En la Europa del Renacimiento , el fuego era el destino que merecían los hijos del infierno,
que del fuego venían. Inglaterra castigaba con “ muerte horrorosa a quienes hubiesen tenido
relaciones sexuales con animales, judíos o personas de su mismo sexo”
Salvo en los reinos de los aztecas y de los incas, los homosexuales eran libres en América.
El conquistador Vasco Nuñez de Balboa arrojó a los perros hambrientos a los indios que practicaban
esta anormalidad. Él creía que la homosexualidad era contagiosa. Cinco siglos después, escuché
decir lo mismo al arzobispo de Montevideo.
El historiador Richard Nixon sabía que este vicio era fatal para la Civilización.
» _ ¿Ustedes saben lo que pasó con los griegos? ¡ La homosexualidad los destruyó! Seguro.
Aristóteles era homo. Todos lo sabemos Y también Sócrates. ¿Y ustedes saben que pasó con
los romanos? Los últimos seis emperadores eran maricones…»
El civilizador Adolfo Hitler había tomado drásticas medidas para salvar a Alemania de este peligro.
“Los degenerados culpables de este delito contra la naturaleza” fueron obligados a portar un triángulo
Rosado. ¿ Cuántos murieron en los campos de concentración? Nunca se supo.
En el año 2001, el gobierno alemán resolvió “ rectificar la exclusión de los homosexuales entre las
víctimas del Holocausto”
Más de medio siglo demoró en corregir la omisión.
Eduardo Galeano. Espejos. Una historia casi universal.