{"id":1366,"date":"2019-11-04T11:54:05","date_gmt":"2019-11-04T11:54:05","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=1366"},"modified":"2019-11-04T11:54:05","modified_gmt":"2019-11-04T11:54:05","slug":"medias-tim-obrien","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/medias-tim-obrien\/","title":{"rendered":"Medias – Tim O\u00b4Brien"},"content":{"rendered":"

Henry Dobbins era un buen hombre y un soldado soberbio, pero la sutileza no era su fuerte. Las iron\u00edas resbalaban sobre \u00e9l. En muchos sentidos, era como los propios Estados Unidos: grande y fuerte, lleno de buenas intenciones, con un michel\u00edn de grasa temblequeando en la cintura, lento al caminar, pero siempre avanzando, siempre a punto cuando lo necesitabas, firme partidario de las virtudes de la sencillez, la franqueza y el trabajo duro. Al igual que su pa\u00eds, Dobbins tambi\u00e9n ten\u00eda tendencia al sentimentalismo.<\/span><\/span><\/p>\n

Incluso ahora, veinte a\u00f1os despu\u00e9s, puedo verle coloc\u00e1ndose las medias de su novia alrededor del cuello antes de partir para una emboscada.<\/span><\/p>\n

Era su \u00fanico rasgo exc\u00e9ntrico. Las medias, dec\u00eda, ten\u00edan las propiedades de un amuleto. Le gustaba hundir la nariz en el nailon y aspirar el aroma del cuerpo de su novia; le gustaban los recuerdos que ello le inspiraba; a veces dorm\u00eda con las medias contra la cara, como duerme un ni\u00f1o con una manta m\u00e1gica, seguro y tranquilo. Pero sobre todo las medias eran como un talism\u00e1n. Le manten\u00edan a salvo. Le daban acceso a un mundo espiritual donde las cosas eran suaves e \u00edntimas, un sitio adonde alg\u00fan d\u00eda llevar\u00eda a vivir a su novia. Como muchos de nosotros en Vietnam, Dobbins sent\u00eda el tir\u00f3n de la superstici\u00f3n, y cre\u00eda con firmeza y absolutamente en el poder protector de las medias. Eran como una armadura, pensaba. Cada vez que nos pon\u00edamos el equipo para una emboscada nocturna, mientras nos coloc\u00e1bamos los cascos y los chalecos antibalas, Henry Dobbins ejecutaba el ritual de acomodarse las medias de nailon alrededor del cuello; hac\u00eda un nudo con esmero y dejaba caer ambas perneras por encima del hombro izquierdo. Le gast\u00e1bamos bromas, desde luego, pero llegamos a apreciar el misterio de todo aquello. Dobbins era invulnerable. No hab\u00eda sufrido ni una herida, ni un rasgu\u00f1o. En agosto tropez\u00f3 con una mina, que no estall\u00f3. Y una semana despu\u00e9s qued\u00f3 al descubierto durante un feroz y breve tiroteo cruzado, sin ning\u00fan sitio donde cubrirse, pero se limit\u00f3 a deslizar las medias sobre su nariz y a respirar hondo y dejar que la magia funcionara.<\/span><\/p>\n

Nos convirti\u00f3 en un pelot\u00f3n de creyentes. No discutes los hechos.<\/span><\/p>\n

Pero, hacia fines de octubre, su novia le dej\u00f3. Fue un golpe duro. Dobbins se qued\u00f3 quieto un rato, con los ojos bajos, clavados en la carta, pero al fin sac\u00f3 las medias y se las at\u00f3 alrededor del cuello como una bufanda.<\/span><\/p>\n

\u2013No hay que hacerse mala sangre \u2013dijo\u2013. Yo la sigo amando. La magia no desaparece.<\/span><\/p>\n

Fue un alivio para todos nosotros.<\/span><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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