{"id":2898,"date":"2022-12-21T22:57:30","date_gmt":"2022-12-21T22:57:30","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=2898"},"modified":"2022-12-21T22:57:31","modified_gmt":"2022-12-21T22:57:31","slug":"relato-de-acontecimiento-cuento-de-ruben-fonseca","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/relato-de-acontecimiento-cuento-de-ruben-fonseca\/","title":{"rendered":"Relato de acontecimiento Cuento de Ruben Fonseca."},"content":{"rendered":"
En la madrugada<\/span> del d\u00eda 3 de mayo, una vaca marr\u00f3n camina por el puente del r\u00edo Coroado, en el kil\u00f3metro 53, en direcci\u00f3n a Rio de Janeiro. En la madrugada del d\u00eda 3 de mayo, una vaca marr\u00f3n camina por el puente del r\u00edo Coroado, en el kil\u00f3metro 53, en direcci\u00f3n a Rio de Janeiro. Un autob\u00fas de pasajeros de la empresa \u00danica Auto \u00d3mnibus, placas RF 80-07-83 y JR 81-12-27, circula por el puente del r\u00edo Coroado en direcci\u00f3n a S\u00e3o Paulo. […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":2899,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[10,19,34],"tags":[],"class_list":{"0":"post-2898","1":"post","2":"type-post","3":"status-publish","4":"format-standard","5":"has-post-thumbnail","7":"category-cuentos-cortos","8":"category-los-mejores-cuentos-clasicos","9":"category-otros","10":"czr-hentry"},"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/2898","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=2898"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/2898\/revisions"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/2899"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=2898"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=2898"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=2898"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
Un autob\u00fas de pasajeros de la empresa \u00danica Auto \u00d3mnibus, placas RF 80-07-83 y JR 81-12-27, circula por el puente del r\u00edo Coroado en direcci\u00f3n a S\u00e3o Paulo.
Cuando ve a la vaca, el conductor Pl\u00ednio Sergio intenta desviarse. Golpea a la vaca, golpea en el muro del puente, el autob\u00fas se precipita al r\u00edo.
Encima del puente la vaca est\u00e1 muerta.
Debajo del puente est\u00e1n muertos: una mujer vestida con un pantal\u00f3n largo y blusa amarilla, de veinte a\u00f1os presumiblemente y que nunca ser\u00e1 identificada; Ov\u00eddia Monteiro, de treinta y cuatro a\u00f1os; Manuel dos Santos Pinhal, portugu\u00e9s, de treinta y cinco a\u00f1os, que usaba una cartera de socio del Sindicato de Empleados de las F\u00e1bricas de Bebidas; el ni\u00f1o Reinaldo de un a\u00f1o, hijo de Manuel; Eduardo Varela, casado, cuarenta y tres a\u00f1os.
El desastre fue presenciado por El\u00edas Gentil dos Santos y su mujer Luc\u00edlia, vecinos del lugar. El\u00edas manda a su mujer por un cuchillo a la casa. \u00bfUn cuchillo?, pregunta Luc\u00edlia. Un cuchillo, r\u00e1pido, idiota, dice El\u00edas. Est\u00e1 preocupado. \u00a1Ah!, se da cuenta Luc\u00edlia. Luc\u00edlia corre.
Aparece Marc\u00edlio da Concei\u00e7\u00e3o. El\u00edas lo mira con odio. Aparece tambi\u00e9n Ivonildo de Moura J\u00fanior. \u00a1Y aquella bestia que no trae el cuchillo!, piensa El\u00edas. Siente rabia contra todo el mundo, sus manos tiemblan. El\u00edas escupe en el suelo varias veces, con fuerza, hasta que su boca se seca. Buenos d\u00edas, don El\u00edas, dice Marc\u00edlio. Buenos d\u00edas, dice El\u00edas entre dientes, mirando a los lados, \u00a1este mulato!, piensa El\u00edas.
Qu\u00e9 cosa, dice Ivonildo, despu\u00e9s de asomarse por el muro del puente y ver a los bomberos y a los polic\u00edas abajo. Sobre el puente, adem\u00e1s del conductor de un carro de la Polic\u00eda de Caminos, est\u00e1n s\u00f3lo El\u00edas, Marc\u00edlio e Ivonildo.
