{"id":1962,"date":"2020-09-29T11:09:30","date_gmt":"2020-09-29T11:09:30","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=1962"},"modified":"2020-09-29T11:09:30","modified_gmt":"2020-09-29T11:09:30","slug":"la-anunciacion-al-traidor-marco-denevi","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/la-anunciacion-al-traidor-marco-denevi\/","title":{"rendered":"La anunciaci\u00f3n al traidor – Marco Denevi"},"content":{"rendered":"
Desplegu\u00e9 todas las posibilidades del pecado, hasta agotarlas. Entonces toqu\u00e9 fondo, sent\u00ed n\u00e1useas. La vida oscila incesantemente entre la bestia y el \u00e1ngel. Al tiempo de la carne sucede el tiempo del esp\u00edritu. Hay una hora para rezar, una hora para cantar, otra para re\u00edr y otra para comer y una \u00faltima para llorar. Pero en el com\u00fan de las criaturas esto ocurre alternada y sucesivamente: un eslab\u00f3n fundido por el cielo, despu\u00e9s un eslab\u00f3n fundido por el infierno, y as\u00ed hasta que la muerte rompe la cadena y ya no se sabe m\u00e1s. En tanto que en m\u00ed todo se dividi\u00f3 en dos mitades: durante la primera consum\u00ed mi parte demon\u00edaca, de modo que en la segunda solo sobrevivi\u00f3 mi porci\u00f3n ang\u00e9lica. Antes me hab\u00eda consagrado a la exaltaci\u00f3n del cuerpo. Con el mismo encarnizamiento me dediqu\u00e9 despu\u00e9s a rechazarlo. Hubiese querido que todos se desprendieran de ese rabo sexual que nos iguala con los animales. Fue in\u00fatil. Se re\u00edan de m\u00ed o se encolerizaban. Me encontr\u00e9 solo. Entonces me entregu\u00e9, en la soledad, a una extra\u00f1a fantas\u00eda.<\/p>\n
Me imaginaba a m\u00ed mismo muy hermoso. Mi belleza era de un g\u00e9nero tal que instant\u00e1neamente suscitaba el amor, en los hombres tanto como en las mujeres. Pero yo lo buscaba sobre todo en los hombres, porque en ellos la se\u00f1al de mi triunfo sobre el sexo era m\u00e1s patente. Pues mi amor, aunque le usurpaba al otro sus m\u00e1scaras y sus disfraces, nada ten\u00eda que ver con la bestia de la carne.<\/p>\n
Despu\u00e9s mi sue\u00f1o me pareci\u00f3 pobre y a\u00f1ad\u00ed violencia y terror. Me so\u00f1aba entrando como un rayo en el cub\u00edculo de mi enemigo. Las prostitutas ca\u00edan de rodillas y se golpeaban el pecho. Los hier\u00f3dulos me miraban, los ojos abiertos y las sienes fr\u00edas, como p\u00e1jaros hipnotizados. Los fornicarios y los ad\u00falteros hu\u00edan a esconderse en sus casas, donde de pronto se sent\u00edan enfermos y con los estigmas de un mal desconocido tatu\u00e1ndoles la piel.<\/p>\n
Mi sue\u00f1o cobraba nuevas formas, nuevos desarrollos. Ya no me satisfac\u00eda la aniquilaci\u00f3n de los instintos. Ambicion\u00e9 el exterminio de todo sentimiento que no fuese mi amor. Por m\u00ed el esposo deb\u00eda olvidar a la esposa, el hijo a la madre, el amigo al amigo. Y a quien m\u00e1s me sacrificaba, m\u00e1s le promet\u00eda.<\/p>\n
Hay una comarca donde todos los ardores, hasta los del esp\u00edritu, se apagan uno a uno, y su nombre es enfermedad, su nombre es muerte. Yo deb\u00eda penetrar en ese pa\u00eds helado y sombr\u00edo y limpiarlo de los monstruos que lo infestan. Mediante prodigios sutilmente dosificados, deb\u00eda mostrar que tambi\u00e9n la enfermedad y la muerte son males sujetos a remisi\u00f3n y que mis manos sab\u00edan administrarlos seg\u00fan los m\u00e9ritos de cada cual. Atacar\u00eda los puntos m\u00e1s sensibles. Unos pocos milagros, pero terribles. Har\u00eda caminar al paral\u00edtico, sanar\u00eda al leproso, le devolver\u00eda la vida a una jovencita. \u00bfY qui\u00e9n, entonces, me disputar\u00eda la presa del amor?<\/p>\n
