{"id":1793,"date":"2020-07-13T16:55:05","date_gmt":"2020-07-13T16:55:05","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=1793"},"modified":"2020-07-13T16:55:07","modified_gmt":"2020-07-13T16:55:07","slug":"el-escuerzo-leopoldo-lugones","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/el-escuerzo-leopoldo-lugones\/","title":{"rendered":"El escuerzo – Leopoldo Lugones"},"content":{"rendered":"

Un d\u00eda de tantos, jugando en la quinta de la casa donde habitaba la familia, me di con un peque\u00f1o sapo que, en vez de huir como sus cong\u00e9neres m\u00e1s corpulentos, se hinch\u00f3 extraordinariamente bajo mis pedradas. Ten\u00eda horror a los sapos y era mi diversi\u00f3n aplastar cuantos pod\u00eda. As\u00ed es que el peque\u00f1o y entonado batracio no tard\u00f3 en sucumbir a los golpes de mis piedras. Como todos los muchachos criados en la vida semicampestre de nuestras ciudades de provincia, yo era un sabio en lagartos y sapos. Adem\u00e1s, la casa est\u00e1 situada cerca de un arroyo que cruza por la ciudad, lo cual contribu\u00eda a aumentar la frecuencia de mis relaciones con tales reptiles. Entro en estos detalles, para que se comprenda bien c\u00f3mo me sorprend\u00ed al notar que el atrabiliario sapito me era enteramente desconocido. Circunstancia de consulta, pues. Y tomando mi v\u00edctima con toda la precauci\u00f3n del caso, fui a preguntar por ella a la vieja criada, confidente m\u00eda en las primeras empresas de cazador. Ten\u00eda yo ocho a\u00f1os y ella sesenta. El asunto hab\u00eda, pues, de interesarnos a ambos. La buena mujer estaba, como de costumbre, sentada a la puerta de la cocina, y yo esperaba ver acogido mi relato con la acostumbrada benevolencia, cuando apenas hube empezado, la vi levantarse apresuradamente y arrebatarme de las manos el despanzurrado animalito.<\/p>\n

\u2014\u00a1Gracias a Dios que no lo hayas dejado! \u2014exclam\u00f3 con muestras de la mayor alegr\u00eda. En este mismo instante vamos a quemarlo.<\/p>\n

\u2014\u00bfQuemarlo? \u2014dije yo\u2014; pero \u00bfqu\u00e9 va a hacer, si ya est\u00e1 muerto?<\/p>\n

\u2014\u00bfNo sabes que es un escuerzo\u2014replic\u00f3 en tono misterioso mi interlocutora\u2014y que este animalito resucita si no se quema? \u00bfQui\u00e9n te mand\u00f3 matarlo? \u00a1Eso hab\u00edas de sacar al fin con tus pedradas! Ahora voy a contarte lo que le pas\u00f3 al hijo de mi amiga la finada Antonia, que en paz descanse.<\/p>\n

Mientras hablaba, hab\u00eda recogido y encendido algunas astillas sobre las cuales puso el cad\u00e1ver del escuerzo.<\/p>\n

\u00a1Un escuerzo, dec\u00eda yo, aterrado bajo mi piel de muchacho travieso; un escuerzo! Y sacud\u00eda los dedos como si el fr\u00edo del sapo se me hubiera pegado a ellos. \u00a1Un sapo resucitado! Era para enfriarle la m\u00e9dula a un hombre de barba entera.<\/p>\n

\u2014Pero \u00bfusted piensa contarnos una nueva batracomiomaquia? \u2014interrumpi\u00f3 aqu\u00ed Julia con el amable desenfado de su coqueter\u00eda de treinta a\u00f1os.<\/p>\n

\u2014De ning\u00fan modo, se\u00f1orita. Es una historia que ha pasado.<\/p>\n

Julia sonri\u00f3.<\/p>\n

\u2014No puede usted figurarse cu\u00e1nto deseo conocerla\u2026<\/p>\n

\u2014Ser\u00e1 usted complacida, tanto m\u00e1s cuanto que tengo la pretensi\u00f3n de vengarme con ella de su sonrisa.<\/p>\n

As\u00ed, pues, mientras se asaba mi fat\u00eddica pieza de caza, la vieja criada hilvan\u00f3 su narraci\u00f3n que es como sigue:<\/p>\n

