{"id":2156,"date":"2021-04-06T10:41:54","date_gmt":"2021-04-06T10:41:54","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=2156"},"modified":"2021-04-24T21:09:33","modified_gmt":"2021-04-24T21:09:33","slug":"las-mujeres-ray-bradbury","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/las-mujeres-ray-bradbury\/","title":{"rendered":"LAS MUJERES – RAY BRADBURY"},"content":{"rendered":"
Era como si una luz entrara en una habitaci\u00f3n verde. Era como si una luz entrara en una habitaci\u00f3n verde.El oc\u00e9ano ard\u00eda. Una fosforescencia blanca se agitaba como una bocanada de vapor en la ma\u00f1ana del mar oto\u00f1al, subiendo. De la garganta de alg\u00fan oculto abismo del mar subieron burbujas.Como una luz en el invertido cielo verde del mar, la criatura despertaba, anim\u00e1ndose. Era vieja […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":2157,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[10,19,35],"tags":[],"class_list":{"0":"post-2156","1":"post","2":"type-post","3":"status-publish","4":"format-standard","5":"has-post-thumbnail","7":"category-cuentos-cortos","8":"category-los-mejores-cuentos-clasicos","9":"category-ray-bradbury","10":"czr-hentry"},"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/2156","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=2156"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/2156\/revisions"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/2157"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=2156"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=2156"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=2156"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
El oc\u00e9ano ard\u00eda. Una fosforescencia blanca se agitaba como una bocanada de vapor en la ma\u00f1ana del mar oto\u00f1al, subiendo. De la garganta de alg\u00fan oculto abismo del mar subieron burbujas.
Como una luz en el invertido cielo verde del mar, la criatura despertaba, anim\u00e1ndose. Era vieja y hermosa. Llegaba de las profundidades, indolente. Una caracola, una gavilla, una burbuja, un resplandor, un murmullo, un arroyo. Suspendidas en las profundidades abisales hab\u00eda ramas de coral escarchado, como cerebros, pepitas como ojos de algas amarillas, hierbas sueltas como cabellos. Crecida con las mareas, crecida con las edades, juntada y atesorada y acumulada en identidades de s\u00ed misma y polvo antiguo, tinta de calamar y todas las bagatelas del mar.
Y ahora ten\u00eda conciencia.
Era una resplandeciente inteligencia verde, respirando en el mar oto\u00f1al. No ten\u00eda ojos pero ve\u00eda, no ten\u00eda o\u00eddos pero o\u00eda, no ten\u00eda cuerpo pero sent\u00eda. Era del mar. Y por ser del mar era femenina.
No se parec\u00eda nada a un hombre o a una mujer. Pero ten\u00eda maneras de mujer: sedosas, astutas, escondidas maneras. Se mov\u00eda con una gracia de mujer. Ten\u00eda todas las cosas malas de las mujeres vanas.
Aguas obscuras pasaban a lo largo y a trav\u00e9s y se mezclaban con extra\u00f1os recuerdos en su camino a las corrientes del golfo. En el agua hab\u00eda gorros de carnaval, cornetas, serpentinas, confeti; pasaban a trav\u00e9s de esa floreciente masa de largo pelo verde como el viento a trav\u00e9s de un \u00e1rbol viejo. Peladuras de naranja, manteles, papeles, c\u00e1scaras de huevo y restos quemados de hogueras nocturnas en las playas: toda la resaca de gentes altas y descarnadas, a la espera en las arenas solitarias de las islas continentales, gentes de ciudades de ladrillo, gentes que chillaban en demonios de metal por carreteras de cemento, y desaparec\u00edan.
Se levant\u00f3 suavemente, rielando, espumosa, en el aire fr\u00edo de la ma\u00f1ana. Hab\u00eda pasado mucho tiempo creciendo en la obscuridad, y ahora se dejaba llevar por la marejada.
Vio la orilla.
El hombre estaba all\u00ed.
Era moreno, fuerte de piernas y corpulento.
Hubiera debido ir todos los d\u00edas al agua, a ba\u00f1arse, a nadar, Pero nunca se hab\u00eda movido. Hab\u00eda una mujer en la arena con \u00e9l, una mujer con traje de ba\u00f1o negro, tendida a su lado charlando tranquilamente, riendo. A veces se tomaban de las manos, a veces escuchaban una maquinita sonora que sintonizaban y de la que sal\u00eda m\u00fasica.
