El ruido de los pocillos – Elbio Firpo

Desde la cama percibió el tintineo de los pocillos de café que había utilizado en la tarde y guardado en el cristalero del living.

El antiguo armario, con una pata  más corta,  provocaba al abrirse un ligero movimiento  haciendo entrechocar los pocillos de delicada porcelana china. Regalo de casamiento de sus suegros que atesoraba con particular afecto.

Suegros y marido habían partido hacía mucho tiempo.

Matilde, viuda de setenta y cuatro años, dormía en la amplia cama matrimonial desde hacía cincuenta años y esa noche, despertaba sobresaltada  por el casi inaudible sonido de los pocillos.

Recibía pocas visitas, excepción hecha de sus tres  amigas con las cuáles se reunía todos los viernes a las cinco de la tarde.

Cada una con su paquetito de masas, yemas caseras o bizcochos.

Todas tomaban café. Tendido el mantel sobre la mesa del living y dispuestas las confituras, Matilde acercaba la jarra con agua caliente y retiraba los pocillos del cristalero.

Para evitar la oscilación del mueble, lo sostenía con una mano en tanto con la otra retiraba la bandeja con los pocillos.

En la doméstica tarea, multiplicada a lo largo de los años, siempre evitó movimientos bruscos que provocaran el entrechocar de la cristalería y el consecuente tintineo que ahora la desvelaba.

Porque ese retintín solo significaba que algo o alguien lo había provocado.

Al desvelo le siguió un miedo paralizante. Giró lentamente la cabeza para mirar la hora sobre la mesa de noche. Las tres y cuarto de la madrugada.

Con creciente temor forzó la mirada hacia la oscuridad del living donde brillaba la lucecita roja de su teléfono celular cargando. Su hijo había vencido su renuencia y finalmente lo había aceptado-tenlo siempre a mano- había insistido.

Si pudiera alcanzarlo. Sabía que era imposible, pero mantenía la vista fija en ese punto luminoso para no mirar los muebles del living transformados en ominosos bultos.

Debí hacerle caso cuando me dijo, cariñoso como siempre- Vieja…haceme caso…venite a casa unos días …Clarisa quiere que vengas…y las chiquilinas van a estar encantadas…me preocupa que el apartamento de al lado este vacío…pero sobre todo los andamios del edificio que están construyendo…cualquiera puede trepar y meterse por el terraza. Y yo le había contestado que estábamos en un quinto piso y que siempre revisaba el ventanal del frente, siempre cerrado. Y él había insistido. Viejita…son tres días…de viernes al lunes…

Debí hacerle caso. Debí hacerle caso. ¿Y si lo hubiera imaginado? ¿Acaso no pudo ser una jugarreta del cerebro? Pudo ser eso. Por otro lado nada ha sucedido desde que desperté. Y esta incómoda taquicardia. Debo aflojarme. Ya volverá el sueño.

Evitar el miedo al miedo, al pánico devastador que alguna vez había sufrido. Y la esperanza era esa línea intangible que unía su mirada con el brillante punto rojo en medio de las tinieblas.

Imposible saber cuanto tiempo había pasado. Ni siquiera había vuelto la cabeza para mirar el reloj.

Algo le decía que de hacerlo algo horrible ocurriría.

¿Fue un parpadeo producto del cansancio? ¿Una alucinación? ¿Ocurrió realmente que la luz se apagara y volviese a encender?

Volvió a fijar, con los ojos dolorosamente abiertos, la mirada sobre el punto. La luz no debería apagarse.

Por unos instantes sus pupilas reflejaron el tranquilizante mensaje luminoso.

De pronto la oscuridad. Y otra vez la luz. La oscuridad y la luz. Sintió erizarse todo su cuerpo. Intentó gritar y de su boca, desesperadamente abierta, no salió sonido alguno.

Lo último que vio fue la luz de una linterna que iluminaba un par de gruesos zapatones amarillos.

El informe forense dictaminó que la muerte se produjo por sofocación mediante el uso de una almohada.

En la alfombra se encontraron huellas de zapatos de trabajo y restos calcáreos.

El hijo de la víctima confirma que del departamento no faltan objetos.

Excepción hecha de un celular que, poco tiempo atrás,quien declara,había regalado a su madre.

 

Elbio Firpo

Octubre 2019

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *