{"id":909,"date":"2019-04-12T12:15:10","date_gmt":"2019-04-12T12:15:10","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=909"},"modified":"2019-04-12T12:15:10","modified_gmt":"2019-04-12T12:15:10","slug":"el-tonel-de-amontillado-edgar-allan-poe","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/el-tonel-de-amontillado-edgar-allan-poe\/","title":{"rendered":"El tonel de amontillado – Edgar Allan Poe"},"content":{"rendered":"
Hab\u00eda yo soportado hasta donde me era posible las mil ofensas de que Fortunato me hac\u00eda objeto, pero cuando se atrevi\u00f3 a insultarme jur\u00e9 que me vengar\u00eda. Vosotros, sin embargo, que conoc\u00e9is harto bien mi alma, no pensar\u00e9is que profer\u00ed amenaza alguna. Me vengar\u00eda a la larga; esto quedaba definitivamente decidido, pero, por lo mismo que era definitivo, exclu\u00eda toda idea de riesgo. No s\u00f3lo deb\u00eda castigar, sino castigar con impunidad. No se repara un agravio cuando el castigo alcanza al reparador, y tampoco es reparado si el vengador no es capaz de mostrarse como tal a quien lo ha ofendido.<\/p>\n
T\u00e9ngase en cuenta que ni mediante hechos ni palabras hab\u00eda yo dado motivo a Fortunato para dudar de mi buena disposici\u00f3n. Tal como me lo hab\u00eda propuesto, segu\u00ed sonriente ante \u00e9l, sin que se diera cuenta de que mi sonrisa proced\u00eda, ahora, de la idea de su inmolaci\u00f3n.<\/p>\n
Un punto d\u00e9bil ten\u00eda este Fortunato, aunque en otros sentidos era hombre de respetar y aun de temer. Enorgullec\u00edase de ser un\u00a0connaisseur\u00a0<\/span>en materia de vinos. Pocos italianos poseen la capacidad del verdadero virtuoso. En su mayor parte, el entusiasmo que fingen se adapta al momento y a la oportunidad, a fin de enga\u00f1ar a los millonarios ingleses y austriacos. En pintura y en alhajas Fortunato era un impostor, como todos sus compatriotas; pero en lo referente a vinos a\u00f1ejos proced\u00eda con sinceridad. No era yo diferente de \u00e9l en este sentido; experto en vendimias italianas, compraba con largueza todos los vinos que pod\u00eda.<\/p>\n Anochec\u00eda ya, una tarde en que la semana de carnaval llegaba a su locura m\u00e1s extrema, cuando encontr\u00e9 a mi amigo. Acerc\u00f3seme con excesiva cordialidad, pues hab\u00eda estado bebiendo en demas\u00eda. Disfrazado de buf\u00f3n, llevaba un ajustado traje a rayas y luc\u00eda en la cabeza el c\u00f3nico gorro de cascabeles. Me sent\u00ed tan contento al verle, que me pareci\u00f3 que no terminar\u00eda nunca de estrechar su mano.<\/p>\n -Mi querido Fortunato -le dije-, \u00a1qu\u00e9 suerte haberte encontrado! \u00a1Qu\u00e9 buen semblante tienes! Fig\u00farate que acabo de recibir un barril de vino que pasa por amontillado, pero tengo mis dudas.<\/p>\n -\u00bfC\u00f3mo?,-exclam\u00f3 Fortunato-. \u00bfAmontillado? \u00bfUn barril? \u00a1Imposible! \u00a1Y a mitad de carnaval\u2026!<\/p>\n -Tengo mis dudas -insist\u00ed-, pero he sido lo bastante tonto como para pagar su precio sin consultarte antes. No pude dar contigo y ten\u00eda miedo de echar a perder un buen negocio.<\/p>\n -\u00a1Amontillado!