Vida de teros, minicuento de Elbio Firpo

La colonia de teros del club de golf se ha reunido bajo la relativa protección de los árboles del hoyo cinco. Despiden al patriarca de los emplumados al que una pelota de golf quebró sus  patitas. El tiempo que tienen es escaso. Aprovechan que hay jugadores en la cancha para un último saludo. Apenas el foursome se aleje los dos oscuros caranchos inmòviles sobre lo alto se precipitarán sobre la condenada avecilla.

Distraídos por su juego ignorarán el drama entre los pastos. Son gente amable que suele marcar los nidos con una ramita en piadosa teatralidad. Pocas veces, sin embargo, un palo tomado de la bolsa por un jugador impaciente, barre junto con su pelota la tibia cunita de hierba seca.

Si nadie percibe la circunstancia no valdrá la pena excusarse.

Los gritos desde el green del hoyo cinco por un afortunado golpe de putter alertan a los teros del peligro inminente cuando el bullicioso grupo se aleje y vuelva el silencio.

Entonces huyen en desbandada.

Es muy dura la vida de los teros en el club.

Después están los gatos.

 

Elbio Firpo

Febrero 4 del 2022

 

 

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