Antonia, su amiga, viuda de un soldado, viv\u00eda con el hijo \u00fanico que hab\u00eda tenido de \u00e9l, en una casita muy pobre, distante de toda poblaci\u00f3n. El muchacho trabajaba para ambos, cortando madera en el vecino bosque, y as\u00ed pasaban a\u00f1o tras a\u00f1o, haciendo a pie la jornada de la vida. Un d\u00eda volvi\u00f3, como de costumbre, por la tarde, para tomar su mate, alegre, sano, vigoroso, con su hacha al hombro. Y mientras lo hac\u00edan, refiri\u00f3 a su madre que en la ra\u00edz de cierto \u00e1rbol muy viejo hab\u00eda encontrado un escuerzo, al cual no le valieron hinchazones para quedar hecho una tortilla bajo el ojo de su hacha.<\/p>\n

La pobre vieja se llen\u00f3 de aflicci\u00f3n al escucharle, pidi\u00e9ndole que por favor la acompa\u00f1ara al sitio para quemar el cad\u00e1ver del animal.<\/p>\n

\u2014Has de saber \u2014le dijo\u2014, que el escuerzo no perdona jam\u00e1s al que lo ofende. Si no lo queman, resucita, sigue el rastro de su matador y no descansa hasta que puede hacer con \u00e9l otro tanto.<\/p>\n

El buen muchacho ri\u00f3 grandemente del cuento, intentando convencer a la pobre vieja de que aquello era una paparrucha buena para asustar chicos molestos, pero indigna de preocupar a una persona de cierta reflexi\u00f3n. Ella insisti\u00f3, sin embargo, en que la acompa\u00f1ara a quemar los restos del animal.<\/p>\n

In\u00fatil fue toda broma, toda indicaci\u00f3n sobre lo distante del sitio, sobre el da\u00f1o que pod\u00eda causarle, siendo ya tan vieja, el sereno de aquella tarde de noviembre. A toda costa quiso ir y \u00e9l tuvo que decidirse a acompa\u00f1arla.<\/p>\n

No era tan distante; unas seis cuadras a lomas. F\u00e1cilmente dieron con el \u00e1rbol reci\u00e9n cortado, pero por m\u00e1s que hurgaron entre las astillas y las ramas desprendidas, el cad\u00e1ver del escuerzo no apareci\u00f3.<\/p>\n

\u2014\u00bfNo te dije? \u2014exclam\u00f3 ella ech\u00e1ndose a llorar\u2014; ya se ha ido; ahora ya no tiene remedio esto. \u00a1Mi padre San Antonio te ampare!<\/p>\n

\u2014Pero qu\u00e9 tontera, afligirse as\u00ed. Se lo habr\u00e1n llevado las hormigas o lo comer\u00eda alg\u00fan zorro hambriento. \u00a1Habrase visto extravagancia, llorar por un sapo! Lo mejor es volver, que ya viene anocheciendo y la humedad de los pastos es da\u00f1osa.<\/p>\n

Regresaron, pues, a la casita, ella siempre llorosa, \u00e9l procurando distraerla con detalles sobre el maizal que promet\u00eda buena cosecha si segu\u00eda lloviendo; hasta volver de nuevo a las bromas y risas en presencia de su obstinada tristeza. Era casi de noche cuando llegaron. Despu\u00e9s de un registro minucioso por todos los rincones, que excit\u00f3 de nuevo la risa del muchacho, comieron en el patio, silenciosamente, a la luz de la luna, y ya se dispon\u00eda \u00e9l a tenderse sobre su apero para dormir, cuando Antonia le suplic\u00f3 que por aquella noche siquiera, consintiese en encerrarse dentro de una caja de madera que pose\u00eda y dormir all\u00ed.<\/p>\n

La protesta contra semejante petici\u00f3n fue viva. Estaba chocha, la pobre, no hab\u00eda duda. \u00a1A qui\u00e9n se le ocurr\u00eda pensar en hacerle dormir con aquel calor, dentro de una caja que seguramente estar\u00eda llena de sabandijas!<\/p>\n

Pero tales fueron las s\u00faplicas de la anciana, que como el muchacho la quer\u00eda tanto, decidi\u00f3 acceder a semejante capricho. La caja era grande, y aunque un poco encogido, no estar\u00eda del todo mal. Con gran solicitud fue arreglada en el fondo la cama, metiose \u00e9l adentro, y la triste viuda tom\u00f3 asiento al lado del mueble, decidida a pasar la noche en vela para cerrarlo apenas hubiera la menor se\u00f1al de peligro.<\/p>\n