<\/p>\n -Tengo mis dudas.<\/p>\n -\u00a1Amontillado!<\/p>\n -Y quiero salir de ellas.<\/p>\n -\u00a1Amontillado!<\/p>\n -Como est\u00e1s ocupado, me voy a buscar a Lucresi. Si hay alguien con sentido cr\u00edtico, es \u00e9l. Me dir\u00e1 que\u2026<\/p>\n -Lucresi es incapaz de distinguir entre amontillado y jerez.<\/p>\n -Y sin embargo no faltan tontos que afirman que su gusto es comparable al tuyo.<\/p>\n -\u00a1Ven! \u00a1Vamos!<\/p>\n -\u00bfAd\u00f3nde?<\/p>\n -A tu bodega.<\/p>\n -No, amigo m\u00edo. No quiero aprovecharme de tu bondad. Noto que est\u00e1s ocupado, y Lucresi\u2026<\/p>\n -No tengo nada que hacer; vamos.<\/p>\n -No, amigo m\u00edo. No se trata de tus ocupaciones, pero veo que tienes un fuerte catarro. Las criptas son terriblemente h\u00famedas y est\u00e1n cubiertas de salitre.<\/p>\n -Vamos lo mismo. Este catarro no es nada. \u00a1Amontillado! Te has dejado enga\u00f1ar. En cuanto a Lucresi, es incapaz de distinguir entre jerez y amontillado.<\/p>\n Mientras dec\u00eda esto, Fortunato me tom\u00f3 del brazo. Yo me puse un antifaz de seda negra y, ci\u00f1\u00e9ndome una roquelaure, dej\u00e9 que me llevara apresuradamente a mi palazzo.<\/p>\n No encontramos sirvientes en mi morada; hab\u00edanse escapado para festejar alegremente el carnaval. Como les hab\u00eda dicho que no volver\u00eda hasta la ma\u00f1ana siguiente, d\u00e1ndoles \u00f3rdenes expresas de no moverse de casa, estaba bien seguro de que todos ellos se hab\u00edan marchado de inmediato apenas les hube vuelto la espalda.<\/p>\n Saqu\u00e9 dos antorchas de sus anillas y, entregando una a Fortunato, le conduje a trav\u00e9s de m\u00faltiples habitaciones hasta la arcada que daba acceso a las criptas. Descendimos una larga escalera de caracol, mientras yo recomendaba a mi amigo que bajara con precauci\u00f3n. Llegamos por fin al fondo y pisamos juntos el h\u00famedo suelo de las catacumbas de los Montresors.<\/p>\n Mi amigo caminaba tambale\u00e1ndose, y al moverse tintinearon los cascabeles de su gorro.<\/p>\n -El tonel -dijo,<\/p>\n -Est\u00e1 m\u00e1s delante -contest\u00e9-, pero observa las blancas telara\u00f1as que brillan en las paredes de estas cavernas.<\/p>\n Se volvi\u00f3 hac\u00eda m\u00ed y me mir\u00f3 en los ojos con veladas pupilas, que destilaban el flujo de su embriaguez.<\/p>\n -\u00bfSalitre? -pregunt\u00f3, despu\u00e9s de un momento.<\/p>\n -Salitre -repuse-. \u00bfDesde cu\u00e1ndo tienes esa tos?<\/p>\n El violento acceso impidi\u00f3 a mi pobre amigo contestarme durante varios minutos.<\/p>\n -No es nada -dijo por fin.<\/p>\n -Vamos -declar\u00e9 con decisi\u00f3n-. Volv\u00e1monos; tu salud es preciosa. Eres rico, respetado, admirado, querido; eres feliz como en un tiempo lo fui yo. Tu desaparici\u00f3n ser\u00eda lamentada, cosa que no ocurrir\u00eda en mi caso. Volvamos, pues, de lo contrario, te enfermar\u00e1s y no quiero tener esa responsabilidad. Adem\u00e1s est\u00e1 Lucresi, que\u2026<\/p>\n -\u00a1Basta! -dijo Fortunato-. Esta tos no es nada y no me matar\u00e1. No voy a morir de un acceso de tos.<\/p>\n -Ciertamente que no -repuse-. No quer\u00eda alarmarte innecesariamente. Un trago de este Medoc nos proteger\u00e1 de la humedad.