{"id":1797,"date":"2020-07-14T19:21:11","date_gmt":"2020-07-14T19:21:11","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=1797"},"modified":"2020-07-14T19:21:13","modified_gmt":"2020-07-14T19:21:13","slug":"el-catecismo-emilia-pardo-bazan","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/el-catecismo-emilia-pardo-bazan\/","title":{"rendered":"El Catecismo – Emilia Pardo Baz\u00e1n"},"content":{"rendered":"
Hasta las diez duraba la velada de familia, y Angelito regateaba siempre cinco minutos o un cuarto de hora, refractario a acostarse, como todos los ni\u00f1os en la edad de seis a siete a\u00f1os, cuando empieza a alborear la raz\u00f3n. Mientras Rosario, la madre, cos\u00eda sin prisa, levantando de tiempo en tiempo su cabeza bien peinada, su cara sonriente, que la maternidad hab\u00eda redondeado y dulcificado, por decirlo as\u00ed. Carlos, el padre, daba lecci\u00f3n al muchacho. \u00abSi hab\u00eda de perder el tiempo en el caf\u00e9\u2026\u00bb, sol\u00eda responder, como excus\u00e1ndose, cuando los amigos, en la calle le embromaban, solt\u00e1ndole a quema ropa: \u00abYa sabemos que te dedicas a maestro de primeras letras\u2026\u00bb<\/p>\n
La verdad era que Carlos se hab\u00eda acostumbrado a la lecci\u00f3n, a la intimidad dulce de las noches pasadas as\u00ed, entre la mujer enamorada y contenta y el ni\u00f1o precoz, inteligente, deseoso de aprender. Fuera, la lluvia ca\u00eda tenaz; el viento silbaba o la helada endurec\u00eda las losas de la calle; dentro, la l\u00e1mpara alumbraba cari\u00f1osa al trav\u00e9s de los rancios encajes de la pantalla; la chimenea ard\u00eda mansamente y la atm\u00f3sfera regalada y tranquila del gabinete se comunicaba a la alcoba contigua, nido de paz y de ternura, tan diferente de las sombr\u00edas y hediondas madrigueras donde sol\u00edan agazaparse los amigotes de Carlos, los mismos que se cre\u00edan unos calaverones y se burlaban solapadamente del padre profesor de su hijo.<\/p>\n
Aquella noche, Angelito estaba rebelde, distra\u00eddo, desatento a la ense\u00f1anza. Al leer se hab\u00eda comido la mitad de las palabras y, obligado a volver atr\u00e1s y repetir lo saltado, su vocecilla adquiri\u00f3 esos tonos irritados y chillones que delatan la c\u00f3lera pueril. Al escribir hizo la trompeta con el hociquito, engarrot\u00f3 el portaplumas, ech\u00f3 m\u00e1s de una docena de \u00abcalamares\u00bb en el papel y, por \u00faltimo, estrell\u00f3 la pluma en un movimiento precipitado, y la tinta salt\u00f3 hasta la blanca labor de la madre, que exhal\u00f3 un grito de sorpresa y enojo. Carlos mir\u00f3 a su mujer, y mene\u00f3 la cabeza y se toc\u00f3 la frente, como significando: \u00abNo s\u00e9 qu\u00e9 le pasa hoy a esta criatura.\u00bb Y Rosario, levant\u00e1ndose, cogi\u00f3 al rapaz en el regazo y le dirigi\u00f3 las inquietas interrogaciones maternales:<\/p>\n
-\u00bfQu\u00e9 tienes, vida? \u00bfTe duele algo? \u00bfEs sue\u00f1o? \u00bfEs pupa aqu\u00ed, aqu\u00ed?<\/p>\n
Y le acariciaba las mejillas y las sienes, tentando por si sorprend\u00eda el fuego de la calentura. \u00a1Enferma tan pronto un ni\u00f1o!<\/p>\n
No encontrando calor ni ning\u00fan s\u00edntoma alarmante, Rosario engros\u00f3 y endureci\u00f3 la voz.<\/p>\n
-Vas a ser bueno\u2026 Ya sabes que no me gustan los nenes caprichosos\u2026 El pobre pap\u00e1 se pondr\u00e1 malito si le haces rabiar; despu\u00e9s tienes t\u00fa que cuidarle a \u00e9l y que llevarle las medicinas a la cama\u2026 Vamos, \u00c1ngel, a concluir las lecciones; a\u00fan te falta por dar el Catecismo\u2026<\/p>\n
\u00c1ngel, sin responder, miraba fijamente a un rinc\u00f3n oscuro del cuarto. La contracci\u00f3n de su carita, la inmovilidad de sus ojos, de un azul fluido y transparente, delataban una de esas luchas con ideas superiores a la edad, que devastan y maduran a la vez el tierno cerebro de los ni\u00f1os.<\/p>\n
-Mam\u00e1 -respondi\u00f3, por fin, muy despacio, como si hablase en sue\u00f1os-, \u00bfy el t\u00edo Alejandro no viene nunca?<\/p>\n
La madre se estremeci\u00f3. El recuerdo del hermano que estaba en la guerra con su regimiento le asaltaba tambi\u00e9n a Rosario muchas veces en medio de su ventura dom\u00e9stica, y se le envenenaba con el temor de que a la misma hora en que ella descansaba entre limpias s\u00e1banas, cerca de unos brazos amantes, pudiese Alejandro yacer cara al sol, con el pecho taladrado y las pupilas vidriadas para siempre.<\/p>\n