Calcula ella que ser\u00eda la medianoche, pues la luna muy baja empezaba a ba\u00f1ar con su luz el aposento, cuando de repente un bultito negro, casi imperceptible, salt\u00f3 sobre el dintel de la puerta que no se hab\u00eda cerrado por efecto del gran calor. Antonia se estremeci\u00f3 de angustia.<\/p>\n

All\u00ed estaba, por fin, el vengativo animal, sentado sobre las patas traseras, como meditando un plan. \u00a1Qu\u00e9 mal hab\u00eda hecho el joven en re\u00edrse! Aquella figurita l\u00fagubre, inm\u00f3vil en la puerta llena de luna, se agrandaba extraordinariamente, tomaba proporciones de monstruo. \u00bfPero, si no era m\u00e1s que uno de los tantos sapos familiares que entraban cada noche a la casa en busca de insectos? Un momento respir\u00f3, sostenida por esta idea. Mas el escuerzo dio de pronto un saltito, despu\u00e9s otro, en direcci\u00f3n de la caja. Su intenci\u00f3n era manifiesta. No se apresuraba, como si estuviera seguro de su presa. Antonia mir\u00f3 con indecible expresi\u00f3n de terror a su hijo; dorm\u00eda, vencido por el sue\u00f1o, respirando acompasadamente.<\/p>\n

Entonces, con mano inquieta, dej\u00f3 caer sin hacer ruido la tapa del pesado mueble. El animal no se deten\u00eda. Segu\u00eda saltando. Estaba ya al pie de la caja. Rodeola pausadamente, se detuvo en uno de los \u00e1ngulos, y de s\u00fabito, con un salto incre\u00edble en su peque\u00f1a talla, se plant\u00f3 sobre la tapa.<\/p>\n

Antonia no se atrevi\u00f3 a hacer el menor movimiento. Toda su vida se hab\u00eda concentrado en sus ojos. La luna ba\u00f1aba ahora enteramente a pieza. Y he aqu\u00ed lo que sucedi\u00f3: el sapo comenz\u00f3 a hincharse por grados, aument\u00f3, aument\u00f3 de una manera prodigiosa, hasta triplicar su volumen. Permaneci\u00f3 as\u00ed durante un minuto, en que la pobre mujer sinti\u00f3 pasar por su coraz\u00f3n todos los ahogos de la muerte. Despu\u00e9s fue reduci\u00e9ndose, reduci\u00e9ndose hasta recobrar su primitiva forma, salt\u00f3 a tierra, se dirigi\u00f3 a la puerta y atravesando el patio acab\u00f3 por perderse entre las hierbas.<\/p>\n

Entonces se atrevi\u00f3 Antonia a levantarse, toda temblorosa. Con un violento adem\u00e1n abri\u00f3 de par en par la caja. Lo que sinti\u00f3 fue de tal modo horrible, que a los pocos meses muri\u00f3 v\u00edctima del espanto que le produjo.<\/p>\n

Un fr\u00edo mortal sal\u00eda del mueble abierto, y el muchacho estaba helado y r\u00edgido bajo la triste luz en que la luna amortajaba aquel despojo sepulcral, hecho piedra ya bajo un inexplicable ba\u00f1o de escarcha.<\/p>\n

FIN<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

Un d\u00eda de tantos, jugando en la quinta de la casa donde habitaba la familia, me di con un peque\u00f1o sapo que, en vez de huir como sus cong\u00e9neres m\u00e1s corpulentos, se hinch\u00f3 extraordinariamente bajo mis pedradas. Ten\u00eda horror a los sapos y era mi diversi\u00f3n aplastar cuantos pod\u00eda. As\u00ed es que el peque\u00f1o y […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":1794,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[10,19],"tags":[],"class_list":{"0":"post-1793","1":"post","2":"type-post","3":"status-publish","4":"format-standard","5":"has-post-thumbnail","7":"category-cuentos-cortos","8":"category-los-mejores-cuentos-clasicos","9":"czr-hentry"},"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1793","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=1793"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1793\/revisions"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/1794"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=1793"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=1793"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=1793"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}