El suave trajinar de dos agujas dicen de forma categórica que el avión de aerodinámica prestancia y vigorosa energía impulsora, ha puesto “proa a las nubes”. Lo acompaña su primo para mejorar las prestaciones e indicar con certera precisión un régimen de ascenso. Si el destino tan austero como la realidad misma lo exige, también marcará la inefable presencia de la fuerza de la gravedad siempre que el piloto haya menguado la energía potenciadora de la máquina que pretende dominar. Temperatura y densidad, dos variables de científica comprobación dan múltiples lecturas para indicar que hay varias alturas a discernir. Pero al piloto, de todas ellas, le interesa aquella que lo separa del mar y la tierra, su natural hábitat. ¡Ganar o perder altura y que alguien vele por ti! ¡Conocer el tiempo en el cual tu avión besa la tierra! El Altímetro y el Climb parecen humildes servidores pero tienen la grandeza del ingenio trascendente.