{"id":311,"date":"2017-11-29T16:58:02","date_gmt":"2017-11-29T16:58:02","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=311"},"modified":"2019-02-24T00:12:40","modified_gmt":"2019-02-24T00:12:40","slug":"memoria-sumergida","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/memoria-sumergida\/","title":{"rendered":"Memoria sumergida"},"content":{"rendered":"

<\/h4>\n

\u201cEl borde del abismo estaba representado por una ancha faja\u00a0 de espuma resplandeciente\u2026\u201d<\/em><\/strong><\/p>\n

\u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0\u201cDescenso al Maelstr\u00f3n\u201d\u00a0\u00a0\u00a0<\/em><\/strong><\/p>\n

\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0Edgar Allan Poe.<\/em><\/strong><\/p>\n

E<\/span>llos llegaron con un remolcador de altura repleto de gente. Buzos, camar\u00f3grafos, arque\u00f3logos submarinos, periodistas, embajadores y un viejito rubio, ex tripulante, que pondr\u00eda las l\u00e1grimas, lo \u00fanico sincero en la calculada puesta en escena del despojo. Hab\u00eda tambi\u00e9n un Capit\u00e1n de Nav\u00edo de impoluta blancura y ruido, mucho ruido. Por encima del tumulto la gr\u00faa enorme, guillotina de hierro y sue\u00f1os, empeque\u00f1ec\u00eda, a\u00fan m\u00e1s, a los hombres. Para nosotros, flotando muy cerca en el humilde \u201cFiordo\u201d, era de hora de regresar. En tanto nos alej\u00e1bamos abatidos los cazadores se abalanzaron, irreverentes, sobre el mamut indefenso.<\/p>\n

Hab\u00edamos ido muchas veces. Cinco minutos despu\u00e9s de dejar el \u201cCalpean Star\u201d divis\u00e1bamos las boyas y entonces una inquietud creciente nos ganaba. Delante de nosotros el mar se quebraba como un arrecife emergiendo peligrosamente pr\u00f3ximo, extendi\u00e9ndose entre remolinos y espuma. Es una mancha oscura\u00a0 que en d\u00edas de agua clara sobrecoge a navegantes inadvertidos. Los pescadores no se acercan\u00a0 al l\u00edmite que marcan las boyas cabeceando ominosas sobre los restos. Apag\u00e1bamos el motor para acercarnos lentamente con los remos. En el repentino silencio escuch\u00e1bamos el ruido del mar cayendo en una enorme garganta. Un olor fuerte a combustible pesado nos envolv\u00eda.<\/p>\n

Depositaron el despojo en el puerto capitalino. Delante del trofeo se sacaron fotos los embajadores, el prefecto, las autoridades y los amigos. Hubo discursos que parecieron trascendentes y fotog\u00e9nicos abrazos entre antiguos enemigos y en la primera p\u00e1gina de los diarios, previsiblemente, el ex tripulante lloraba por ex combatiente o por viejo. Durante unos d\u00edas los montevideanos memoriosos contaron a sus nietos historias no siempre fidedignas y la prensa confundi\u00f3 fechas, nombres y acontecimientos. Despu\u00e9s todo volvi\u00f3 a la calma.<\/p>\n

Esa ma\u00f1ana que partimos rumbo al barco, el club estaba desierto. En el piso del \u201cFiordo\u201d el equipo de buceo parec\u00eda sacado de un museo. El cintur\u00f3n de lastre era una cuerda con cuatro pesas de plomo. Mi compa\u00f1ero de traves\u00eda parec\u00eda no advertir la trascendencia de la cosa. Prendi\u00f3 el motor y aceler\u00f3 rumbo al Oeste. Su despreocupado aspecto me irritaba, claro \u2013 me dije – el que va a bajar soy yo. Sentado en proa, apretado y traspirado en mi traje de neopreno, repar\u00e9 en sus grandes manos y las imagin\u00e9 apoyadas en la delicada barbilla de una ninfa sometida a tratamiento de conducto. Ahora estaban ocupadas asegurando un roz\u00f3n al extremo de una cuerda con nudos – cada uno es un metro coment\u00f3 – y hay diez. Y rasc\u00e1ndose cada tanto la barba pelirroja sigui\u00f3 aproando al Oeste.<\/p>\n

