No es cierto que Ulises terminara sus días al calor de Penélope. De regreso al hogar, las aves le contaron que la paciente Penélope le había sido fiel durante veinte años y que había rechazado a numerosos pretendientes mientras tejía su moroso tapiz. Y Ulises, empujado por sus complejos de inferioridad, sintió miedo de no estar a la altura moral de su amada. Así pues, a punto de arribara las costas de Ítaca, decidió darse media vuelta y volver a los brazos de la ninfa Calipso a sabiendas de que el bueno de Homero ya arreglaría el asunto.
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