En 1980 Cortázar aceptó dictar una serie de conferencias en la Universidad de Berkeley. En la tercera de ellas destacó el cuento que adjuntamos junto a una brevísima reseña acerca de la Fatalidad.
“ Una de las formas en lo fantástico ha tendido siempre a manifestarse en la literatura es la noción de fatalidad, lo que algunos llaman fatalidad y otros llamarían destino, esa noción que viene desde la memoria más ancestral de los hombresde como ciertos procesos se cumplen fatalmente , irrevocablemente a pesar de todos los esfuerzos que pueda hacer el que está incluído en ese ciclo. Ya los griegos hablaban de la ananké , palabra que los románticos franceses y sobre todo Victor Hugo recogieron y utilizaron mucho.
Piensen en la Mitología Griega y su proyección en la Tragedia, el ciclo de Edito, por ejemplo, es una prueba evidente de como la fatalidad se cumple a pesar de todos los esfuerzos que que ha hecho a lo que sabe como posible destino.
Finalmente ese destino se cumple y toda la catástrofe de Edipo viene precisamente porque está sometido a una fatalidad que según los griegos, está decidida por los dioses que juegan con los hombres y se complacen, a veces, en fijarles destinos grises o desdichados.
En la anónima versión original, que creo viene por vía de los persas no se habla de Samarra sino de Samarcanda, pero la historia es la misma.
Es un cuento donde el mecanismo de la Fatalidad se da de una manera totalmente infalible y con una belleza que creo insuperable.»
Anónimo árabe
Cuentan los que saben (pero Alá es más sabio) que cierto día, en Bagdad, un criado acudió al Califa de los creyentes. «Señor, acabo de encontrarme con la Muerte en la plaza del mercado y me ha hecho un gesto amenazador. Creo que viene a buscarme. Permíteme huir a Samarra, donde tengo familia, para esconderme y que no me encuentre. El Califa concedió el permiso y su criado partió de inmediato hacia Samarra. Poco más tarde, paseando por su jardín, el Califa se encontró con la Muerte y le preguntó: «¿Por qué has amenazado a mi criado?». La Muerte repuso: «Mi gesto no fue de amenaza, sino de sorpresa. Me extrañó encontrar por la mañana a tu criado en Bagdad porque tengo cita con él esta noche en Samarra».
Fernando Savater. Enviado por Elbio Firpo