{"id":1424,"date":"2020-01-12T16:36:10","date_gmt":"2020-01-12T16:36:10","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=1424"},"modified":"2020-01-12T16:36:10","modified_gmt":"2020-01-12T16:36:10","slug":"antartida-un-cuento-de-claire-keegan","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/antartida-un-cuento-de-claire-keegan\/","title":{"rendered":"\u201cAnt\u00e1rtida\u201d, un cuento de Claire Keegan"},"content":{"rendered":"
\n
\n

Cada vez que la mujer felizmente casada sal\u00eda, se preguntaba c\u00f3mo ser\u00eda dormir con otro hombre. Ese fin de semana estaba decidida a descubrirlo. Era diciembre; sinti\u00f3 que se corr\u00eda un tel\u00f3n sobre otro a\u00f1o. Quer\u00eda hacer eso antes de ponerse demasiado vieja. Estaba segura de que se iba a desilusionar.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

\n
\n

El viernes a la noche tom\u00f3 el tren a la ciudad, se sent\u00f3 a leer en un vag\u00f3n de primera clase. El libro no lleg\u00f3 a interesarle; ya pod\u00eda prever el final. Del otro lado de la ventana, las casas iluminadas pasaban veloces en la oscuridad. Hab\u00eda dejado afuera un plato de macarrones y queso para los chicos, hab\u00eda ido a buscar a la tintorer\u00eda los trajes de su marido. Le hab\u00eda dicho que iba a hacer las compras de Navidad. No hab\u00eda raz\u00f3n para que no confiara en ella.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

\n
\n

Cuando lleg\u00f3 a la ciudad, tom\u00f3 un taxi hasta el hotel. Le dieron un cuarto peque\u00f1o y blanco, con vista a Vicar\u2019s Close, una de las calles m\u00e1s antiguas de Inglaterra, una hilera de casas de piedra, con altas chimeneas de granito, donde viv\u00eda el clero. Esa noche se sent\u00f3 en el bar del hotel a beber tequila con lima. Los viejos le\u00edan peri\u00f3dicos, no hab\u00eda mucho movimiento, pero no le import\u00f3, necesitaba una noche de descanso. Se meti\u00f3 en la cama que pag\u00f3 y cay\u00f3 en un sue\u00f1o sin sue\u00f1os, y se despert\u00f3 con el sonido de las campanas que repicaban en la catedral.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

\n
\n

El s\u00e1bado fue hasta el shopping. Las familias hab\u00edan salido a empujar cochecitos, a trav\u00e9s de la muchedumbre matinal, un espeso torrente de personas que circulaba por las puertas autom\u00e1ticas. Compr\u00f3 regalos inusuales para los chicos, cosas que pens\u00f3 no iban a imaginarse. Al hijo mayor le compr\u00f3 una afeitadora el\u00e9ctrica \u2014ya era hora\u2014, un atlas para la ni\u00f1a y, para su marido, un costoso reloj de oro con esfera plana y blanca.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

\n
\n
\n
\n