{"id":543,"date":"2018-12-29T20:27:41","date_gmt":"2018-12-29T20:27:41","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=543"},"modified":"2019-02-23T22:52:02","modified_gmt":"2019-02-23T22:52:02","slug":"el-canero","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/el-canero\/","title":{"rendered":"\u00a0\u00a0\u00a0 EL CANERO"},"content":{"rendered":"
E<\/span>st\u00e1bamos en Iquitos, ciudad peruana enclavada en el centro mismo de la Amazonia, desde donde partir\u00edamos hacia el Centro de Supervivencia en la selva perteneciente a la Fuerza A\u00e9rea Peruana.<\/p>\n Abandonamos el muelle del Grupo 42 pasando al costado de los Twin anfibios que operan desde el r\u00edo. Arriesgada tarea diaria que implica un vuelo de varias horas sobre la enorme extensi\u00f3n verde, llevando suministros y medicinas a las poblaciones diseminadas en las m\u00e1rgenes de los r\u00edos.<\/p>\n Las tres lanchas en que embarc\u00e1bamos, levantaban su proa sin tocar el agua y adoptaban, sucesivamente, formaciones de vuelo. Un viejo piloto de P-47 oficiaba de l\u00edder y mediante se\u00f1as, daba \u00f3rdenes correspondientes a los numerales dos y tres, quienes, en apretada formaci\u00f3n de respond\u00edan, ora en columna, ora en escal\u00f3n derecho o izquierdo.<\/p>\n El r\u00edo, ancho y profundo, permiti\u00f3 por un tiempo, el incomparable goce de ver la selva cayendo sobre el agua y las t\u00edpicas construcciones sobre pilotes que, en alg\u00fan recodo solitario, mostraban su fragilidad, mientras sus ocupantes nos saludaban amistosamente.<\/p>\n La velocidad nos proporcionaba el fresco necesario para hacer placentera la traves\u00eda.<\/p>\n Esto no dur\u00f3 mucho tiempo. Abandonamos el cauce principal y continuamos por un peque\u00f1o afluente donde comenzamos a tomar precauciones. La velocidad disminuy\u00f3 a la del paso de un hombre, mientras los \u00e1rboles, cuyas copas se perd\u00edan en el follaje, desprend\u00edan bejucos y lianas que dificultaban el avance. A medida que el calor aumentaba disminu\u00edan las bromas entre quienes ocup\u00e1bamos las lanchas.<\/p>\n La calva del veterano piloto de \u201cThunderbolt\u201d brillaba mientras esquivaba las ramas.<\/p>\n Lleg\u00f3 el turno de los motoristas, soldados de la FAP oriundos de la zona, que sin traspirar, parec\u00edan disfrutar la incomodidad creciente de sus pasajeros, conduciendo h\u00e1bilmente las lanchas.<\/p>\n A mi lado se sentaba el \u201cAlma Mater\u201d del Centro que \u00edbamos a visitar. Un Capit\u00e1n FAP retirado, a qui\u00e9n su amor por la selva y su tesonero empe\u00f1o por implantar cursos permanentes de supervivencia para pilotos que cayeran en la jungla, lo hicieron merecedor de su direcci\u00f3n. Rondar\u00eda los sesenta a\u00f1os y hab\u00eda permanecido muy serio y callado durante todo el trayecto.<\/p>\n Me pareci\u00f3 poco cort\u00e9s de mi parte el permanecer callado, por lo que decid\u00ed comenzar un di\u00e1logo. \u00bfQu\u00e9 mejor inicio que una frase de admiraci\u00f3n por la naturaleza que nos rodeaba? Me mir\u00f3, se levant\u00f3 el ala del sombrero manchado de traspiraci\u00f3n y comenz\u00f3 a hablar.<\/p>\n Las lanchas se deslizaban ahora muy lentamente, por momentos a fuerza de p\u00e9rtigas. Todo lo que nos rodeaba era selva baja, la Omagua peruana, donde la vida humana es casi imposible si no se es baqueano.<\/p>\n Debo reconocer que mi amor por la selva era del tipo plat\u00f3nico, declaratorio y cort\u00e9s, y que, casi obligado por el hecho de ser un Oficial extranjero, lo consider\u00e9 casi obligatorio.<\/p>\n El Capit\u00e1n no lo interpret\u00f3 de la misma manera.