{"id":265,"date":"2017-11-09T21:41:18","date_gmt":"2017-11-09T21:41:18","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=265"},"modified":"2019-03-08T14:51:05","modified_gmt":"2019-03-08T14:51:05","slug":"la-muerte-de-un-piloto","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/la-muerte-de-un-piloto\/","title":{"rendered":"LA MUERTE DE UN PILOTO"},"content":{"rendered":"
E<\/span>l piloto que despert\u00f3 en la Base A\u00e9rea, temprano, en una ma\u00f1ana de primavera, era instructor de vuelo. Sus padres que eran polacos de nacimiento hablaban mal el espa\u00f1ol pero ten\u00edan un coraz\u00f3n grande. Aunque La Cumparsita era conocida en Europa no gustaban de escuchar tango. Sin embargo, Piloto con su Spika recorr\u00eda, en sus horas libres, todos los programas que difund\u00edan el dos por cuatro del pentagrama. La m\u00fasica popular era, para \u00e9l, un medio para so\u00f1ar y despejar de su intelecto la rutina de ense\u00f1ar a volar. Al incorporarse pudo ver en el suelo el manual de vuelo por instrumentos y al levantar la vista, sobre el escritorio de su habitaci\u00f3n, los manuales del avi\u00f3n y navegaci\u00f3n a\u00e9rea. Record\u00f3 que en el briefing de primera hora deb\u00eda explicar a los alumnos pilotos con precisi\u00f3n acad\u00e9mica, los instrumentos de navegaci\u00f3n instalados en la cabina del avi\u00f3n.<\/p>\n Ser piloto se le ocurri\u00f3 un d\u00eda de verano en su barrio de Punta Carretas. Exponiendo parte de su cuerpo a los rayos del sol en la playa Ram\u00edrez observ\u00f3, anteponiendo mano y brazo para evitar la hiriente luminosidad del astro, c\u00f3mo una escuadrilla de aviones a reacci\u00f3n, en empinado viraje, sobrevolaban la rambla en direcci\u00f3n a la escollera Sarand\u00ed. El ruido fue ensordecedor y molest\u00f3 a sus compa\u00f1eros del liceo Zorrilla. \u00c9l se pregunt\u00f3 muchas cosas, entre ellas, quienes los volaban e imagin\u00f3 una vida de aventuras. En su barrio manejaba la camioneta Skoda de su padre y not\u00f3, en aquel momento, cierta pasi\u00f3n por la conducci\u00f3n. Pilotear un avi\u00f3n \u00bfcolmar\u00eda su aspiraci\u00f3n? Sus hermanas mayores lo expresaban a menudo: Tienes que elegir una carrera, nadie puede vivir sin trabajar. <\/em>Poco le importaba, entonces, esas prevenciones. Sin embargo, a partir de ese d\u00eda, comenz\u00f3 a interesarse por el tema. Se aficion\u00f3 a la lectura b\u00e9lica y por sus manos pasaron los Pierre Clostermann, Douglas Bader, Adolf Galland y, sobre todo, Antoine de Saint- Exup\u00e9ry. Pronto se vio sentado en la cabina de un avi\u00f3n.<\/p>\n En el camino hacia el anfiteatro, dos soldados del segundo turno de guardia lo obligaron a contestar el saludo militar. El sol resaltaba el blanco de las paredes y daba mejor aspecto a las tejas rojas de la techumbre. Una peque\u00f1a fuente de agua de estilizada estructura le pareci\u00f3 hermosa y adecuada al estilo colonial de los edificios. Sentado frente a su escritorio y sus alumnos, esper\u00f3, somnoliento pero sin perder detalle, la finalizaci\u00f3n del informe meteorol\u00f3gico. All\u00ed estaban ellos, esperando por sus palabras; unos, parec\u00edan expectantes y atentos, otros m\u00e1s confiados en su memoria. Tenientes y alf\u00e9reces sujetaban su comportamiento al culto de las formas donde la seriedad sobreviene de la aplicaci\u00f3n de los reglamentos.<\/p>\n Celoso de su prestigio, Piloto desarm\u00f3 el modelo del indicador radio magn\u00e9tico en principios, partes mec\u00e1nicas y ondas el\u00e9ctricas. Como si de un rompecabezas se tratara fue uniendo sus piezas hasta que el ejemplo fue estampado en un gr\u00e1fico que esclarec\u00eda, sin dudas, qu\u00e9 era, c\u00f3mo funcionaba y para qu\u00e9 serv\u00eda. Nadie hizo pregunta alguna porque le reconoc\u00edan su obsesi\u00f3n por la totalidad y la certeza del conocimiento. Sin embargo, alguien tom\u00f3 nota de una extra\u00f1a actitud en \u00e9l cuando al ponerse de pie se retir\u00f3 sin indicar el tema de la pr\u00f3xima clase, a la ma\u00f1ana siguiente.