Los movimientos perist\u00e1lticos comenzaron cuando dejamos atr\u00e1s el \u201cCalpean\u201d. Para disimular mi excitaci\u00f3n me calc\u00e9 las patas de rana. El mar estaba crecido y calmo. En alg\u00fan lugar debajo de las boyas que limitan el naufragio se un esconde un monstruo de diez mil toneladas de acero. Trato de no pensar en la fragilidad del bote o la distancia que nos separa de la costa, debo evitar esa sensaci\u00f3n de abismo tan pr\u00f3xima al p\u00e1nico. Mi barbado compa\u00f1ero se divierte con el roz\u00f3n tratando de engancharlo. Por dos veces el gancho se ha zafado y yo respiro aliviado -\u00a1Ah\u00ed est\u00e1! – grita de pronto – Si!\u00a0 Si! Ahora no se suelta – exclama exultante – Ponete el tanque! Me ayuda con el equipo y me alienta con gritos y grandes manotazos. Me siento de espaldas a la borda del bote. Antes de dejarme caer me doy cuenta que, por primera vez, este inveterado pescador, no trajo ninguna ca\u00f1a.<\/p>\n

Lentamente desciendo por el cabo asegurado a la proa. S\u00fabitamente el fondo se oscurece. La superestructura del \u201cGraf-Spee\u201d cubre el limitado alcance de mi visi\u00f3n. Distingu\u00ed las puntas rojas del roz\u00f3n enganchado en la cubierta y entonces levant\u00e9 la cabeza. A mi derecha y por encima de m\u00ed, un ca\u00f1\u00f3n de 150 mm. se destacaba claramente en la penumbra sepia. Lo recorr\u00ed a horcajadas desde el cierre a la boca. La visibilidad era de unos tres metros. M\u00e1s all\u00e1 un paisaje difuso de grandes estructuras. Volv\u00ed a la superficie en tres oportunidades. A bordo del Fiordo mi compa\u00f1ero sacaba fotos, me interrogaba ansioso por lo que ve\u00eda y hasta puso una barreta entre el arn\u00e9s y el tanque orden\u00e1ndome -\u00a1Tra\u00e9 algo! –<\/p>\n

En la \u00faltima inmersi\u00f3n vi largas l\u00edneas de pesca enganchadas en los hierros y una gran red de pesca. Con la ayuda de la barreta recog\u00ed dos peque\u00f1os recuerdos. Se terminaba el aire. Cuando ascend\u00eda me sorprendi\u00f3 un fuerte golpe del tanque contra una chapa blindada. El acorazado nos consent\u00eda pero nos recomendaba precauci\u00f3n.<\/p>\n

En el muelle ni c\u00e1maras ni fanfarrias. Solo el chirriante ruido del malacate arrastrando el \u201cFiordo\u201d a la planchada con dos diminutos trozos del acorazado cubiertos de mejillones.<\/p>\n

Ellos han regresado. Vienen por el tel\u00e9metro y\u00a0 aseguran que seguir\u00e1n con los grandes ca\u00f1ones, la popa y finalmente lo que queda de la torre y la proa. Vuelven a ser tapa de todos los diarios y la principal noticia televisiva. Han cambiado de viejito excombatiente y son muchos los lustrosos nombres alemanes e ingleses que manejan los medios. Entre la ruda presencia de buzos y marineros un empresario puntaeste\u00f1o habla de lingas de acero y fuertes corrientes, ha cambiado el rosado de sus camisas por un recio sac\u00f3n. Y habla de historia. Nosotros, los del Oeste, decimos memoria. Mi abuelo, el cerro, la torre emergiendo calcinada en medio del r\u00edo, mi padre, los larga vistas prestados, el lento trascurrir del verano y el tranv\u00eda, la estaci\u00f3n Yatay, el humo de los trenes. Todos se han ido, todo ha cambiado. Menos el barco, memoria sumergida que adivinamos desde el muelle de nuestro club cuando nos convoca la nostalgia.<\/p>\n

Alguien deber\u00eda detener a los traficantes de memoria.<\/p>\n

A la enorme gr\u00faa y su aciaga tarea.<\/p>\n

\u00bfD\u00f3nde recuperaremos nuestros sue\u00f1os infantiles? Como imaginar que bajo la niebla que cubre el r\u00edo ya no estar\u00e1n los ca\u00f1ones ciegos, el desmesurado reflector y la escotilla abierta por donde bajaremos con mi abuelo al vientre del acorazado.<\/p>\n

Todo iluminado por una luz tenue, como la veladora que enciende mi madre en mi dormitorio proyectando sombras inquietantes en sus altas paredes.<\/p>\n

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Elbio Firpo.\u00a0 Febrero del 2004.<\/p>\n

\u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0 \u00a0\u00a0<\/strong><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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