En la vejez no se vive la vida; sólo nos mantenemos en pie por los recuerdos. Somos como cartas que se han expedido: no estamos ya en circulación, hemos llegado al destinatario. Queda por saber si nuestro contenido ha desencadenado tempestades de alegrías y de penas o si no hemos dejado impresión alguna.
(Trilogía del vagabundo)