{"id":3249,"date":"2024-02-05T13:06:23","date_gmt":"2024-02-05T13:06:23","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=3249"},"modified":"2024-02-24T23:42:38","modified_gmt":"2024-02-24T23:42:38","slug":"las-cartas-eduardo-galeano","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/las-cartas-eduardo-galeano\/","title":{"rendered":"Las cartas – Eduardo Galeano"},"content":{"rendered":"
J<\/strong>uan Ram\u00f3n Jim\u00e9nez abri\u00f3 el sobre en su cama del sanatorio, en las afueras de Madrid. Mir\u00f3 la carta, admir\u00f3 la fotograf\u00eda. Gracias a sus poemas, ya no estoy sola. Cu\u00e1nto he pensado en usted!, confesaba Georgina H\u00fcbner, la desconocida admiradora que le escrib\u00eda desde lejos. Ol\u00eda a rosas el papel rosado de aquella primera misiva, y estaba pintada de ros\u00e1ceas anilinas la foto de la dama que sonre\u00eda, hamac\u00e1ndose, en el rosedal de Lima. Juan Ram\u00f3n Jim\u00e9nez abri\u00f3 el sobre en su cama del sanatorio, en las afueras de Madrid. Mir\u00f3 la carta, admir\u00f3 la fotograf\u00eda. Gracias a sus poemas, ya no estoy sola. Cu\u00e1nto he pensado en usted!, confesaba Georgina H\u00fcbner, la desconocida admiradora que le escrib\u00eda desde lejos. Ol\u00eda a rosas el papel rosado de aquella primera […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":3250,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[10,19,34],"tags":[],"class_list":{"0":"post-3249","1":"post","2":"type-post","3":"status-publish","4":"format-standard","5":"has-post-thumbnail","7":"category-cuentos-cortos","8":"category-los-mejores-cuentos-clasicos","9":"category-otros","10":"czr-hentry"},"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/3249","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=3249"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/3249\/revisions"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/3250"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=3249"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=3249"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=3249"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nE<\/span>l poeta contest\u00f3. Y alg\u00fan tiempo despu\u00e9s, el barco trajo a Espa\u00f1a una nueva carta de Georgina. Ella le reprochaba su tono tan ceremonioso. Y viaj\u00f3 al Per\u00fa la disculpa de Juan Ram\u00f3n, perdone usted si le he sonado formal y creame si acuso a mi enemiga timidez, y as\u00ed se fueron sucediendo las cartas que lentamente navegaban entre el norte y el sur, entre el poeta enfermo y su lectora apasionada. Cuando Juan Ram\u00f3n fue dado de alta, y regres\u00f3 a su casa de Andaluc\u00eda, lo primero que hizo fue enviar a Georgina el emocionado testimonio de su gratitud, y ella contest\u00f3 palabras que le hicieron temblar la mano.
\nLas cartas de Georgina eran obra colectiva. Un grupo de amigos las escrib\u00eda desde una taberna de Lima. Ellos hab\u00edan inventado todo: la foto, las cartas, el nombre, la delicada caligraf\u00eda. Cada vez que llegaba carta de Juan Ram\u00f3n, los amigos se reun\u00edan, discut\u00edan la respuesta y pon\u00edan manos a la obra. Pero con el paso del tiempo, carta va, carta viene, las cosas fueron cambiando. Ellos proyectaban una carta y terminaban escribiendo otra, mucho m\u00e1s libre y volandera, quiz\u00e1 dictada por esa mujer que era hija de todos ellos, pero no se parec\u00eda a ninguno y a ninguno obedec\u00eda.
\nEntonces lleg\u00f3 el mensaje que anunciaba el viaje de Juan Ram\u00f3n. El poeta se embarcaba hacia Lima, hacia la mujer que le hab\u00eda devuelto la salud y la alegr\u00eda. Los amigos se reunieron de urgencia. \u00bfQu\u00e9 pod\u00edan hacer? \u00bfConfesar la verdad? \u00bfPedir disculpas? \u00bfDe qu\u00e9 servir\u00eda tama\u00f1a crueldad? Mucho debatieron el asunto. En la madrugada, al cabo de algunas botellas y de muchos cigarros, tomaron una decisi\u00f3n. Era una decisi\u00f3n desesperada, pero no hab\u00eda otra. Y sellaron el acuerdo: en silencio, encendieron una vela y soplaron todos a la vez.
\nAl d\u00eda siguiente, el c\u00f3nsul del Per\u00fa en Andaluc\u00eda golpe\u00f3 a la puerta de Juan Ram\u00f3n, en los olivares de Moguer. El c\u00f3nsul hab\u00eda recibido un telegrama de Lima:
\n\u00adGeorgina H\u00fcbner ha muerto.<\/p>\n<\/h5>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"