{"id":915,"date":"2019-04-17T12:29:33","date_gmt":"2019-04-17T12:29:33","guid":{"rendered":"http:\/\/tecuentoalgo.com\/?p=915"},"modified":"2019-04-17T12:29:33","modified_gmt":"2019-04-17T12:29:33","slug":"las-cerillas","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/tecuentoalgo.com\/las-cerillas\/","title":{"rendered":"Las cerillas"},"content":{"rendered":"

D<\/span>ivis\u00f3 el paraca\u00eddas m\u00e1s all\u00e1 de la chacra abandonada. El viento parec\u00eda llevarlo hacia los restos quemados de la vivienda. Una mancha blanca con un peque\u00f1o punto negro en su extremo descendiendo lentamente hacia la estepa desolada.<\/p>\n

La anciana sigui\u00f3 recogiendo sobre su delantal las escasas mazorcas de la miserable\u00a0 huerta.<\/p>\n

Nada la sorprend\u00eda. La guerra hab\u00eda pasado hac\u00eda ya largos meses. Hab\u00eda destruido todo lo que se pod\u00eda destruir incluyendo su hijo y su nieto. Ahora segu\u00eda su marcha hacia Mosc\u00fa.<\/p>\n

La soledad inmensa bajo un cielo de un azul inclemente.<\/p>\n

Terminaba el verano y era menester acopiar lo imprescindible, recoger las mieses y almacenar toda la le\u00f1a posible.<\/p>\n

El hambre y el frio no perdonar\u00edan ese a\u00f1o, ni el siguiente a las grandes ciudades sitiadas.<\/p>\n

Y ellas estaban solas.<\/p>\n

Aniuta, su nuera, era una compa\u00f1\u00eda silente, en realidad, ella tambi\u00e9n lo era \u00bf De que podr\u00edan hablar despu\u00e9s de lo ocurrido? Kiril Ivanovich , su esposo, hab\u00eda muerto en los primeros d\u00edas de la guerra y su cuerpo, como otros miles, yac\u00eda en una tumba innominada.<\/p>\n

Pero Sacha estaba all\u00ed. Enterrado a pocos metros de lo que queda de la casa. Ten\u00eda diecisiete\u00a0 a\u00f1os. El uniforme le quedaba grande. Cavaron la fosa cu\u00e1ndo el enemigo, tanques y camiones, marcharon hacia el norte y se aposent\u00f3 el silencio.<\/p>\n

Desde entonces, en muda contemplaci\u00f3n , sol\u00edan observarse largamente. \u00bf Buscaban acaso un rasgo com\u00fan para recomponer el rostro perdido del que ambas formaban parte?<\/p>\n

A las cinco de la tarde, como lo hac\u00eda todos los d\u00edas, arrastrando una carretilla con una gran rueda de madera, parti\u00f3 hacia la granja de los Timoshenko.<\/p>\n

Llevaba en su delantal las largas cerillas de madera.<\/p>\n

No ser\u00eda la primera vez que la sorprendiera la noche recogiendo listones , tablas y\u00a0 maderos chamuscados.<\/p>\n

Excusa para estar cerca de sus amigos, Iv\u00e1n Timoshenko, Tatiana, y sus tres hijos, uno de ellos de la misma edad de Sacha. Los cinco enterrados junto al \u00fanico \u00e1rbol que crec\u00eda al costado del galp\u00f3n, o lo que quedaba de \u00e9l, al extremo del huerto abandonado.<\/p>\n

Ensimismada en sus recuerdos perd\u00eda la noci\u00f3n del tiempo. Entonces recurr\u00eda a las cerillas. Un peque\u00f1o fuego en la oscuridad de la estepa entibiaba su cuerpo mientras esperaba el alba.<\/p>\n

El cric cric de la carretilla acompasaba su marcha mientras se acercaba con cansino paso a la vecina chacra..<\/p>\n

A medio camino entre ambas, mientras se deten\u00eda para tomar aliento, reconoci\u00f3 el blanco velamen de un paraca\u00eddas desplegado sobre el solitario \u00e1rbol de los Timoshenko.<\/p>\n

El descubrimiento no alter\u00f3 su \u00e1nimo. Apenas coligi\u00f3, con simpleza campesina, que ser\u00eda el mismo paraca\u00eddas que hab\u00eda visto en la ma\u00f1ana.<\/p>\n

Y no ten\u00eda dudas de que era del enemigo.<\/p>\n

Camin\u00f3 entre tocones ennegrecidos, cruz\u00f3 el cuarto de los ni\u00f1os, evit\u00f3 los vidrios y lozas esparcidas en el piso de la cocina y sali\u00f3 a lo que hab\u00eda sido el umbr\u00edo fondo de la casa.<\/p>\n

Lo vio tendido de espaldas sobre las gruesas ra\u00edces del \u00e1rbol, inm\u00f3vil, de su arn\u00e9s, todav\u00eda puesto, se desprend\u00edan las cuerdas trepando hacia el velamen que cubr\u00eda la desmochada copa.<\/p>\n

Tendr\u00eda poco m\u00e1s de veinte a\u00f1os y estaba malherido.<\/p>\n

La suerte no lo hab\u00eda acompa\u00f1ado. Caer sobre el \u00fanico \u00e1rbol de la \u00e1rida extensi\u00f3n de la estepa y quebrarse la espalda.<\/p>\n

Al ver a la anciana su rostro se contrajo en una expresi\u00f3n de terror. Todos los pilotos alemanes sab\u00edan que destino les esperaba a los que eran capturados. Los linchamientos por \u00a0turbas de campesinos enfurecidos eran particularmente crueles e inhumanos.<\/p>\n

Sin embargo, la peque\u00f1a figura de la mujer de ajado semblante e infinita tristeza, tranquilizaron su \u00e1nimo.<\/p>\n

Intent\u00f3 mover un brazo in\u00fatilmente. Apenas pudo mover levemente la palma de su mano, acaso en un frustrado intento de saludo.<\/p>\n

En mutua y silenciosa contemplaci\u00f3n pasaban las horas.<\/p>\n

Cada vez que el herido, en afiebrado sue\u00f1o, abr\u00eda sus ojos, la ve\u00eda a su lado, y entonces sonre\u00eda.<\/p>\n

A la ca\u00edda de la tarde, lenta y trabajosamente, retir\u00f3 el velamen de la copa del \u00e1rbol y rode\u00f3 su cuerpo con la c\u00e1lida seda del paraca\u00eddas. Rellen\u00f3 los huecos irregulares donde se apoyaba con heno y pastos resecos y, estrujando su pa\u00f1uelo a modo de almohada, lo puso bajo su nuca.<\/p>\n

Finalmente retir\u00f3 de su delantal la peque\u00f1a caja de cerillas.<\/p>\n

Con los \u00faltimos rayos del ocaso emprendi\u00f3 el regreso.<\/p>\n

Durante un largo rato sigui\u00f3 escuchando los gritos.<\/p>\n

Despu\u00e9s, solo el mon\u00f3tono cric cric de la rueda interrumpi\u00f3 el profundo silencio de la estepa.<\/p>\n

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Elbio Firpo – Abril 2019<\/p>\n

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