Cuenta la historia que hab\u00eda una vez un verdugo llamado Wang Lun, que viv\u00eda en el reino del segundo emperador de la dinast\u00eda Ming. Era famoso por su habilidad y rapidez al decapitar a sus v\u00edctimas, pero toda su vida hab\u00eda tenido una secreta aspiraci\u00f3n jam\u00e1s realizada todav\u00eda: cortar tan r\u00e1pidamente el cuello de una persona que la cabeza quedara sobre el cuello, posada sobre \u00e9l. Practic\u00f3 y practic\u00f3 y finalmente, en su a\u00f1o sesenta y seis, realiz\u00f3 su ambici\u00f3n.<\/p>\n
Era un atareado d\u00eda de ejecuciones y \u00e9l despachaba cada hombre con graciosa velocidad; las cabezas rodaban en el polvo. Lleg\u00f3 el duod\u00e9cimo hombre, empez\u00f3 a subir el pat\u00edbulo y Wang Lun, con un golpe de su espada, lo decapit\u00f3 con tal celeridad que la v\u00edctima continu\u00f3 subiendo. Cuando lleg\u00f3 arriba, se dirigi\u00f3 airadamente al verdugo:<\/p>\n
-\u00bfPor qu\u00e9 prolongas mi agon\u00eda? -le pregunt\u00f3-. \u00a1Hab\u00edas sido tan misericordiosamente r\u00e1pido con los otros!<\/p>\n
Fue el gran momento de Wang Lun; hab\u00eda coronado el trabajo de toda su vida. En su rostro apareci\u00f3 una serena sonrisa; se volvi\u00f3 hacia su v\u00edctima y le dijo:<\/p>\n
-Tenga la bondad de inclinar la cabeza, por favor.<\/p>\n
FIN<\/p>\n
Comentario<\/strong><\/p>\n Aunque es habitual exclamar \u201c\u00a1eso es un cuento chino!\u201d cuando algo resulta dif\u00edcilmente cre\u00edble, sin embargo, los antiqu\u00edsimos cuentos chinos suelen tener profundo sentido y transmiten sabias ense\u00f1anzas, como este precioso ap\u00f3logo que no se sabe de d\u00f3nde lo tom\u00f3 Koestler o si sencillamente se lo invent\u00f3; pero, como dicen los italianos, \u201csi non \u00e8 vero, \u00e8 ben trovato\u201d.<\/p>\n Todo buen profesional trata de alcanzar la m\u00e1xima maestr\u00eda en el ejercicio de su profesi\u00f3n, \u00bfpor qu\u00e9 no tambi\u00e9n un verdugo? Wang Lung tiene una larga experiencia y un bien cimentado prestigio -no se olvide que es el verdugo imperial-; y, como es tan bueno en lo suyo, no pretende hacer sufrir a los condenados sino, por el contrario, darles muerte cel\u00e9ricamente; porque, en definitiva, \u00e9l es la mano que mata, pero no es quien manda matar. As\u00ed, pues, su\u00a0desider\u00e1tum<\/em>\u00a0estriba en conseguir decapitar tan r\u00e1pidamente que el condenado no se aperciba del golpe ni del desplazamiento de la cabeza, ni sienta, por tanto, que le han dado la muerte.<\/p>\n La voz narrativa nos sit\u00faa en la ma\u00f1ana en que Wang Lung alcanza su m\u00e1ximo logro profesional. Ha de ajusticiar a muchos en esa sola ma\u00f1ana, pero ser\u00e1 la decapitaci\u00f3n del condenado n\u00famero 12 -n\u00famero simb\u00f3lico- la que constituye el culmen profesional de Wang Lung. El verdugo se da cuenta de ello cuando el condenado, que, tras recibir el golpe, ha seguido subiendo las gradas que lo conducen a lo m\u00e1s alto del pat\u00edbulo, lo acusa de crueldad por no haberlo ejecutado en cuanto lo tuvo a su alcance, alargando as\u00ed su sufrimiento de manera innecesaria. Por toda respuesta y esbozando una amable sonrisa, el m\u00e1s grande verdugo del que se tiene noticia le pide al condenado que tenga la bondad de inclinar la cabeza.<\/p>\n La vida es un camino largo o breve durante el que, poco a poco, recibimos numerosos y sucesivos golpes -\u201cmuchos tragos es la vida y un solo trago la muerte\u201d, dijo Miguel Hern\u00e1ndez-; no obstante, a\u00fan podemos seguir nuestro camino durante un cierto tiempo, pero, sin duda, habr\u00e1 de llegar el golpe definitivo ante el cual no habr\u00e1 ninguna otra opci\u00f3n m\u00e1s que inclinar la cabeza.<\/p>\n Cuenta la historia que hab\u00eda una vez un verdugo llamado Wang Lun, que viv\u00eda en el reino del segundo emperador de la dinast\u00eda Ming. Era famoso por su habilidad y rapidez al decapitar a sus v\u00edctimas, pero toda su vida hab\u00eda tenido una secreta aspiraci\u00f3n jam\u00e1s realizada todav\u00eda: cortar tan r\u00e1pidamente el cuello de una […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":426,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[10,19],"tags":[],"class_list":{"0":"post-425","1":"post","2":"type-post","3":"status-publish","4":"format-standard","5":"has-post-thumbnail","7":"category-cuentos-cortos","8":"category-los-mejores-cuentos-clasicos","9":"czr-hentry"},"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/425","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=425"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/425\/revisions"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/426"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=425"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=425"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=425"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
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