<\/p>\n Mi elogio lo despert\u00f3 de su mutismo. Habl\u00f3 sin parar durante largo rato. Me nombr\u00f3 una infinidad de especies vegetales en lat\u00edn, en castellano y su denominaci\u00f3n ind\u00edgena. Incluy\u00f3 las cualidades curativas de muchas de ellas , cu\u00e1les pod\u00edan servir de alimento y cuales deb\u00edan evitarse. Finalmente, despu\u00e9s de una larga exposici\u00f3n acerca de las bondades del bamb\u00fa se detuvo bruscamente. Luego, con un extra\u00f1o brillo en los ojos que me produjo una ligera inquietud, me dijo quedamente:<\/p>\n – Tengo una sorpresa para usted.- y sonr\u00edo enigm\u00e1ticamente.<\/p>\n Las lanchas que nos preced\u00edan hab\u00edan llegado a un peque\u00f1o embarcadero que, pese a su decr\u00e9pito aspecto, permit\u00eda el desembarco. Un sendero abierto en la selva a golpe de machete conduc\u00eda al Centro de Supervivencia.<\/p>\n Pero nosotros no desembarcamos. El Capit\u00e1n le indico al motorista de nuestra embarcaci\u00f3n que siguiera de largo y nos internamos sabe Dios donde.<\/p>\n Mis camaradas peruanos advirtieron la maniobra. Si bien eran Mayores, el respeto reverencial que sent\u00edan por el viejo Capit\u00e1n los inhib\u00eda de cualquier contraorden.<\/p>\n – Ya llegamos-dijo por fin- y salt\u00f3 del bote a una orilla que no ten\u00eda el menor lugar seco.<\/p>\n La sorpresa que me hab\u00eda prometido el Jim de la Selva peruano levant\u00f3 la ira de mis camaradas de promoci\u00f3n que anhelaban tomarse unas cervezas fr\u00edas en el Centro de Supervivencia, cosa que hac\u00eda largo rato estar\u00edan haciendo el resto de las tripulaciones de las otras dos lanchas.<\/p>\n -\u00bfD\u00f3nde nos trajeron?-clamaban en aparente tono de broma pero claramente molestos por la circunstancia.<\/p>\n – \u00a1Fue el uruguayo!…\u00a1Fue el uruguayo-repet\u00edan col\u00e9ricos.<\/p>\n Cuando me lleg\u00f3 el turno salt\u00e9 a una melaza barrosa y mis pies se hundieron hasta los tobillos. El Capit\u00e1n avanzaba chapoteando, feliz, en la espesura en penumbras donde todo rayo solar hab\u00eda desaparecido. Debimos pasar por debajo o por encima de troncos podridos con hormigas grandes como un dedo pulgar. Mir\u00e9 mis zapatos cubiertos por un barro negro y me vino a la memoria el pl\u00e1cido local de la Cooperativa donde los hab\u00eda comprado. Hab\u00edan resultado buenos. Ahora, bajo la difusa luz que apenas penetraba la arboleda, semejaban dos pesados monstruos de informe apariencia.<\/p>\n Despu\u00e9s de una interminable traves\u00eda, plena de ep\u00edtetos poco reconfortantes hacia mi persona y de alg\u00fan fruto extra\u00f1o y descompuesto que se estrell\u00f3 en mi espalda, como recompensa de mis camaradas, avistamos la lancha en un recodo del r\u00edo.<\/p>\n -\u00bfY\u2026que le pareci\u00f3?- me dijo el Capit\u00e1n cuando estuvimos abordo.<\/p>\n – \u00a1Sensacional!-atin\u00e9 a decir-L\u00e1stima que no trajimos el equipo apropiado.<\/p>\n -En realidad no es muy necesario-contest\u00f3-por lo qu\u00e9, y atendiendo a lo poco amistosas miradas de mis colegas peruanos, agregu\u00e9 intentando disuadirlo de otra aventura semejante.<\/p>\n – A m\u00ed lo que en realidad me gusta es nadar-imaginando que eso bastar\u00eda para no seguir con su fan\u00e1tico \u201chobby\u201d. Por otra parte me parec\u00eda del todo imposible que me ofreciera un lugar de pr\u00e1ctica en tan salvaje y hostil paisaje.<\/p>\n Me equivocaba.<\/p>\n -\u00bfNadar? Espere a llegar al Centro y podr\u00e1 nadar cu\u00e1nto quiera.<\/p>\n La sorpresiva aparici\u00f3n del Centro de Supervivencia en medio de un claro junto al r\u00edo, puso fin al di\u00e1logo.<\/p>\n La construcci\u00f3n, totalmente de madera, se eleva sobre pilotes en una lengua barrosa del r\u00edo. Un peque\u00f1o muelle permite el acceso a embarcaciones muy menores. All\u00ed se alojan diez oficiales realizando un severo curso de supervivencia que dura un mes. Al momento de nuestra llegada, por razones de programaci\u00f3n, no hab\u00eda ninguno.