e1s calmo despu\u00e9s de la inspecci\u00f3n- ahora a esperar que este maldito Banco nos suelte pronto.
\nHasta donde llegaba nuestra vista el mar se hab\u00eda retirado. Restos de embarcaciones afloraban en el incre\u00edble paisaje. En alg\u00fan momento, tal era mi asombro, llegu\u00e9 a creer que eso no estaba ocurriendo.
\nPasaba el tiempo. Hab\u00edamos dejado que el Cholito nos acompa\u00f1ase para no dejarlo solo a bordoLo recuerdo feliz y conriente corriendo tras
\nla pelota en un improvisado \u201cpicadito\u201d con Masullo.Tambi\u00e9n recuerdo la advertencia de Amilcar.
\n– Tengan ojo muchachos\u2026no se alejen\u2026miren que la marea sube en cualquier momento.
\nY me parece estar viendo la pelota impulsada por la patada de un entusiasmado Masullo volar muy alto.
\nY tras ella, con id\u00e9ntico esp\u00edritu, el Cholito persigui\u00e9ndola.
\nDe pronto, sin el menor aviso, la marea comenz\u00f3 a crecer. La sentimos como un fluir continuo y ominoso acerc\u00e1ndose al Zapican con velocidad creciente.
\nDe un salto nos trepamos a la cubierta.
\nMasullo, a unos treinta metros, dudaba. El Cholito corr\u00eda a\u00fan tras la inalcanzable pelota.
\nGritamos hasta desga\u00f1itarnos. Masullo parec\u00eda no escucharnos. Por fin gir\u00f3 bruscamente y corri\u00f3 con desesperaci\u00f3n
\nhacia nosotros. Tendimos nuestros brazos y lo subimos de un tir\u00f3n.
\nDespu\u00e9s todo fue mar.
\nEn la corta navegaci\u00f3n de retorno nos preguntamos muchas cosas \u00bfQu\u00e9 hacer ahora? \u00bfC\u00f3mo explicar lo inexplicable? \u00bfPorqu\u00e9 llevamos al Cholito a bordo? \u00bfNos creer\u00edan la historia? Decidimos esperar hasta llegar a puerto. Si alguien hubiera tenido noticias de lo sucedido sin duda nos estar\u00edan esperando.
\nNada de eso ocurri\u00f3. Amilcar hizo los despachos correspondientes y dej\u00f3 al Zapican pronto para el servicio.
\n– Nos vemos ma\u00f1ana a las seis-orden\u00f3 Amilcar.
\n– Ma\u00f1ana a las seis-respondimos.
\nMe daba cuenta que el relato, as\u00ed de abrupto, hab\u00eda terminado. Que el ronco no agregar\u00eda una sola palabra a su dilatada confidencia.<\/p>\n

Juan fue el primero en levantarse. Le pas\u00f3 un brazo por los hombros y le palme\u00f3 cari\u00f1osamente la espalda.
\nY se fueron juntos con incierto paso.
\nSobre la solitaria mesa de truco, cartas, porotos, un cenicero repleto y vasos sucios.
\nFuimos los \u00faltimos. En la noche oscura y fr\u00eda la luz cronometrada del Faro de Punta Carretas nos desped\u00eda indiferente.<\/p>\n

Elbio Firpo
\nMayo del 2019<\/p>\n

 <\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

\u201c El Banco tiene un per\u00edmetro de unos 79 kil\u00f3metros encerrado en un \u00e1rea de m\u00e1s de 17.000 hect\u00e1reas en que el promedio de su sonda es de alrededor de cinco metros y este considerable espacio representa algo as\u00ed como las tres cuartas partes del departamento de Montevideo\u201d Bertochi Moran \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":1055,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[10,20],"tags":[],"class_list":{"0":"post-1054","1":"post","2":"type-post","3":"status-publish","4":"format-standard","5":"has-post-thumbnail","7":"category-cuentos-cortos","8":"category-cuentos-de-elbio-firpo","9":"czr-hentry"},"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1054","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=1054"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1054\/revisions"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/1055"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=1054"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=1054"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=1054"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}