En las \u00faltimas horas de una tarde calurosa lo llevaron a la azotea desde donde pod\u00eda dominar toda la ciudad de Padua. Las chimeneas se perfilaban sobre el cielo. La noche tard\u00f3 poco en llegar y entonces aparecieron los proyectores. Los otros bajaron al balc\u00f3n, llev\u00e1ndose las botellas. Hasta donde estaban Luz y llegaba el bullicio. Luz se sent\u00f3 en la cama. Estaba fresca y lozana en la noche c\u00e1lida.<\/p>\n
Luz cumpli\u00f3 el servicio nocturno durante tres meses y todos estaban contentos. Ella lo prepar\u00f3 para la operaci\u00f3n, y aquel d\u00eda le dijo en tono de broma: \u201cSi no se porta bien le pondr\u00e9 un enema\u201d. Despu\u00e9s vino el anest\u00e9sico y \u00e9l no pudo decir disparates en aquel dif\u00edcil momento. Cuando empez\u00f3 a utilizar las muletas, sol\u00eda tomar las temperaturas para que Luz no tuviera que levantarse de la cama. Hab\u00eda pocos pacientes y todos estaban enterados. Todos quer\u00edan a Luz. Mientras regresaba por los pasillos, pens\u00f3 en Luz, acostada en su cama.<\/p>\n
Antes de que \u00e9l volviera al frente, los dos fueron a rezar al Duomo. Estaba oscuro y en silencio, y hab\u00eda otras personas orando. Quer\u00edan casarse, pero no hab\u00eda tiempo suficiente para las amonestaciones y ninguno de los dos ten\u00eda la partida de nacimiento. Viv\u00edan, en realidad, como marido y mujer, pero deseaban que todos lo supieran para no correr el riesgo de perder esa condici\u00f3n.<\/p>\n
Luz le escribi\u00f3 muchas cartas que \u00e9l recibi\u00f3 despu\u00e9s del armisticio. Un d\u00eda le llegaron al frente quince cartas juntas, y las ley\u00f3 de cabo a rabo despu\u00e9s de clasificarlas por fechas. Le hablaba del hospital y de cu\u00e1nto lo quer\u00eda. Le dec\u00eda que no pod\u00eda vivir sin \u00e9l y que, por la noche, \u00a0lo echaba mucho de menos.<\/p>\n
Despu\u00e9s del armisticio acordaron que \u00e9l volviera a su pa\u00eds para conseguir un empleo que les permitiera casarse. Luz no regresar\u00eda hasta que \u00e9l tuviera un buen trabajo, y entonces se encontrar\u00edan en Nueva York. No iba a beber m\u00e1s, por supuesto, y no necesitar\u00eda ver a sus amigos ni a nadie en los Estados Unidos. Solamente obtener el empleo y casarse. En el tren que los condujo de Padua a Mil\u00e1n tuvieron una disputa porque la mujer no estaba dispuesta a volver en seguida. Se despidieron con un beso en la estaci\u00f3n de Mil\u00e1n, pero el altercado no hab\u00eda concluido. Para \u00e9l fue muy desagradable decirse adi\u00f3s de esta forma.<\/p>\n
Volvi\u00f3 a Am\u00e9rica en un barco que zarp\u00f3 de G\u00e9nova. Luz regres\u00f3 a Pordonone, en donde se inauguraba un nuevo hospital. El lugar era solitario y lluvioso, y en la ciudad se hallaba acuartelado un batall\u00f3n de\u00a0arditi<\/em>. Aquel invierno de tanta lluvia y barro, el comandante del batall\u00f3n hizo el amor con Luz. Era la primera vez que ella conoc\u00eda a un italiano. Por fin escribi\u00f3 a los Estados Unidos diciendo que lo suyo solamente hab\u00eda sido una chiquillada. Que lo sent\u00eda y que se daba cuenta de que probablemente \u00e9l no podr\u00eda comprenderlo, pero que quiz\u00e1 alg\u00fan d\u00eda la perdonar\u00eda y le agradecer\u00eda aquello, y que esperaba casarse en la primavera siguiente. Que segu\u00eda queri\u00e9ndole, pero que ahora comprend\u00eda que lo suyo solamente hab\u00eda sido una cosa de chicos. Que confiaba en que se abriera camino en la vida y que ten\u00eda plena confianza en \u00e9l. Que estaba segura de que as\u00ed era mejor para los dos.<\/p>\n El comandante no se cas\u00f3 con ella ni en la primavera siguiente ni nunca. Luz no recibi\u00f3 respuesta a la carta que envi\u00f3 a Chicago. Poco tiempo despu\u00e9s \u00e9l contrajo una gonorrea por culpa de una vendedora de la secci\u00f3n de pasamaner\u00eda de un almac\u00e9n con la que hizo el amor en un taxi, paseando por Lincoln Park.<\/p>\n