<\/p>\n Nos ubicamos en una amplia terraza que daba al r\u00edo. Cubiertos de sudor y sucios de barro, nos dejamos caer en c\u00f3modos sillones de madera roja. Dos ind\u00edgenas, apenas cubiertos con taparrabos, acercaron un medio tanque lleno de cervezas heladas. En ese momento, traspirando, con la ropa pegada al cuerpo, inc\u00f3modos por el calor y los mosquitos que nos hab\u00edan acompa\u00f1ado desde el principio del viaje, la visi\u00f3n de aquella deliciosa bebida me hizo agua la boca. En el preciso instante en que mi mano aferraba el elixir en lata, el Capit\u00e1n me interrumpi\u00f3 diciendo:<\/p>\n – \u00a1Mayor!…refr\u00e9squese con un buen ba\u00f1o\u2026y aproveche a nadar a usted que tanto le gusta \u2013 en tanto se\u00f1alaba la barrosa corriente.<\/p>\n Cuando intentaba una excusa m\u00e1s o menos valedera para eludir el compromiso, los tripulantes de la lancha que me hac\u00edan responsable de haberlos arrastrado a una caminata selv\u00e1tica fuera de programa, prorrumpieron en un vengativo alborozo.<\/p>\n -\u00a1S\u00ed, s\u00ed, que se ba\u00f1e!… \u00bfTiene miedo el uruguayo?… \u00a1Que se tire al agua o lo tiramos!<\/p>\n Tratando de aparentar una tranquilidad que estaba lejos de sentir, comenc\u00e9 a quitarme la ropa en medio de los gritos de la alegre e irreverente turbamulta ligeramente alcoholizada.<\/p>\n – \u00a1Que blanquito el uruguayo!… \u00a1 Carnecita de pescado!- vociferaban unos.<\/p>\n – \u00a1Comidita fina para el canero \u00a1- respond\u00edan otros entre risotadas.<\/p>\n Los \u00fanicos que permanec\u00edan impasibles ante el escarnio, eran los dos ind\u00edgenas. Cuando qued\u00e9 desnudo, solo cubierto por mi ropa interior, la mirada indescifrable de sus oblicuos ojos, me caus\u00f3 un temor incomprensible.<\/p>\n Descend\u00ed los irregulares escalones de la escalera y camin\u00e9 unos metros hasta entrar al agua c\u00e1lida como una sopa. A la desagradable sensaci\u00f3n de tibieza se sum\u00f3 la inefable experiencia de hundirme en un barro pestilente. En cu\u00e1nto pude flotar mantuve mis pies lejos del fondo y ensay\u00e9 mi mejor sonrisa para los incansables espectadores, que desde la terraza, segu\u00edan exigiendo mayores proezas.<\/p>\n – \u00a1M\u00e1s all\u00e1, uruguayo\u2026m\u00e1s all\u00e1\u2026y ojo con el canero\u2026!!<\/p>\n Finalmente, haciendo de tripas coraz\u00f3n, me alej\u00e9 con fuertes brazadas al interior de la ensenada. Las voces ahora me llegaban desde lejos repitiendo incansables:<\/p>\n -\u2026 \u00a1Por ah\u00ed no\u2026uruguayo\u2026que anda el canero\u2026y ojito con el canero\u2026!<\/p>\n Cuando me detuve comprob\u00e9 con inquietud que me hab\u00eda alejado bastante.<\/p>\n Desde la b\u00f3veda, baja y oscura de la arboleda, descend\u00edan bejucos que rozaban mi cabeza provoc\u00e1ndome sobresaltos hist\u00e9ricos. Cuando descubr\u00ed entre las ramas negras la m\u00e1s enorme de las telara\u00f1as que jam\u00e1s hubiera visto, mi carne se puso de gallina. Aunque su constructora no estaba a la vista su visi\u00f3n me provoc\u00f3 tal conmoci\u00f3n que regres\u00e9 por donde hab\u00eda venido con la energ\u00eda que solo desata el p\u00e1nico.<\/p>\n La jaur\u00eda parec\u00eda haberse calmado. Pr\u00f3ximo a la orilla me lleg\u00f3 el sonido de la m\u00fasica. Un conjunto folkl\u00f3rico especialmente transportado para nuestra visita entreten\u00eda a mis camaradas. Inclu\u00eda dos bailarinas semidesnudas que se mov\u00edan r\u00edtmicamente al golpe de los tambores.<\/p>\n Me sent\u00ed relativamente seguro al salir del agua con mi blanco calzoncillo reglamentario pegado a mi cuerpo.<\/p>\n Supuse que los ind\u00edgenas habr\u00edan encontrado mejores objetos donde posar sus inescrutables miradas.<\/p>\n El d\u00eda hab\u00eda pasado r\u00e1pidamente y ten\u00edamos que apresurarnos para que la noche no nos tomara desprevenidos en medio de la floresta.<\/p>\n Antes de embarcar para el regreso el Capit\u00e1n nos reservaba una \u00faltima sorpresa.