(Escribo) con la esperanza de preservar con lo escrito la memoria de lo que han hecho los hombres.
Heródoto fue el «padre de la historia» de Occidente. Este viajero intrépido se sirvió de sus dotes narrativas para dar cuenta de la agitación que afectaba a las tierras en que confluían Europa, Asia y África. Aunque se le recuerda sobre todo como observador perspicaz de las guerras épicas que enfrentaron a Grecia y Persia en el siglo V aC, también relató la rivalidad creciente entre Atenas y Esparta.
Fue él quien empleó muchas de las técnicas de la historiografía moderna, y por más que en ocasiones se haya puesto en duda su credibilidad, no son pocas las veces en que la investigación moderna ha demostrado que estaba en lo cierto.
Se tiene por probable que naciera en Halicarnaso, a la sazón en manos de los persas. Si de su vida apenas tenemos información incompleta, de su tiempo tenemos un conocimiento excepcional gracias a la empresa de su gloria. Viajó sin descanso por Egipto, Libia, Siria, Babilonia, Lidia y Frigia. Navegó por el Helesponto hasta Bizancio; visitó Tracia y Macedonia, y tras poner rumbo al norte, hacia el Danubio, se dirigió al este por la costa septentrional del Mar Negro.
Su obra maestra fueron los nueve libros que conforman su Historia. Los cinco primeros se ocupan del telón de fondo de las guerras que enfrentaron a griegos y persas entre 499 y 479 aC, y los cuatro últimos, dedicados a los conflictos propiamente dichos, culminan en la invasión de Grecia por Jerjes, rey de Persia, a la cabeza de un ejército monumental.
Los volúmenes que exponen los antecedentes de las hostilidades son obras refinadas que ofrecen una información geográfica y política de gran riqueza sobre el imperio persa y sus gobernantes, al tiempo que exponen las diferencias fundamentales entre su sociedad y la griega con un grado de comparación nunca visto entre los cronistas locales que habían asumido la función de historiógrafos antes que él. Heródoto hace hincapié en la unidad notable con que actuaba el imperio persa pese un estar constituido por pueblos diversos separados por motivos religiosos, geográficos y lingüísticos, en tanto que los griegos, que pertenecían a un conjunto relativamente pequeño de ciudades-estado homogéneas en lo cultural, eran propensos a dividirse en facciones y a luchas internas.
La Historia es una narración detallada de cuatro generaciones de reyes persas y sus conquistas. Heródoto describe primero la expedición a Lidia de Ciro el Grande, seguida de la conquista de Egipto por Cambises y su expedición frustrada a Etiopía. Después de su locura y muerte abordar la reorganización del imperio por parte de Darío el Grande, ya continuación relata las campañas de Jerjes contra los griegos.
Heródoto tiende a conceder importancia a las acciones, las personalidades y las riñas de los protagonistas individuales. Para el autor el orgullo antecede siempre a una caída, y sin embargo, hace hincapié en que estos descalabros no son un un castigo de las diosas, sino resultado de errores humanos. Este planteamiento racional, en el que los personajes divinos no intervienen en los asuntos humanos, constituyó entonces una innovación de primer orden que sentó las bases de la tradición historiográfica occidental.
Los métodos de Heródoto eran los de un historiador de verdad: siempre que le era posible comprobaba la veracidad de sus fuentes. Asimismo, era un narrador consumado, tanto que, además del primer historiador, tal vez quepa considerarlo el más grande de todos.