{"id":2752,"date":"2022-07-14T17:07:51","date_gmt":"2022-07-14T17:07:51","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=2752"},"modified":"2022-07-14T17:07:54","modified_gmt":"2022-07-14T17:07:54","slug":"americo-vespucio","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/americo-vespucio\/","title":{"rendered":"Am\u00e9rico Vespucio"},"content":{"rendered":"
\u00bf<\/span>EN HONOR A QU\u00c9 HOMBRE lleva Am\u00e9rica el nombre de Am\u00e9rica? Cualquier escolar responder\u00e1 a esta pregunta, prontamente y sin vacilar: \u201cEn honor a Am\u00e9rico Vespucio\u201d. Pero una segunda pregunta suscitar\u00e1, a\u00fan en los mayores, cierta perplejidad. Es \u00e9sta: \u00bfPor qu\u00e9 se bautiz\u00f3 a ese continente precisamente con el nombre de Am\u00e9rico Vespucio? \u00bfAcaso Vespucio lo descubri\u00f3? \u00bfO fue acaso el primero en pisar no ya las islas aleda\u00f1as sino la verdadera tierra firme? Tampoco es esta raz\u00f3n pues no fue Vespucio, sino Col\u00f3n y Sebasti\u00e1n Caboto quienes primero hollaron el nuevo continente. \u00bfFue entonces, tal vez, porque afirm\u00f3 falsamente haber sido el primero en tocar tierra aqu\u00ed? Vespucio jam\u00e1s invoc\u00f3 semejante privilegio ante instancia alguna. \u00bfO es que acaso, impulsado por su vanidad propuso como hombre de ciencia y cart\u00f3grafo su propio nombre para denominar el nuevo continente? No; tampoco hizo eso nunca, y es probable que en toda su vida jam\u00e1s se haya enterado de esa denominaci\u00f3n. Pero, si no hizo nada de todo eso, \u00bfpor qu\u00e9 recay\u00f3 justamente en \u00e9l la distinci\u00f3n que conserva su nombre para los tiempos de los tiempos? \u00bfC\u00f3mo se explica entonces que Am\u00e9rica no se llame Colombia sino Am\u00e9rica?<\/p>\n La historia de un hombre que a ra\u00edz de un viaje que nunca realiz\u00f3, ni afirm\u00f3 jam\u00e1s haber efectuado, logra la enorme gloria de ser elevado su nombre a la designaci\u00f3n del cuarto continente de nuestra Tierra, es la historia de toda una cadena de casualidades, equ\u00edvocos y malentendidos. Desde hace cuatro siglos, esa denominaci\u00f3n sorprende al mundo y lo enfada. Se acusa a Am\u00e9rico Vespucio de haberse apoderado p\u00e9rfidamente de ese honor mediante maquinaciones desleales y oscuras; y ese pleito alrededor de \u201cun enga\u00f1o con falsas apariencias\u201d ha sido ventilado ante distintas instancias cient\u00edficas. Unas lo han absuelto, otras lo han condenado a la verg\u00fcenza eterna, y cuando m\u00e1s apod\u00edcticamente sus defensores lo han declarado inocente, con m\u00e1s apasionado ardor sus contrarios lo han culpado de enga\u00f1o, falsificaci\u00f3n y a\u00fan de robo. Esas pol\u00e9micas, con todas sus hip\u00f3tesis, pruebas y contrapruebas, llenan bibliotecas enteras; los unos consideran al padrino de bautismo de Am\u00e9rica con un amplificador mundi<\/em>, uno de los grandes ensanchadores de nuestro mundo, descubridor, navegante, sabio de rango supremo, mientras los otros ven en \u00e9l al estafador m\u00e1s atrevido de la historia de la geograf\u00eda. \u00bfDe qu\u00e9 parte est\u00e1 la verdad, o digamos, m\u00e1s cautelosamente, la extrema probabilidad?<\/p>\n Desde hace ya mucho tiempo, el caso Vespucio ha dejado de ser un problema geogr\u00e1fico o filol\u00f3gico. Es un juego de ingenio en el que puede ensayarse cualquier curioso y, adem\u00e1s, un juego f\u00e1cil de abarcar con la mirada, por involucrar pocas figuras, pues el opus <\/em>literario completo de Vespucio que conocemos, abarca, incluyendo todos los documentos, in summa, <\/em>de cuarenta cincuenta p\u00e1ginas. Por eso me he cre\u00eddo yo con derecho a mover una vez m\u00e1s a esas figuras y a jugar la c\u00e9lebre partida maestra de la Historia con su multitud de movimientos sorprendentes y equivocados. La \u00fanica exigencia de \u00edndole geogr\u00e1fica que mi reconstrucci\u00f3n impone al lector es \u00e9sta: olvidar todas sus nociones de geograf\u00eda moderna y borrar por un momento de su mapa interior la forma, configuraci\u00f3n y hasta la existencia de Am\u00e9rica. S\u00f3lo quienes logren inundar su alma con la penumbra e incertidumbre de aqu\u00e9l siglo, podr\u00e1n comprender la sorpresa y el entusiasmo que embarg\u00f3 a una generaci\u00f3n cuando los primeros contornos de un mundo insospechado empezaron a dibujarse sobre un \u00e1mbito que hasta entonces no ten\u00eda confines. Pero cuando la humanidad conoce algo nuevo, quiere darle un nombre. Cuando se siente embriagada por el entusiasmo, quiere que sus labios vibren en el goce lanzando un grito de j\u00fabilo. Por eso aqu\u00e9l d\u00eda en que el viento del azar le arroj\u00f3 de repente un nombre, fue un d\u00eda de dicha, y sin preguntar por el derecho o la justicia, recogi\u00f3 impaciente la palabra sonora, vibrante, y salud\u00f3 a su mundo nuevo con su nuevo, su eterno nombre de Am\u00e9rica.<\/p>\n Stefan Zweig: \u201cAm\u00e9rico Vespucio. Historia de una<\/em><\/p>\n Inmortalidad a la que Am\u00e9rica debe su nombre.\u201d<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" \u00bfEN HONOR A QU\u00c9 HOMBRE lleva Am\u00e9rica el nombre de Am\u00e9rica? Cualquier escolar responder\u00e1 a esta pregunta, prontamente y sin vacilar: \u201cEn honor a Am\u00e9rico Vespucio\u201d. Pero una segunda pregunta suscitar\u00e1, a\u00fan en los mayores, cierta perplejidad. 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