<\/p>\n Nos gui\u00f3 por la orilla del r\u00edo hasta un remanso. Est\u00e1bamos justamente en el lado opuesto donde, unas horas antes, tomara mi \u201cvoluntario\u201d ba\u00f1o.<\/p>\n El agua manten\u00eda su color barroso, pero su superficie parec\u00eda un espejo. El Director sac\u00f3 entonces de una bolsa de nylon que llevaba en su mano, un trozo de carne sanguinolenta a la que atraves\u00f3 con una larga p\u00e9rtiga. Levant\u00f3 lo que parec\u00eda ser un bofe de vaca por sobre nuestras cabezas y lo introdujo en el r\u00edo.<\/p>\n Un segundo despu\u00e9s y ante nuestro estupor, el agua comenz\u00f3 a vibrar y se ti\u00f1o de rojo.<\/p>\n Entonces supe que era el Canero.<\/p>\n Del libro \u201cLas ocho regiones naturales del Per\u00fa\u201d del Doctor Javier Pulgar y Vidal, Ec\u00f3logo de fama mundial y Profesor de la Academia de Guerra A\u00e9rea , transcribo:<\/p>\n \u201cEl \u201cchucha-canero\u201d, en el dialecto ind\u00edgena de la Omagua, significa \u201cpelo\u201d. Se llama as\u00ed porque es delgado, llega a medir cuando m\u00e1s 8 cent\u00edmetros de largo y algo m\u00e1s de medio cent\u00edmetro de ancho. La cabeza es afilada, provista de de espinas como anzuelos. Esta especie tiene la singular\u00edsima particularidad de introducirse por la uretra de hombres y mujeres, as\u00f3 por otros orificios del cuerpo humano y de los animales. Por esto, los silv\u00edcolas evitan ba\u00f1arse en los lugares que saben est\u00e1n infestados de caneros o utilizan, tanto hombres como mujeres, dispositivos especiales protectores que reciben el nombre de \u201cmoque \u201cen ciertas tribus.<\/em><\/p>\n La experiencia ha ense\u00f1ado que atacan siempre que siente olor a orines y por ello suelen parasitar durante la micci\u00f3n. Generalmente es doloroso para los hombres y menos sensible para las mujeres; en algunos casos el dolor es m\u00e1s fuerte y en otros casi imperceptibles, pero pronto se hace presente por la intensa hemorragia que produce el canero. El reverendo Edgar J, Burns, que vivi\u00f3 varios a\u00f1os en Yirimaguas, tuvo oportunidad de tratar algunas v\u00edctimas de este pez, en todos los casos se vio precisado a apelar a la \u00fanica medicina conocida: un cocimiento de frutas y hojas verdes de la Genipa americana.<\/em><\/p>\n Las teor\u00edas para explicar el porqu\u00e9 ataca as\u00ed el \u201cchucha-canero\u201d son muchas, pero no se ha comprobado ninguna. Las principales son las siguientes:<\/em><\/p>\n Lo grave y casi inexplicable del canero es que un animal tan diminuto pueda producir una hemorragia tan grave. Resulta pues uno de los mayores peligros selv\u00e1ticos y sin el eficaz remedio de la Genipa, fruto de la sabidur\u00eda ind\u00edgena, los m\u00e9dicos se ven obligados a intervenir quir\u00fargicamente con graves consecuencias para la integridad y el futuro del paciente.<\/em><\/p>\n Alarmado ante aquella evidencia, increp\u00e9 al Director el no haberme avisado de aquel riesgo. Sonriendo me contest\u00f3 que esa parte del r\u00edo estaba aislada de la peque\u00f1a \u201cplaya\u201d donde tomara mi ba\u00f1o.<\/p>\n Poco despu\u00e9s emprendimos el regreso. Cuando las lanchas aumentaron su velocidad, al encontrarse en el cauce principal del r\u00edo, una duda segu\u00eda provoc\u00e1ndome inquietud: \u00bfQue habr\u00eda sucedido de haber tomado la cerveza antes del ba\u00f1o?<\/p>\n Al pisar el civilizado embarcadero del Grupo 42, mis amigos peruanos y yo, vimos caer el sol en la creciente penumbra de la Omagua.<\/p>\n Elbio Firpo<\/strong><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Est\u00e1bamos en Iquitos, ciudad peruana enclavada en el centro mismo de la Amazonia, desde donde partir\u00edamos hacia el Centro de Supervivencia en la selva perteneciente a la Fuerza A\u00e9rea Peruana. Abandonamos el muelle del Grupo 42 pasando al costado de los Twin anfibios que operan desde el r\u00edo. 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