Francia perdió un millón y medio de hombres en la Primera Guerra Mundial.
Cuatrocientos mil, casi un tercio, fueron muertos sin nombre.
En homenaje a esos mártires anónimos, el gobierno resolvió abrir una tumba
al Soldado Desconocido.
Se eligió al azar, uno de los caídos en la batalla de Verdún.
Al ver el cadáver, alguien advirtió que era un soldado negro, de la colonia francesa
de Senegal.
El error fue corregido a tiempo.
Otro muerto anónimo, pero de piel blanca, fue enterrado bajo el Arco de Triunfo,
el 11 de Noviembre de 1920. Envuelto en la bandera patria, recibió discursos
y honores militares.
Eduardo Galeano. Espejos. Una historia casi universal.