La fosforescencia se qued\u00f3 tranquilamente suspendida en las olas. Era el fin de la temporada. Todo estaba cerr\u00e1ndose.
Cualquier d\u00eda el hombre pod\u00eda irse y no volver m\u00e1s.
Hoy deb\u00eda entrar en el agua.
Estaban tendidos en la arena, sintiendo el calor. La radio funcionaba suavemente y la mujer del traje de ba\u00f1o negro se agit\u00f3 espasm\u00f3dicamente, con los ojos cerrados.
El hombre no levant\u00f3 la cabeza del musculoso brazo izquierdo, que le serv\u00eda de almohada. Bebi\u00f3 el sol con la cara, la boca abierta, la nariz.
\u2014\u00bfQu\u00e9 pasa? \u2014pregunt\u00f3.
\u2014Un mal sue\u00f1o \u2014dijo la mujer del traje de ba\u00f1o negro.
\u2014\u00bfSue\u00f1os de d\u00eda?
\u2014\u00bfNunca sue\u00f1as por la tarde?
\u2014No sue\u00f1o nunca. Nunca en mi vida he tenido un sue\u00f1o.
La mujer estaba tendida, los dedos crispados.
\u2014Dios m\u00edo, un sue\u00f1o horrible.
\u2014\u00bfQu\u00e9 era?
\u2014No s\u00e9 \u2014dijo ella, y realmente no lo sab\u00eda. Era tan malo que lo hab\u00eda olvidado. Ahora, con los ojos cerrados, trataba de acordarse.
\u2014Era sobre m\u00ed \u2014dijo \u00e9l perezosamente, estir\u00e1ndose.
\u2014No.
\u2014S\u00ed \u2014el hombre sonre\u00eda\u2014. Yo me hab\u00eda ido con otra mujer, era eso.
\u2014No.
\u2014Insisto. Yo me hab\u00eda ido con otra mujer, y t\u00fa nos descubr\u00edas. Todo un l\u00edo. A m\u00ed me pegaban un tiro o algo por el estilo.
La mujer se estremeci\u00f3 involuntariamente.
\u2014No hables as\u00ed.
\u2014Vamos a ver. \u00bfCon qu\u00e9 clase de mujer estaba? Los caballeros las prefieren rubias, \u00bfno es as\u00ed?
\u2014Por favor, no bromees. No me siento bien.
El hombre abri\u00f3 los ojos.
\u2014\u00bfTe ha afectado tanto?
Ella asinti\u00f3.
\u2014Cuando sue\u00f1o as\u00ed de d\u00eda, me deprime terriblemente.
\u2014Lo lamento \u2014el hombre le tom\u00f3 la mano\u2014. \u00bfPuedo traerte algo?
\u2014No.
\u2014\u00bfUn helado de crema? \u00bfDe chocolate? \u00bfUn refresco?
\u2014Eres un encanto, pero no. Se me pasar\u00e1. Es que los \u00faltimos cuatro d\u00edas no me he sentido bien. No como a comienzos del verano. Algo ha pasado.
\u2014No entre nosotros.
\u2014Oh, no, claro que no \u2014dijo ella r\u00e1pidamente\u2014. \u00bfPero no sientes que a veces los lugares cambian? Incluso algo como el muelle cambia y los tiovivos y todo eso. Hasta las salchichas tienen otro gusto esta semana.
\u2014\u00bfQu\u00e9 quieres decir?
\u2014Tienen gusto a viejo. Es dif\u00edcil de explicar, pero he perdido el apetito y desear\u00eda que estas vacaciones hubieran terminado. Lo que m\u00e1s quisiera es volver a casa.
\u2014Ma\u00f1ana es el \u00faltimo d\u00eda. Ya sabes cu\u00e1nto significa para m\u00ed esta semana extra.
\u2014Tratar\u00e9. Si este lugar no estuviera tan raro y cambiado. No s\u00e9. Pero de pronto siento que quisiera levantarme y correr.
\u2014\u00bfPor el sue\u00f1o? De pronto yo y mi rubia muertos.
\u2014No. \u00a1No hables as\u00ed de morir! \u2014La mujer estaba tendida muy cerca\u2014. Si por lo menos supiera qu\u00e9 fue.
\u2014Vamos \u2014el hombre la acarici\u00f3\u2014. Yo te proteger\u00e9.
\u2014No soy yo, eres t\u00fa \u2014le murmur\u00f3 ella al o\u00eddo\u2014. Tuve la impresi\u00f3n de que estabas cansado de m\u00ed y te ibas.
\u2014No lo har\u00eda. Te quiero.
\u2014Soy una tonta \u2014ella trat\u00f3 de re\u00edrse\u2014. Dios m\u00edo, qu\u00e9 tonta soy.
Se quedaron quietos, el sol y el cielo sobre ellos como una tapa.
\u2014Sabes \u2014dijo \u00e9l, pensativo\u2014, yo tambi\u00e9n tuve un poco la misma impresi\u00f3n de que hablas. Este lugar ha cambiado. Hay algo diferente.
\u2014Me alegra que t\u00fa tambi\u00e9n lo hayas sentido.
El hombre sacudi\u00f3 la cabeza, so\u00f1oliento, sonriendo suavemente, cerrando los ojos, bebiendo el sol.
\u2014Los dos locos. Los dos locos \u2014murmur\u00f3\u2014. Los dos.
El mar lleg\u00f3 a la orilla tres veces, suavemente.
Avanzaba la tarde. El sol daba al cielo un golpe de soslayo. Los yates se bamboleaban blancos de calor y resolana en las olas del puerto. Olores de carne frita y cebolla dorada llenaban el aire. La arena susurraba y se mov\u00eda como una imagen en un vasto espejo derretido.
La radio port\u00e1til murmuraba discretamente. El hombre y la mujer parec\u00edan flechas obscuras sobre la arena blanca. No se mov\u00edan. S\u00f3lo los p\u00e1rpados les temblaban, conscientes, s\u00f3lo los o\u00eddos estaban alertas. Una y otra vez las lenguas se les deslizaron por los labios calcinados. Furtivas gotitas de humedad les aparec\u00edan en la frente, y el sol las hac\u00eda desaparecer.
El hombre alz\u00f3 la cabeza, ciego, atento al calor.
La radio suspiraba.
Apoy\u00f3 la cabeza un minuto.
La mujer lo sinti\u00f3 levantarse de nuevo. Abri\u00f3 un ojo y lo vio descansando en un codo y mirando alrededor el muelle, el cielo, el agua, la arena.
\u2014\u00bfQu\u00e9 pasa? \u2014pregunt\u00f3.
\u2014Nada \u2014dijo \u00e9l, tendi\u00e9ndose de nuevo.
\u2014Algo pasa.
\u2014Me pareci\u00f3 o\u00edr algo.
\u2014La radio.
\u2014No, no en la radio. Otra cosa.
\u2014La radio de otro.
El hombre no contest\u00f3. La mujer sinti\u00f3 que el brazo de \u00e9l se pon\u00eda tenso y se aflojaba, se pon\u00eda tenso y se aflojaba.
\u2014Diablos \u2014dijo el hombre\u2014. Ah\u00ed est\u00e1 de nuevo.
Los dos se quedaron escuchando.
\u2014No oigo nada\u2026
\u2014\u00a1Shhh! \u2014hizo \u00e9l\u2014. Por el amor de Dios\u2026
En la orilla romp\u00edan las olas, espejos silenciosos, montones de vidrio fundido, susurrante.
\u2014Alguien est\u00e1 cantando.
\u2014\u00bfQu\u00e9?
\u2014Jurar\u00eda que hab\u00eda alguien cantando.
\u2014Tonter\u00edas.
\u2014No, escucha.
As\u00ed estuvieron un rato.
\u2014No oigo nada \u2014dijo ella, poni\u00e9ndose muy fr\u00eda.
El hombre estaba de pie. No hab\u00eda nada en el cielo, nada en el muelle, nada en la arena, nada en los puestos de salchichas. El silencio crec\u00eda y el viento silbaba en los o\u00eddos, un viento que se peinaba en la luz, sopl\u00e1ndoles el vello de los brazos y las piernas.
El hombre dio un paso hacia el mar.
\u2014\u00a1No! \u2014dijo ella.
El hombre la mir\u00f3 de un modo raro, como si ella no estuviera. Sigui\u00f3 escuchando.
La mujer se volvi\u00f3 hacia la radio port\u00e1til y la puso a todo volumen. El sonido estall\u00f3 en palabras, ritmo y melod\u00eda:
\u2014Encontr\u00e9 una nena de un mill\u00f3n de d\u00f3lares\u2026
El hombre puso cara de enojo y levant\u00f3 bruscamente una mano abierta.
\u2014Ap\u00e1gala.
\u2014\u00a1No, me gusta! \u2014dijo ella. Aument\u00f3 el volumen. Hizo chasquear los dedos, meciendo vagamente el cuerpo, tratando de sonre\u00edr.
Eran las dos.
El sol evaporaba las aguas. El antiguo muelle se dilataba en el calor con un fuerte gru\u00f1ido. Los p\u00e1jaros se sosten\u00edan en el cielo caliente, incapaces de moverse. El sol golpeaba en los verdes licores que borboteaban alrededor del muelle; golpeaba, apresaba y bru\u00f1\u00eda una perezosa blancura que flotaba en las olitas de la orilla.
La blanca espuma, la rama de coral escarchado, la pepita de alga bronceada, el polvo de la marea descansaban en el agua, esparci\u00e9ndose.
El hombre moreno segu\u00eda tendido en la arena, junto a la mujer del traje de ba\u00f1o negro.
La m\u00fasica se levantaba como bruma del agua. Era una m\u00fasica susurrante de ondas profundas y a\u00f1os pasados, de sal y viajes, de rarezas aceptadas y familiares. La m\u00fasica sonaba como el agua en la orilla, la lluvia que cae, el movimiento de unos miembros suaves en los abismos. Era una voz perdida en el tiempo, cantando en una honda caracola. El silbido y el suspiro de las mareas en las bodegas abandonadas de barcos de tesoros. El sonido del viento en un cr\u00e1neo vac\u00edo, sobre la arena calcinada.
Pero la radio sobre la manta, en la playa, sonaba m\u00e1s alto.
La fosforescencia, liviana como una mujer, se hund\u00eda, cansada, ocult\u00e1ndose. S\u00f3lo unas pocas horas m\u00e1s. Pod\u00edan irse en cualquier momento. Si por lo menos \u00e9l viniera, un instante, s\u00f3lo un instante. La bruma se agit\u00f3 silenciosa en el agua, muy abajo, sintiendo a\u00fan la presencia de la cara y el cuerpo del hombre. Sintiendo al hombre apresado, sujeto, mientras se hund\u00edan diez brazas, por un canal que los llevaba caracoleando y girando con ademanes fren\u00e9ticos a las profundidades de un golfo oculto en el mar.
El calor del cuerpo del hombre, el agua que se incendiaba con ese calor, y la rama de coral escarchado, el polvo enjoyado, la bruma salada, alimentada por el aliento c\u00e1lido que le brotaba al hombre de los labios abiertos.
Las olas se llevaban los suaves y cambiantes pensamientos a las aguas bajas, tibias como el agua del ba\u00f1o calentado por el sol de las dos de la tarde.
No debe irse. Si se va ahora, no volver\u00e1.
Ahora. La fr\u00eda rama de coral flotaba, flotaba. Ahora. Llamaba a trav\u00e9s de los espacios calientes, el aire inm\u00f3vil en el comienzo de la tarde. Ven al agua. Ahora, dec\u00eda la m\u00fasica. Ahora.
La mujer del traje de ba\u00f1o negro movi\u00f3 la perilla.
\u2014\u00a1Atenci\u00f3n! \u2014exclam\u00f3 la radio\u2014. Ahora, hoy, usted puede comprar un nuevo coche en\u2026
\u2014\u00a1Cristo! \u2014El hombre se estir\u00f3 y baj\u00f3 el volumen estent\u00f3reo\u2014. \u00bfEs necesario que la pongas tan fuerte?
\u2014Me gusta fuerte \u2014dijo la mujer del traje de ba\u00f1o negro, mirando el mar por encima del hombro.
Las tres. El cielo era todo sol.
Transpirando, el hombre se puso de pie.
\u2014Voy a entrar \u2014dijo.
\u2014\u00bfMe traes una salchicha primero?
\u2014\u00bfNo puedes esperar hasta que salga?
\u2014S\u00e9 bueno. \u2014La mujer hizo unos pucheritos\u2014. Ahora.
\u2014\u00bfCon todo?
\u2014S\u00ed, y trae tres.
\u2014\u00bfTres? \u00a1Dios, qu\u00e9 apetito!
El hombre corri\u00f3 al peque\u00f1o caf\u00e9.
La mujer esper\u00f3 a que se hubiera ido. Entonces apag\u00f3 la radio. Se qued\u00f3 escuchando un largo rato. No oy\u00f3 nada. Mir\u00f3 el agua hasta que los destellos y reflejos le perforaron los ojos como agujas.
El mar se hab\u00eda tranquilizado. Hab\u00eda s\u00f3lo una leve, lejana y fina red de olitas que devolv\u00edan el sol infinitamente repetido. La mujer mir\u00f3 de soslayo el mar, una y otra vez, con mala cara.
El hombre volvi\u00f3 saltando.
\u2014Maldita sea, qu\u00e9 caliente est\u00e1 la arena, \u00a1me quema los pies! \u2014Se ech\u00f3 en la manta\u2014. \u00a1C\u00f3melas!
Ella tom\u00f3 las tres salchichas y comi\u00f3 una lentamente. Cuando hubo terminado, le tendi\u00f3 al hombre las otras dos.
\u2014Toma, term\u00ednalas. Como con los ojos m\u00e1s que con la boca.
El hombre se trag\u00f3 las salchichas en silencio.
\u2014La pr\u00f3xima vez \u2014dijo al terminar\u2014, no pidas m\u00e1s de las que vas a comer. \u00a1Qu\u00e9 desperdicio!
\u2014Toma \u2014dijo ella, destapando un termo\u2014, tendr\u00e1s sed. Termina la limonada.
\u2014Gracias. \u2014El hombre bebi\u00f3. Luego se limpi\u00f3 las manos una con otra y dijo\u2014: Bueno, ahora me voy a dar una zambullida.
Mir\u00f3 ansiosamente el mar brillante.
\u2014S\u00f3lo una cosa m\u00e1s \u2014dijo ella, record\u00e1ndolo en ese momento\u2014. \u00bfNo me comprar\u00edas un frasco de aceite bronceador? Se me acab\u00f3.
\u2014\u00bfNo te queda un poco en el saco?
\u2014Lo he gastado todo.
\u2014Preferir\u00eda que me lo hubieses dicho cuando fui a comprar las salchichas. Pero est\u00e1 bien. El hombre corri\u00f3, dando saltos.
Cuando el hombre se fue, la mujer sac\u00f3 el frasco de bronceador, medio lleno, destornill\u00f3 la tapa, verti\u00f3 el l\u00edquido en la arena, y lo cubri\u00f3 subrepticiamente, mirando el mar y sonriendo. Entonces se levant\u00f3 y fue a la orilla del mar y mir\u00f3, buscando las insignificantes, innumerables olitas.
No lo tendr\u00e1s, pens\u00f3. Quien quiera que seas, o lo que seas, es m\u00edo y no lo tendr\u00e1s. No s\u00e9 qu\u00e9 est\u00e1 pasando; no s\u00e9 nada, de veras. Todo lo que s\u00e9 es que esta noche a las siete nos vamos en un tren. Y que no estaremos aqu\u00ed ma\u00f1ana. De modo que te puedes quedar esperando, oc\u00e9ano, mar, o lo que diablos seas.
Por mucho que hagas, no puedes competir conmigo, pens\u00f3. Recogi\u00f3 una piedra y la arroj\u00f3 al mar.
\u2014\u00a1Ah\u00ed tienes! \u2014grit\u00f3.
El hombre estaba a su lado.
La mujer retrocedi\u00f3 de un salto.
\u2014\u00a1Eh! \u00bfQu\u00e9 pasa? \u00bfQu\u00e9 haces aqu\u00ed, murmurando?
\u2014\u00bfAh s\u00ed? \u2014Ella parec\u00eda sorprendida de s\u00ed misma.
\u2014\u00bfD\u00f3nde est\u00e1 el aceite bronceador? \u00bfMe lo pones en la espalda?
El hombre verti\u00f3 un amarillo hilo de aceite y le masaje\u00f3 la espalda dorada. La mujer miraba el agua de vez en cuando, los ojos solapados, haci\u00e9ndole gestos como si dijera: \u00ab\u00a1Mira! \u00bfVes? \u00a1Aj\u00e1!\u00bb. Ronrone\u00f3 como un gatito.
\u2014Ya est\u00e1.
El hombre le dio el frasco.
Estaba ya metido hasta la mitad en el agua cuando ella le grit\u00f3:
\u2014\u00a1A d\u00f3nde vas! \u00a1Ven aqu\u00ed!
El hombre se volvi\u00f3 como si no la conociera.
\u2014Por el amor de Dios, \u00bfqu\u00e9 pasa?
\u2014\u00a1Acabas de comer las salchichas con limonada, no puedes meterte ahora en el mar, te dar\u00e1n calambres!
El hombre se burl\u00f3:
\u2014Cuentos de viejas.
\u2014Da lo mismo, vuelve a la arena y espera una hora, \u00bfme oyes? No quiero que tengas un calambre y te ahogues.
\u2014Ah \u2014dijo el hombre, fastidiado.
\u2014Ven.
La mujer se volvi\u00f3 y \u00e9l la sigui\u00f3, mirando el mar por encima del hombro.
Las tres. Las cuatro.
El cambio lleg\u00f3 a las cuatro y diez. Tendida en la arena, la mujer del traje de ba\u00f1o negro lo vio venir y se tranquiliz\u00f3. Las nubes hab\u00eda estado agrup\u00e1ndose desde las tres. Ahora, en una s\u00fabita acometida, la niebla ven\u00eda de la bah\u00eda. Donde hab\u00eda hecho calor, ahora estaba fr\u00edo. Un viento sopl\u00f3 no se sab\u00eda de d\u00f3nde. Aparecieron unas nubes m\u00e1s obscuras.
\u2014Va a llover \u2014dijo ella.
\u2014Pareces encantada \u2014observ\u00f3 el hombre, sent\u00e1ndose de brazos cruzados\u2014. Quiz\u00e1 sea nuestro \u00faltimo d\u00eda y pareces encantada porque se est\u00e1 nublando.
\u2014Los pron\u00f3sticos dicen que habr\u00e1 chaparrones esta noche y ma\u00f1ana. Quiz\u00e1 sea una buena idea irse esta noche.
\u2014Nos quedaremos, por si aclara. Quiero nadar un d\u00eda m\u00e1s, de todos modos. Hoy a\u00fan no me met\u00ed en el agua.
\u2014Nos hemos divertido tanto charlando y comiendo, que el tiempo pasa.
\u2014S\u00ed \u2014dijo \u00e9l, mir\u00e1ndose las manos.
La niebla se agitaba sobre la arena en bandas suaves.
\u2014Ah\u00ed est\u00e1 \u2014dijo la mujer\u2014. \u00a1Me cay\u00f3 una gota en la nariz!
Se ri\u00f3 rid\u00edculamente. Ten\u00eda los ojos brillantes y j\u00f3venes otra vez. Parec\u00eda casi triunfante.
\u2014Linda lluvia.
\u2014\u00bfPor qu\u00e9 est\u00e1s tan encantada? Eres un bicho raro.
\u2014Que llueva, que llueva \u2014dijo ella\u2014. Bueno, ay\u00fadame a doblar estas mantas. \u00a1Es mejor que nos demos prisa!
El hombre recogi\u00f3 la mantas lentamente, preocupado.
\u2014Ni siquiera he podido nadar por \u00faltima vez. Me dan ganas de pegarme una zambullida. \u2014Le sonri\u00f3\u2014. \u00a1Un minuto nada m\u00e1s!
\u2014No. \u2014La cara de la mujer palideci\u00f3\u2014. \u00a1Tomar\u00e1s fr\u00edo y despu\u00e9s tendr\u00e9 que cuidarte!
\u2014Est\u00e1 bien, est\u00e1 bien.
El hombre se apart\u00f3 del mar. Empez\u00f3 a caer una lluvia fina. La mujer iba adelante, rumbo al hotel, cantando entre dientes.
\u2014\u00a1Espera! \u2014dijo el hombre.
La mujer se detuvo. No se volvi\u00f3. S\u00f3lo escuch\u00f3 la voz del hombre, muy lejos.
\u2014\u00a1Hay alguien en el agua ahog\u00e1ndose!
Ella no se pod\u00eda mover. Oy\u00f3 los pies del hombre que corr\u00edan.
\u2014\u00a1Esp\u00e9rame aqu\u00ed! \u2014grit\u00f3 \u00e9l\u2014. \u00a1Volver\u00e9 enseguida! \u00a1Hay alguien all\u00ed! \u00a1Me parece que es una mujer!
\u2014\u00a1Deja que los ba\u00f1eros la saquen!
\u2014\u00a1No hay ninguno! \u00a1Terminaron la guardia, es tarde!
Corri\u00f3 a la orilla, al mar, a las olas.
\u2014\u00a1Vuelve! \u2014chill\u00f3 ella\u2014. \u00a1No hay nadie! \u00a1No, oh!
\u2014\u00a1No te preocupes, volver\u00e9 enseguida! Se est\u00e1 ahogando all\u00ed, \u00bfves?
La niebla lleg\u00f3, la lluvia tamborile\u00f3, una luz blanca y relampagueante se levant\u00f3 sobre las olas. El hombre corri\u00f3 y la mujer del traje de ba\u00f1o negro corri\u00f3 detr\u00e1s, desparramando implementos de playa, llorando, con l\u00e1grimas que le brotaban a mares de los ojos.
\u2014\u00a1No!
Tendi\u00f3 las manos.
El hombre salt\u00f3 dentro de una ola obscura que embest\u00eda.
La mujer del traje de ba\u00f1o negro esper\u00f3 bajo la lluvia.
A las seis el sol se puso en alguna parte detr\u00e1s de las nubes negras. La lluvia repiqueteaba suavemente en el agua, como un tambor distante. Debajo del mar, un luminoso movimiento blanco.
La forma suave, la espuma, la hierba, las largas hebras de extra\u00f1o pelo verde flotaban en el agua. En el resplandor agitado, muy abajo, estaba el hombre.
Fr\u00e1gil. La espuma burbujeaba y estallaba. El cerebro de coral escarchado golpe\u00f3 un guijarro con un pensamiento, que se desvaneci\u00f3 enseguida. Hombres. Fr\u00e1giles. Se rompen como mu\u00f1ecos. Nada, nada. Un minuto debajo del agua y se sienten mal, se distraen, vomitan, patalean y de pronto se quedan ah\u00ed, sin hacer nada. Sin hacer absolutamente nada. Extra\u00f1o. Decepcionante despu\u00e9s de tantos d\u00edas de espera.
\u00bfQu\u00e9 hacer con \u00e9l ahora? Le cuelga la cabeza, se le abre la boca, los p\u00e1rpados est\u00e1n flojos, los ojos miran fijamente, la piel palidece. \u00a1Hombre tonto, despierta! \u00a1Despierta!
El mar se embraveci\u00f3 alrededor.
El hombre se mec\u00eda blandamente, flojo, la boca abierta.
La fosforescencia, la hierba de pelo verde se retir\u00f3.
El hombre se solt\u00f3. Una ola lo devolvi\u00f3 a la orilla silenciosa. A la mujer que lo estaba esperando bajo la lluvia fr\u00eda.
La lluvia ca\u00eda como un diluvio sobre las aguas negras.
A la distancia, bajo el cielo de plomo, desde la orilla crepuscular, una mujer grit\u00f3.
Ah \u2014el antiguo polvo se agitaba perezosamente en el agua\u2014. \u00bfNo es como una mujer? \u00a1Ahora ella tampoco lo quiere!
A las siete la lluvia ca\u00eda densa. Era de noche y hac\u00eda mucho fr\u00edo y los hoteles a orillas del mar tuvieron que encender la calefacci\u00f3n.<\/span><\/span><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"