<\/p>\n Romp\u00ed el cuello de una botella que hab\u00eda extra\u00eddo de una larga hilera de la misma clase colocada en el suelo.<\/p>\n -Bebe -agregu\u00e9, present\u00e1ndole el vino.<\/p>\n Mir\u00e1ndome de soslayo, alz\u00f3 la botella hasta sus labios. Det\u00favose y me hizo un gesto familiar, mientras tintineaban sus cascabeles.<\/p>\n -Brindo -dijo- por los enterrados que reposan en torno de nosotros.<\/p>\n -Y yo brindo por que tengas una larga vida.<\/p>\n Otra vez me tom\u00f3 del brazo y seguimos adelante.<\/p>\n -Estas criptas son enormes -observ\u00f3 Fortunato.<\/p>\n -Los Montresors -repliqu\u00e9- fueron una distinguida y numerosa familia.<\/p>\n -He olvidado vuestras armas.<\/p>\n -Un gran pie humano de oro en campo de azur; el pie aplasta una serpiente rampante, cuyas garras se hunden en el tal\u00f3n.<\/p>\n -\u00bfY el lema?<\/p>\n \u2013Nemo me impune lacessit.<\/span><\/p>\n -\u00a1Muy bien! -dijo Fortunato.<\/p>\n Chispeaba el vino en sus ojos y tintineaban los cascabeles. El Medoc hab\u00eda estimulado tambi\u00e9n mi fantas\u00eda. Dejamos atr\u00e1s largos muros formados por esqueletos apilados, entre los cuales aparec\u00edan tambi\u00e9n toneles y pipas, hasta llegar a la parte m\u00e1s rec\u00f3ndita de las catacumbas. Me detuve otra vez, atrevi\u00e9ndome ahora a tomar del brazo a Fortunato por encima del codo.<\/p>\n -\u00a1Mira c\u00f3mo el salitre va en aumento! -dije-. Abunda como el moho en las criptas. Estamos debajo del lecho del r\u00edo. Las gotas de humedad caen entre los huesos\u2026 Ven, volv\u00e1monos antes de que sea demasiado tarde. La tos\u2026<\/p>\n -No es nada -dijo Fortunato-. Sigamos adelante, pero bebamos antes otro trago de Medoc.<\/p>\n Romp\u00ed el cuello de un frasco de De Gr\u00e2ve y se lo alcanc\u00e9. Vaci\u00f3lo de un trago y sus ojos se llenaron de una luz salvaje. Ri\u00e9ndose, lanz\u00f3 la botella hacia arriba, gesticulando en una forma que no entend\u00ed.<\/p>\n Lo mir\u00e9, sorprendido. Repiti\u00f3 el movimiento, un movimiento grotesco.<\/p>\n -\u00bfNo comprendes?<\/p>\n -No -repuse.<\/p>\n -Entonces no eres de la hermandad.<\/p>\n -\u00bfC\u00f3mo?<\/p>\n -No eres un mas\u00f3n.<\/p>\n -\u00a1Oh, s\u00ed! -exclam\u00e9-. \u00a1S\u00ed lo soy!<\/p>\n -\u00bfT\u00fa, un mas\u00f3n? \u00a1Imposible!<\/p>\n -Un mas\u00f3n -insist\u00ed.<\/p>\n -Haz un signo -dijo \u00e9l-. Un signo.<\/p>\n -Mira -repuse, extrayendo de entre los pliegues de mi\u00a0roquelaure\u00a0<\/span>una pala de alba\u00f1il.<\/p>\n -Te est\u00e1s burlando -exclam\u00f3 Fortunato, retrocediendo algunos pasos-. Pero vamos a ver ese amontillado.<\/p>\n -Puesto que lo quieres -dije, guardando el utensilio y ofreciendo otra vez mi brazo a Fortunato, que se apoy\u00f3 pesadamente. Continuamos nuestro camino en busca del amontillado. Pasamos bajo una hilera de arcos muy bajos, descendimos, seguimos adelante y, luego de bajar otra vez, llegamos a una profunda cripta, donde el aire estaba tan viciado que nuestras antorchas dejaron de llamear y apenas alumbraban.