Ella me encontró cerca del estanque donde llevaba años aguardando.
Apenas pude contener la emoción que sentí cuando me tomó entre sus manos y salió corriendo conmigo hacia su casa. Me puso en una caja de cartón debajo de un mueble de la cocina, pero no me inquieté, imaginé que necesitaba tiempo para conocerme.
Hoy por la mañana me trajo a un gran edificio con muchos niños. Tardé un tiempo en entender que era su escuela. Finalmente terminamos en una especie de laboratorio. Me sacó de la caja y acarició mi lomo, yo estaba seguro de que había llegado el momento, pero en vez de acercarse me puso de panza.
Ahora le grito que me bese, que soy un príncipe, pero la niña sólo me entiende croar, mientras me abre los intestinos.