<\/p>\n Uno, dos, tres vuelos de instrucci\u00f3n lo obligaron a permanecer, durante todo el d\u00eda, enfundado en su mono de vuelo color verde oliva. De esta forma consideraba que su vida se llenaba de m\u00e1gicas creaciones porque, pensaba, cada acci\u00f3n que se emprende es una obra registrada por el vuelo de su avi\u00f3n.<\/em> La tarde noche ten\u00eda una expectativa especial: una navegaci\u00f3n nocturna en formaci\u00f3n. Motivo que precipit\u00f3 una llamada telef\u00f3nica:<\/p>\n –Vas a extra\u00f1ar mi visita, el vuelo nocturno impide mi presencia.<\/p>\n Silencio, enojo y tolerancia.<\/p>\n –Recuerda que hoy es un d\u00eda especial para m\u00ed \u2013dijo una voz c\u00e1lida y\u00a0\u00a0 joven.<\/p>\n –Ma\u00f1ana prometo ir y darte dos besos. \u2013respondi\u00f3 con cierto pesar.<\/p>\n –Ese argumento no me convence. Si la decisi\u00f3n est\u00e1 tomada, poco puedo hacer yo.<\/p>\n Despedida c\u00e1lida con pesar y desilusi\u00f3n. Colg\u00f3 el tel\u00e9fono verde con discado de n\u00fameros y letras, cogi\u00f3 su campera de vuelo y con extremo cuidado se asegur\u00f3 de llevar su cartilla, hoja de navegaci\u00f3n y linterna. Camino de operaciones sinti\u00f3 en su rostro la tibieza del aire anunciando la proximidad del verano. El sol declinaba, la Base enlentec\u00eda su ritmo y los espacios verdes eran acariciados por el riego autom\u00e1tico de unos mec\u00e1nicos difusores de agua. El Teniente Riciardo, lo sac\u00f3 de su ensimismamiento:<\/p>\n –Hoy tienes el privilegio de ser el gu\u00eda de la formaci\u00f3n. Caldas y yo los numerales con Candales y Tomasi, los alumnos.<\/p>\n –Es el momento de tener esa dispensa. \u2014dijo Piloto con cierta expresi\u00f3n de alivio.<\/p>\n C\u00e1ndido estaba agotado y feliz. La jornada, adem\u00e1s de intensa, result\u00f3 acogedora. La realidad encadena los buenos acontecimientos y luego, en la b\u00fasqueda de un equilibrio prof\u00e9tico, desencadena de los otros, los del infortunio. Pero C\u00e1ndido, por naturaleza era emprendedor y optimista. Sus ancestros y su vida en el campo, lo hac\u00edan un hombre moderadamente gregario. Amaba a su esposa que hoy, en la ciudad, le hab\u00eda dado un hijo, su primog\u00e9nito. Tal fue su agitaci\u00f3n que, una vez enterado, aceler\u00f3 su trabajo en el tambo para poder conocer a su hijo. De regreso, en la tarde, vio como sus manos temblaban de la emoci\u00f3n que le hab\u00eda producido, el apacible aspecto de su v\u00e1stago. La mujer de su pe\u00f3n fue la primera en felicitarlo porque su marido arriaba las vacas lecheras hacia el predio cercano, a la construcci\u00f3n que guardaba m\u00e1quinas y tanques de su establecimiento. Cuando todo estuvo en orden, prepar\u00f3 el mate e invit\u00f3 a su pe\u00f3n para compartirlo debajo del alero de su casa.<\/p>\n Previo al decolaje, las tripulaciones se reunieron en la Sala de Operaciones. Caldas, cartilla en mano, repas\u00f3 el itinerario del vuelo y pidi\u00f3 a los pilotos que ajustaran sus relojes. Piloto se mantuvo ajeno y silencioso, s\u00f3lo tom\u00f3 algunas notas que le parec\u00edan importantes. Ensimismado, disfrutaba de aquella rutina, una solemnidad en la que todos los pasos eran cumplidos con esmerada formalidad y dedicaci\u00f3n. Not\u00f3 cierta excitaci\u00f3n en los alumnos pilotos ante la expectativa de su primer vuelo de navegaci\u00f3n nocturna en formaci\u00f3n, una lecci\u00f3n que el nuevo Jefe de Grupo A\u00e9reo se hab\u00eda empe\u00f1ado en incorporar dentro de su programa revitalizador del reconocimiento t\u00e1ctico.<\/p>\n La orden para el encendido simult\u00e1neo de los motores fue dada por la frecuencia de radio y las calzas las retiraron los mec\u00e1nicos de l\u00ednea, ahora manidos de linternas para guiar a los aviones. La voz del controlador, grave y pausada, alent\u00f3 el recorrido de los tres aviones hacia la pista de despegue. Fue all\u00ed que Piloto, alineado en el centro de la misma hizo encender las luces y dar potencia iniciando la carrera de decolaje. Mir\u00f3 alternativamente hacia uno y otro lado disfrutando imaginar, en la declinante luz del crep\u00fasculo, las expresiones de preocupaci\u00f3n de los alumnos esmer\u00e1ndose por mantener la posici\u00f3n que con exactitud ilustrada establec\u00eda el manual de vuelo. Cuando dirigi\u00f3 su vista hacia el frente apreci\u00f3 la agradable sensaci\u00f3n provocada por el cercano y ondulante terreno de empobrecidas sombras. Una marcada vibraci\u00f3n de su motor lo oblig\u00f3 recorrer el panel de su cabina y observar, en la sugerente iluminaci\u00f3n anaranjada del taqu\u00edmetro, una oscilaci\u00f3n de la aguja. Tom\u00f3 nota para luego desestimar la alarma cuando, ajustada la potencia para el vuelo recto y nivelado, la indicaci\u00f3n moder\u00f3 su manifestaci\u00f3n manteni\u00e9ndose aquietada.<\/p>\n \u00a1Qu\u00e9 bien resplandecen, a lo lejos, las luces de la ciudad?<\/em>, pens\u00f3 Piloto, para luego recorrer\u00a0 con su mirada todo el panorama que facilitaban los seis mil pies de altitud. Sobre su carta de navegaci\u00f3n visual pudo, en un ejercicio profesional, identificar los nombres de aquellas poblaciones, grandes y medianas sin poder imaginar la cercan\u00eda de su gente. La noche sobrecog\u00eda y ense\u00f1oreaba. Piloto mir\u00f3 su interior y \u00e9ste le dec\u00eda muchas cosas. Su vida un c\u00e1lido acierto, su avi\u00f3n el instrumento m\u00e1s valioso de sus sue\u00f1os, sus proyectos inabarcables por su multiplicidad. La aviaci\u00f3n ense\u00f1a muchas cosas, <\/em>pens\u00f3, tratando de articular su mensaje con palabras. No las descubri\u00f3, entonces, <\/em>se dijo, es el silencio el que acapara su secreto. Vaya, <\/em>continu\u00f3, es la br\u00fajula que marca el rumbo, la cabina te\u00f1ida de rojo fluorescente, la gravedad derrotada por la potencia del motor, el horizonte perdido en el \u00e1pice de un looping, la secuencia vertiginosa del vuelo bajo\u2026 <\/em><\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 <\/em>Inesperadamente, un golpe que suena a ruptura, vibraciones que se tornan incontrolables, incertidumbre que genera aprensi\u00f3n.<\/p>\n –Numeral tres a gu\u00eda, tiene fuego en el motor –, exclam\u00f3 Riciardo, sorprendido y preocupado, cuando apreci\u00f3 c\u00f3mo la luz azulada que desped\u00eda el tubo de escape del motor se transformaba en una larga e intermitente llamarada roja.<\/p>\n –Numeral dos a numeral tres, abra formaci\u00f3n y reporte la emergencia a la Base. Yo acompa\u00f1o al gu\u00eda.<\/p>\n Piloto aplic\u00f3 el procedimiento paso a paso consciente del futuro inmediato. Las vibraciones lo fastidiaron y una maldici\u00f3n sali\u00f3 de su boca.<\/p>\n –Numeral dos a gu\u00eda, tienes que lanzarte, usa el paraca\u00eddas.<\/p>\n Piloto no escuch\u00f3 antes, ni en ese instante. Gir\u00f3 su cabeza para observar la difusa figura de Caldas gesticulando con su brazo derecho. S\u00f3lo atin\u00f3 a levantar su mano abierta para tranquilizarlo. Las vibraciones cesaron, pero un humo espeso dificultaba su visi\u00f3n exterior. Sin propon\u00e9rselo su pensamiento se transform\u00f3 en un lenguaje reproducido en decenas, cientos de im\u00e1genes acogedoras. Presion\u00f3 su comando hacia adelante para mantener una velocidad que declinaba. Caldas insist\u00eda con sus movimientos, ahora con cierto desaliento. Piloto, en cambio, sinti\u00f3 la generosa asistencia de su optimismo tonificado por la extendida luminosidad de la luna llena sobre un terreno cada vez m\u00e1s cercano.<\/p>\n C\u00e1ndido y el pe\u00f3n, debajo del alero, silenciaron sus voces cuando un sonido agudo precedi\u00f3 al ruido intempestivo del impacto y su refulgente luminosidad. Sin pensarlo, se incorporaron e iniciaron una apresurada carrera hacia el lugar, doscientos metros m\u00e1s all\u00e1 de las casas que habitaban.<\/p>\n Julio D\u00edaz<\/p>\n B.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" El piloto que despert\u00f3 en la Base A\u00e9rea, temprano, en una ma\u00f1ana de primavera, era instructor de vuelo. Sus padres que eran polacos de nacimiento hablaban mal el espa\u00f1ol pero ten\u00edan un coraz\u00f3n grande. Aunque La Cumparsita era conocida en Europa no gustaban de escuchar tango. 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