-\u00bfNo viene nunca t\u00edo Alejandro, mam\u00e1? -repiti\u00f3 el chico con ese acento infantil que anuncia llanto.<\/p>\n
-Vendr\u00e1 si Dios quiere, hijo m\u00edo -respondi\u00f3 la madre con rota voz, apretando contra el seno a la criatura.<\/p>\n
-\u00bfCu\u00e1ndo vendr\u00e1? Pap\u00e1, \u00bfcu\u00e1ndo? \u00bfVendr\u00e1 esta semana, di?<\/p>\n
-No s\u00e9, querido -exclam\u00f3 el padre-. A ver: la cartilla, que es tarde, mu\u00f1eco.<\/p>\n
-Pero \u00bfcu\u00e1ndo, pap\u00e1? \u00bfPor qu\u00e9 no lo sabes t\u00fa?<\/p>\n
-Porque hasta que se acabe la guerra, mi cielo\u2026, hasta que se acabe, t\u00edo Alejandro no puede venir.<\/p>\n
Los ojos de turquesa del ni\u00f1o se oscurecieron a fuerza de concentraci\u00f3n y de \u00edmprobo trabajo para entender.<\/p>\n
-\u00bfC\u00f3mo es la guerra? -exclam\u00f3, por \u00faltimo.<\/p>\n
-Pelear unos contra otros, a ver qui\u00e9n gana.<\/p>\n
-\u00bfLos buenos con los malos, pap\u00e1?<\/p>\n
-S\u00ed; los buenos con los malos.<\/p>\n
-T\u00edo Alejandro es bueno -declar\u00f3 \u00c1ngel-. \u00bfY c\u00f3mo pelean?<\/p>\n
-Con fusiles, con espadas, con ca\u00f1ones.<\/p>\n
El ni\u00f1o bati\u00f3 palmas.<\/p>\n
-Me has de llevar, pap\u00e1. Me has de llevar.<\/p>\n
-\u00a1Pobret\u00edn! -suspir\u00f3 Carlos-. La guerra no es para chiquillos.<\/p>\n
-\u00bfEs para hombres grandes?<\/p>\n
-S\u00ed.<\/p>\n
-Y entonces, \u00bfpor qu\u00e9 no est\u00e1s t\u00fa en la guerra? T\u00fa eres grande, grande.<\/p>\n
-Porque no soy militar -dijo el padre contrariado, algo mortificado, (como si aquellas palabras no las hubiese articulado una lengua de seis a\u00f1os), y hablando para convencer-. T\u00edo Alejandro es militar; ya sabes que vino a ense\u00f1arte el uniforme. Los militares estudian para eso, para defender a la patria\u2026<\/p>\n
-La patria\u2026 -repiti\u00f3 el ni\u00f1o, impresionado por el tono enf\u00e1tico y grave con que Carlos pronunci\u00f3 la palabra-. La patria\u2026, \u00bfes aqu\u00ed?<\/p>\n
-Aqu\u00ed\u2026, \u00bfd\u00f3nde?<\/p>\n
-En nuestra casita.<\/p>\n
-No\u2026; es decir, s\u00ed\u2026 Nuestra casa est\u00e1 en la patria; pero la patria es mucho m\u00e1s\u2026: son todas las casas que ves en el pueblo y en otros pueblos, tantos, tantos. Y es, adem\u00e1s, la tierra, y los bosques, y las aldeas, y Madrid, y todo\u2026<\/p>\n
-\u00bfY las iglesias tambi\u00e9n? -murmur\u00f3 \u00c1ngel, con el tono con que dec\u00eda sus oraciones al acostarse.<\/p>\n
-Tambi\u00e9n.<\/p>\n
-\u00bfY la Virgen? \u00bfMam\u00e1 del Cielo?<\/p>\n
-Tambi\u00e9n la Virgen; s\u00ed, mam\u00e1 del Cielo es la Patria.<\/p>\n
-\u00bfY t\u00edo Alejandro quiere a la Patria?<\/p>\n
-Ya ves -interrumpi\u00f3 Rosario, sin ocultar la emoci\u00f3n que empa\u00f1aba sus ojos-. El pobre t\u00edo la quiere mucho. Como que se expone a que le den un tiro y a morirse as\u00ed, de pronto, fig\u00farate t\u00fa. Reza, hijo m\u00edo, reza para que no maten al t\u00edo.<\/p>\n
El ni\u00f1o call\u00f3, reflexionando laboriosa, casi dolorosamente.<\/p>\n
-\u00bfY los que no van a la guerra no mueren nunca? -pregunt\u00f3 al fin, siguiendo el hilo de temprana l\u00f3gica.<\/p>\n
-Tambi\u00e9n mueren.<\/p>\n
-Entonces quiero ir a la guerra cuando sea grande -declar\u00f3 con energ\u00eda el peque\u00f1uelo-. Y quiero que t\u00fa vayas, pap\u00e1. Al fin hemos de morir, \u00bfno? Pues morir por eso\u2026, por eso\u2026 Por mam\u00e1 del Cielo, \u00a1por la patria!<\/p>\n
Un silencio sigui\u00f3 a las palabras del ni\u00f1o. Los padres se miraban, mudos, penetrados de un respeto extra\u00f1o como si la voz del inocente viniese de otras regiones de m\u00e1s arriba. Y al cabo de unos instantes, Carlos dijo a su mujer:<\/p>\n
-Acu\u00e9stale. Son las diez largas.<\/p>\n
-\u00bfY la lecci\u00f3n del Catecismo?<\/p>\n
-Hoy ya la ha dado -respondi\u00f3 el padre, besando a \u00c1ngel con ardor sobre el nacimiento de la rubia melena.<\/p>\n<\/div>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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