<\/p>\n En el extremo m\u00e1s alejado de la cripta se ve\u00eda otra menos espaciosa. Contra sus paredes se hab\u00edan apilado restos humanos que sub\u00edan hasta la b\u00f3veda, como puede verse en las grandes catacumbas de Par\u00eds. Tres lados de esa cripta interior aparec\u00edan ornamentados de esta manera. En el cuarto, los huesos se hab\u00edan desplomado y yac\u00edan dispersos en el suelo, formando en una parte un amontonamiento bastante grande. Dentro del muro as\u00ed expuesto por la ca\u00edda de los huesos, vimos otra cripta o nicho interior, cuya profundidad ser\u00eda de unos cuatro pies, mientras su ancho era de tres y su alto de seis o siete. Parec\u00eda haber sido construida sin ning\u00fan prop\u00f3sito especial, ya que s\u00f3lo constitu\u00eda el intervalo entre dos de los colosales soportes del techo de las catacumbas, y formaba su parte posterior la pared, de s\u00f3lido granito, que las limitaba.<\/p>\n Fue in\u00fatil que Fortunato, alzando su mortecina antorcha, tratara de ver en lo hondo del nicho. La d\u00e9bil luz no permit\u00eda adivinar d\u00f3nde terminaba.<\/p>\n -Contin\u00faa -dije-. All\u00ed est\u00e1 el amontillado. En cuanto a Lucresi\u2026<\/p>\n -Es un ignorante -interrumpi\u00f3 mi amigo, mientras avanzaba tambale\u00e1ndose y yo le segu\u00eda pegado a sus talones. En un instante lleg\u00f3 al fondo del nicho y, al ver que la roca interrump\u00eda su marcha, se detuvo como atontado. Un segundo m\u00e1s tarde quedaba encadenado al granito. Hab\u00eda en la roca dos argollas de hierro, separadas horizontalmente por unos dos pies. De una de ellas colgaba una cadena corta; de la otra, un candado. Pas\u00e1ndole la cadena alrededor de la cintura, me bastaron apenas unos segundos para aherrojarlo. Demasiado estupefacto estaba para resistirse. Extraje la llave y sal\u00ed del nicho.<\/p>\n -Pasa tu mano por la pared -dije- y sentir\u00e1s el salitre. Te aseguro que hay mucha humedad. Una vez m\u00e1s, te imploro que volvamos. \u00bfNo quieres? Pues entonces, tendr\u00e9 que dejarte. Pero antes he de ofrecerte todos mis servicios.<\/p>\n -\u00a1El amontillado! -exclam\u00f3 mi amigo, que no hab\u00eda vuelto a\u00fan de su estupefacci\u00f3n.<\/p>\n -Es cierto -repliqu\u00e9-. El amontillado.<\/p>\n Mientras dec\u00eda esas palabras, fui hasta el mont\u00f3n de huesos de que ya he hablado. Ech\u00e1ndolos a un lado, puse en descubierto una cantidad de bloques de piedra y de mortero. Con estos materiales y con ayuda de mi pala de alba\u00f1il comenc\u00e9 vigorosamente a cerrar la entrada del nicho.<\/p>\n Apenas hab\u00eda colocado la primera hilera de mamposter\u00eda, advert\u00ed que la embriaguez de Fortunato se hab\u00eda disipado en buena parte. La primera indicaci\u00f3n naci\u00f3 de un quejido profundo que ven\u00eda de lo hondo del nicho. No era el grito de un borracho. Sigui\u00f3 un largo y obstinado silencio. Puse la segunda hilera, la tercera y la cuarta; entonces o\u00ed la furiosa vibraci\u00f3n de la cadena. El ruido dur\u00f3 varios minutos, durante los cuales, y para poder escucharlo con m\u00e1s comodidad, interrump\u00ed mi labor y me sent\u00e9 sobre los huesos. Cuando, por fin, ces\u00f3 el resonar de la cadena, tom\u00e9 de nuevo mi pala y termin\u00e9 sin interrupci\u00f3n la quinta, la sexta y la s\u00e9ptima hilera. La pared me llegaba ahora hasta el pecho. Det\u00faveme nuevamente y, alzando la antorcha sobre la mamposter\u00eda, proyect\u00e9 sus d\u00e9biles rayos sobre la figura all\u00ed encerrada.