En cuanto a m\u00ed, yo estaba libre de todas las miserias de la carne. Libre de necesidades, libre de apetitos. No pod\u00eda rebajar la imagen de m\u00ed mismo a la de un hombre que tiene hambre, que eructa, que bosteza, que excreta humores nauseabundos. Yo viv\u00eda solo por el esp\u00edritu, solo para el esp\u00edritu. En suma: yo era un Dios.<\/p>\n
Un d\u00eda alguien me mataba, no por odio, sino por amor, por exceso y por celos de su amor. Todos me lloraban, mi asesino se suicidaba. Pero yo me despojaba de pronto de mi muerte como de un sudario y resucitaba con una sonrisa ben\u00e9vola, en medio del delirio de la multitud. Perdonaba a quien me hab\u00eda matado, lo devolv\u00eda tambi\u00e9n a \u00e9l a la vida, nos abraz\u00e1bamos en el \u00e9xtasis de la reconciliaci\u00f3n. Otros, ahora celosos de \u00e9l, copiaban su crimen, yo volv\u00eda a morir, volv\u00eda a resucitar, todo se repet\u00eda. Y as\u00ed nuestro amor se avivaba en aquel juego de epifan\u00edas y recesos.<\/p>\n
No s\u00e9 cu\u00e1nto tiempo me llev\u00f3 perfeccionar ese sue\u00f1o obsesivo. S\u00e9 que todos los d\u00edas y todas las noches lo desenvolv\u00eda como un tapiz y me encerraba en \u00e9l hasta que las voces y los ruidos del mundo enmudec\u00edan y la realidad se esfumaba. He vivido como un son\u00e1mbulo, ignorando lo que suced\u00eda a mi alrededor.<\/p>\n
As\u00ed fue hasta hace un momento. Ahora, repentinamente, todo ha cambiado. Un vecino acaba de traerme noticias de un tal Jes\u00fas, y su relato coincide con mi sue\u00f1o. No lo he cre\u00eddo. De cualquier manera, ir\u00e9 a ver, y si todo es como lo so\u00f1\u00e9, llegado el caso pondr\u00e9 a prueba a ese hombre, lo matar\u00e9, para que resucite como en mi sue\u00f1o, y despu\u00e9s me suicidar\u00e9, para que tambi\u00e9n a m\u00ed me resucite como en mi sue\u00f1o y luego nos abracemos en el j\u00fabilo de la reconciliaci\u00f3n, como en mi sue\u00f1o, y as\u00ed sea yo, Judas Iscariote, el primero que testimonie por la divinidad de ese hombre.<\/p>\n
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Desplegu\u00e9 todas las posibilidades del pecado, hasta agotarlas. Entonces toqu\u00e9 fondo, sent\u00ed n\u00e1useas. La vida oscila incesantemente entre la bestia y el \u00e1ngel. Al tiempo de la carne sucede el tiempo del esp\u00edritu. Hay una hora para rezar, una hora para cantar, otra para re\u00edr y otra para comer y una \u00faltima para llorar. Pero […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":1963,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[10,19],"tags":[],"class_list":{"0":"post-1962","1":"post","2":"type-post","3":"status-publish","4":"format-standard","5":"has-post-thumbnail","7":"category-cuentos-cortos","8":"category-los-mejores-cuentos-clasicos","9":"czr-hentry"},"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1962","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=1962"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1962\/revisions"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/1963"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=1962"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=1962"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=1962"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}