La situaci\u00f3n no est\u00e1 bien, dice El\u00edas mirando a la vaca. No logra apartar los ojos de la vaca.
Es cierto, dice Marc\u00edlio.
Los tres miran a la vaca.
A lo lejos se ve el bulto de Luc\u00edlia, corriendo.
El\u00edas volvi\u00f3 a escupir. Si pudiera, yo tambi\u00e9n ser\u00eda rico, dice El\u00edas. Marc\u00edlio e Ivonildo balancean la cabeza, miran la vaca y a Luc\u00edlia, que se acerca corriendo. A Luc\u00edlia tampoco le gusta ver a los dos hombres. Buenos d\u00edas do\u00f1a Luc\u00edlia, dice Marc\u00edlio. Luc\u00edlia responde moviendo la cabeza. \u00bfTard\u00e9 mucho?, pregunta, sin aliento, al marido.
El\u00edas asegura el cuchillo en la mano, como si fuera un pu\u00f1al; mira con odio a Marc\u00edlio e Ivonildo. Escupe en el suelo. Corre hacia la vaca.
En el lomo es donde est\u00e1 el filete, dice Luc\u00edlia. El\u00edas corta la vaca.
Marc\u00edlio se acerca. \u00bfMe presta usted despu\u00e9s su cuchillo, don El\u00edas?, pregunta Marc\u00edlio. No, responde El\u00edas.
Marc\u00edlio se aleja, caminando de prisa. Ivonildo corre a gran velocidad.
Van por cuchillos, dice El\u00edas con rabia, ese mulato, ese cornudo. Sus manos, su camisa y su pantal\u00f3n est\u00e1n llenos de sangre. Debiste haber tra\u00eddo una bolsa, un saco, dos sacos, imb\u00e9cil. Ve a buscar dos sacos, ordena El\u00edas.
Luc\u00edlia corre.
El\u00edas ya cort\u00f3 dos pedazos grandes de carne cuando aparecen, corriendo, Marc\u00edlio y su mujer, Dalva, Ivonildo y su suegra, Aurelia, y Erandir Medrado con su hermano Valfrido Medrado. Todos traen cuchillos y machetes. Se echan encima de la vaca.
Luc\u00edlia llega corriendo. Apenas y puede hablar. Est\u00e1 embarazada de ocho meses, sufre de helmintiasis y su casa est\u00e1 en lo alto de una loma. Luc\u00edlia trajo un segundo cuchillo. Luc\u00edlia corta en la vaca.
Alguien pr\u00e9steme un cuchillo o los arresto a todos, dice el conductor del carro de la polic\u00eda. Los hermanos Medrado, que trajeron varios cuchillos, prestan uno al conductor.
Con una sierra, un cuchillo y una hachuela aparece Jo\u00e3o Leit\u00e3o, el carnicero, acompa\u00f1ado por dos ayudantes.
Usted no puede, grita El\u00edas.
Jo\u00e3o Leit\u00e3o se arrodilla junto a la vaca.
No puede, dice El\u00edas dando un empuj\u00f3n a Jo\u00e3o. Jo\u00e3o cae sentado.
No puede, gritan los hermanos Medrado.
No puede, gritan todos, con excepci\u00f3n del polic\u00eda.
Jo\u00e3o se aparta; a diez metros de distancia, se detiene; con sus ayudantes, permanece observando.
La vaca est\u00e1 semidescarnada. No fue f\u00e1cil cortar el rabo. La cabeza y las patas nadie logr\u00f3 cortarlas. Nadie quiso las tripas.
El\u00edas llen\u00f3 los dos sacos. Los otros hombres usan las camisas como si fueran sacos.
El primero que se retira es El\u00edas con su mujer. Hazme un bistec, le dice sonriendo a Luc\u00edlia. Voy a pedirle unas papas a do\u00f1a Dalva, te har\u00e9 tambi\u00e9n unas papas fritas, responde Luc\u00edlia.
Los despojos de la vaca est\u00e1n extendidos en un charco de sangre. Jo\u00e3o llama con un silbido a sus auxiliares. Uno de ellos trae un carrito de mano. Los restos de la vaca son colocados en el carro. Sobre el puente s\u00f3lo queda una poca de sangre.<\/span>
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