Artigas, nuestro homenaje en un nuevo aniversario de su muerte

       

Montevideo, ciudad murada, bastión militar y puerto de buen abrigo y aguas profundas fue su origen. Junio de 1764 la fecha de su nacimiento. Artigas es su apellido, vínculo estrecho con el cual se distingue a una saga familiar presente en los albores de aquellas tierras que alguien calificó prematuramente “sin ningún provecho”.

El aprendizaje escolar para disciplinar el conocimiento que se acrecienta con la experiencia y la atenta escucha de sus progenitores. Detrás de ello el fundamento de un carácter pleno de sentido común y calificación de valores. De joven, un espíritu de aventura de horizontes extendidos, frontera abierta y verde paisaje de penillanura. El tiempo atempera el ímpetu juvenil y acrecienta su destreza hasta transformarse en respeto y liderazgo por aquellos que lo rodean.

Blandengues es un camino para seguir transitando las “dilatadas extensiones de suaves colinas con abundantes pastos, serranías y grandes cuchillas que servían de rumbo a los baqueanos.” Reconducidos sus hábitos montaraces, Manuel de Azara percibirá las cualidades del Ayudante Mayor, más tarde formará filas entre los defensores contra el invasor inglés para iniciar en febrero de 1811 la revolución oriental bajo las luces del Mayo emancipador.

Allí aparece la figura del caudillo. El que “como cabeza, guía y manda la gente de guerra”, encarna el impulso renovador y dirige la milicia: “…cuando fue necesario crear una pasión colectiva; cuando los conceptos políticos comenzaron a prender en el seno de la opinión inexperiente; cuando las masas irrumpieron en la escena pública manejando esos conceptos sin noción cabal de sus contenidos, apareció en el proceso revolucionario, como intérprete y orientador de los sentimientos populares, la figura dominante del caudillo”. Es Artigas el heredero de una tradición que reconoce como cercano al indio, al mestizo y al “mozo suelto de la campaña”.

El valor de la historia consiste en que nos enseña lo que el hombre ha hecho y en ese sentido lo que es el hombre.

José Artigas puede ser calificado como un realizador oportuno y veraz. Un modelo construido por el pensamiento lúcido, amigable con la realidad de la Banda Oriental y de toda la región fluvial del Plata; vínculo imprescindible con la acción para alcanzar los ideales de justicia y libertad. Un emprendedor preclaro, poseedor del atributo de la síntesis para explicar los fines de la lucha cruenta y muchas veces devastadora: Independencia, República, Federación.

La lucha revolucionaria en el Río de la Plata promovida por la élite criolla americana contó, en la Banda Oriental, con el liderazgo indiscutido del General José Artigas durante diez largos y aciagos años. Parece un plazo breve, sin embargo, la intensidad de las revoluciones genera cambios profundos: una jurisdicción limitada de Montevideo que se transforma en la Provincia Oriental; un jefe político y militar como referencia institucional; un pueblo en armas que crea su ejército y combate; los orígenes de la nacionalidad identificada por el éxodo; enemigos que se multiplican porque su Jefe firme, obcecado pero siempre coherente legitima la discrepancia con las razones que explican, en los hechos, los ideales de la revolución.

El resultado es la efímera confirmación de la Provincia Oriental con su gobierno e integrada al proyecto federal de las Provincias Unidas. Intereses reduccionistas multiplican las luchas entre hermanos americanos. Allá el patriciado criollo que se encarama en el poder reclamando el gobierno como si se tratara de una herencia por derecho de clase; más acá el caudillo popular empeñado en defender un modelo, síntesis de un federalismo cimentado en la unidad y la autonomía provincial.

Complejos son los procesos históricos y el historiador –por su parte– intentándolos explicar con el celo imprescindible de la búsqueda de la verdad. El hombre, celoso de la posteridad documenta los acontecimientos, un inabarcable deseo de justificación y permanencia. Esfuerzo cotidiano de explicar y comprender, lejano el juicio, la sentencia, la condena del personaje histórico porque es un hombre de su tiempo, condicionado muchas veces por las circunstancias que lo rodean. Aventurando una opinión, podríamos decir que es la memoria colectiva la que mejor define el alcance y los valores del protagonista porque no está gobernada por el análisis histórico.

La figura de José Artigas está presente en estas dos manifestaciones: en la memoria colectiva porque es más cercana a la naturaleza humana, pues está cargada de imágenes apasionadas y en la historia porque prevalece sobre el rigor inquisidor del análisis. El camino ha sido recorrido y construido: una provincia libre y en el horizonte el singular logro del Protectorado de los Pueblos Libres. Purificación, una realidad y un símbolo de la institucionalidad federal frustrada por otra realidad más depredadora muy propia de la naturaleza humana.

Prevalecerá la autoridad del invasor portugués, el encono de los representantes del centralismo porteño y la diáspora de los caudillos federales. Declina la ascendencia del Protector de los Pueblos Libres pero no su voluntad bajo el manto de sus ideales. Independencia para una república federal y democrática, síntesis armoniosa entre las ideas universales y una realidad de larga tradición comunitaria. Una paradoja dirán algunos para explicar que su federalismo construyó un país oriental independiente. Sin embargo, hay una lógica esclarecedora cuando se mencionan los grandes hitos de la lucha revolucionaria; un camino épico que une, estremece, identifica a un pueblo.

Para finalizar, permítasenos abordar una ficción. Es un José Artigas de sus últimos años, en la orilla de otro mundo, la del pueblo paraguayo. Atravesando la frontera del tiempo, un ciudadano oriental contemporáneo pondrá en su conocimiento la actualidad y la dimensión de su figura. ¿No hay contraluces en su patriada? Preguntará desafiante nuestro interlocutor.

José Artigas, lúcido intérprete de su tiempo, le responderá con esmerada calma:

“Grande es el esfuerzo de los historiadores por conocer la verdad. El estudio, el análisis de los hechos. Respeto la palabra bien escrita. Deploro a los que escriben sin ese don que significa la honestidad. La Revolución de Mayo, una luz refulgente. Voltear la tiranía de la monarquía española. No más súbditos de un rey ausente. Sí a los patriotas convertidos en ciudadanos. Los hombres somos conducidos por los hechos y las ideas que el conocimiento deposita en nuestras mentes. Adherimos, rechazamos, negociamos. En el foco de nuestra atención, las ideas rectoras que iluminan la conciencia. Elegido Jefe de los Orientales los principios de la revolución legitimaban la lucha; no había pues forma de soslayarlos porque simplemente construyen lo auténtico. Seducían las nuevas formas de entender el gobierno al mismo tiempo que una poderosa tradición nos hacía querer con ínsita pasión los postulados de libertad, la soberanía particular de los pueblos, la justicia de ancestros orígenes, el celo por el bien común y la pretendida felicidad de todos los habitantes de la provincia. Una esmerada unión de estos dos extremos fueron pacientemente cultivados hasta esclarecer nuestros más cálidos propósitos. Y fuimos andando, leales unos y de veleidosa trayectoria otros. Un tránsito azaroso, sangre expandida y reclamante. ¿Victoria? ¿Derrota? No importa porque sólo la verdad prevalece. Soy un hombre de mi tiempo, errando y acertando con toda la insistencia que usted pueda imaginar. Pero hay cosas sagradas en la vida de los hombres: son sus ideales y el empeño en el servicio que emana de ellos. Serví a mi patria con la pasión que despierta su grandeza. ¿Hoy un país independiente? Bienvenido sea, se han cumplido nuestros sueños de libertad”.

 

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