<\/p>\n Una sucesi\u00f3n de agudos y penetrantes alaridos, brotando s\u00fabitamente de la garganta de aquella forma encadenada, me hicieron retroceder con violencia. Vacil\u00e9 un instante y tembl\u00e9. Desenvainando mi espada, me puse a tantear con ella el interior del nicho, pero me bast\u00f3 una r\u00e1pida reflexi\u00f3n para tranquilizarme. Apoy\u00e9 la mano sobre la s\u00f3lida muralla de la catacumba y me sent\u00ed satisfecho. Volv\u00ed a acercarme al nicho y contest\u00e9 con mis alaridos a aquel que clamaba. Fui su eco, lo ayud\u00e9, lo sobrepuj\u00e9 en volumen y en fuerza. S\u00ed, as\u00ed lo hice, y sus gritos acabaron por cesar.<\/p>\n Ya era medianoche y mi tarea llegaba a su t\u00e9rmino. Hab\u00eda completado la octava, la novena y la d\u00e9cima hilera. Termin\u00e9 una parte de la und\u00e9cima y \u00faltima; s\u00f3lo quedaba por colocar y fijar una sola piedra. Luch\u00e9 con su peso y la coloqu\u00e9 parcialmente en posici\u00f3n. Pero entonces brot\u00f3 desde el nicho una risa apagada que hizo erizar mis cabellos. La sucedi\u00f3 una voz lamentable, en la que me cost\u00f3 reconocer la del noble Fortunato.<\/p>\n -\u00a1Ja, ja\u2026 ja, ja! \u00a1Una excelente broma, por cierto\u2026 una excelente broma\u2026! \u00a1C\u00f3mo vamos a re\u00edrnos en el\u00a0palazzo<\/span>\u2026 ja, ja\u2026 mientras bebamos\u2026 ja, ja!<\/p>\n -\u00a1El amontillado! -dije.<\/p>\n -\u00a1Ja, ja\u2026! \u00a1S\u00ed\u2026 el amontillado\u2026! Pero\u2026 \u00bfno se est\u00e1 haciendo tarde? \u00bfNo nos estar\u00e1n esperando en el\u00a0palazzo<\/span>\u2026 mi esposa y los dem\u00e1s? \u00a1V\u00e1monos!<\/p>\n -S\u00ed-dije-. V\u00e1monos.<\/p>\n -\u00a1Por el amor de Dios, Montresor<\/span>!<\/p>\n -S\u00ed -dije-. Por el amor de Dios.<\/p>\n Esper\u00e9 en vano la respuesta a mis palabras. Me impacient\u00e9 y llam\u00e9 en voz alta:<\/p>\n -\u00a1Fortunato!<\/p>\n Silencio. Llam\u00e9 otra vez.<\/p>\n -\u00a1Fortunato!<\/p>\n No hubo respuesta. Pas\u00e9 una antorcha por la abertura y la dej\u00e9 caer dentro. S\u00f3lo me fue devuelto un tintinear de cascabeles. Sent\u00ed que una n\u00e1usea me envolv\u00eda; su causa era la humedad de las catacumbas. Me apresur\u00e9 a terminar mi trabajo. Puse la \u00faltima piedra en su sitio y la fij\u00e9 con el mortero. Contra la nueva mamposter\u00eda volv\u00ed a alzar la antigua pila de huesos. Durante medio siglo, ning\u00fan mortal los ha perturbado. \u00a1Requiescat in pace<\/span>!<\/p>\n FIN<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Hab\u00eda yo soportado hasta donde me era posible las mil ofensas de que Fortunato me hac\u00eda objeto, pero cuando se atrevi\u00f3 a insultarme jur\u00e9 que me vengar\u00eda. 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