EL SENTIDO DE LA HISTORIA EN RAYMOND ARON (4ta. entrega)

Raymond Aron frente al determinismo

El autor hace una clara advertencia ante la posibilidad de confundir el sentido último con la “cuestión del determinismo o la previsión”. Aquél nos indica que el porvenir, mediante un análisis histórico, pueda ser previsible. Sin embargo, el determinismo nos indica que el fin último responde a lo “inevitable” del acontecer histórico manejado por los hombres. Hay por lo tanto una causalidad directa entre la acción y el resultado.

Una doble acepción de la palabra sentido que él distingue, por un lado, el vocablo “dirección” o el hacia adónde evolucionan las sociedades, y por otro lado, lo que denomina como “Estado privilegiado”, lugar y momento en donde se concreta nuestro ideal.

El acontecimiento histórico, vivo en su complejidad, puede ser analizado y comprendido. Las cuestiones se multiplican: si los consejeros de los Reyes Católicos no le hubieran urgido aceptar las desmedidas exigencias de Colón como eventual descubridor de nuevas tierras, el Reino de España ¿hubiera cumplido su destino?, la contingencia, la coyuntura de una decisión aislada que desencadena acontecimientos trascendentes, ¿es una cuestión temporal, de suerte que el resultado se hubiera dado de todas formas?

El autor va a introducir el término determinismo “aleatorio”. La decisión de los Reyes Católicos no depende necesariamente de su formación o la influencia del medio; para Aron múltiples e indefinidos son los factores que origina la iniciativa individual. Sobre el determinismo aleatorio anota que: “Los historiadores nunca han imputado únicamente a la fortuna la grandeza y la decadencia de los pueblos. Pero las derrotas militares no siempre prueban la corrupción de los imperios: la invasión extranjera ha destruido civilizaciones florecientes. No hay proporcionalidad entre causa y efecto. Los acontecimientos sólo descubren un determinismo aleatorio, ligado no tanto a la imperfección de nuestro saber cómo a la estructura del mundo humano”.

Su propuesta se aviene a aceptar un margen para la indeterminación. Volviendo a nuestro ejemplo anterior podemos argüir que el descubrimiento de América fue realizado por la nación europea que se encontraba en las mejores condiciones para hacerlo. Castilla y Aragón tenían la capacidad intrínseca para llevar adelante tal empresa: culminación de la reconquista, el fervor popular del “máximo religioso”, la gramática y el lenguaje como factor interno de consolidación, el recurso intelectual de los avances científicos de la navegación, la idoneidad de sus navegantes y su infraestructura naviera, la receptividad para el espíritu renacentista de aventura y el arrojo de la impronta española, la clarividencia de sus gobernantes, su poder militar. El margen de indeterminación al que alude Aron se manifiesta en la serie de decisiones tomadas en el contexto de una situación compleja y por el ejercicio de la libertad humana.

Para el autor –este es otro aspecto para destacar-, las grandes decisiones denuncian a la sociedad o a la época; pero en ese hombre –su éxito o su fracaso- ha sido determinado por su estructura social. El hombre y su conciencia, su libertad, su conformación sicológica y espiritual. El esplendor español del siglo XVI genera hombres relevantes, distingue a un Carlos V o Felipe II, entre otros.

Cabe preguntarse entonces, en qué medida el hombre político ha marcado sus decisiones el curso de la historia. Para Aron la respuesta no está en términos de blanco y negro, necesidad o accidente: “…la obra del héroe había sido preparada por la historia, aún cuando otro le hubiera asignado caracteres diferentes”.

            Existe, pues, una interpretación determinista sobre la dirección de la historia y por otro lado una “visión contingente” de su curso. Se muestran complementarias. La verdad histórica es una sumatoria de las verdades parciales de cada una de las partes.

El determinismo histórico del marxista, no resiste el análisis del autor, teniendo en cuenta su propuesta de determinismo aleatorio. Se acerca en cambio a las posturas que buscan una inteligibilidad superior, con una precisión: el porvenir no se explica por un método exclusivamente racional. La humanidad está expuesta a grandes catástrofes y en el plano individual a la propia muerte. Raymond Aron reflexiona afirmando: “El cristiano aguarda su salvación de la misericordia divina ¿A quién exigirá la seguridad de su salvación colectiva, la humanidad sin Dios?”

 

 

 

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