LAS CUATRO REVOLUCIONES (Extractado de un artículo de Alberto Methol Ferre)

Historia del movimiento obrero

La historia del movimiento obrero se concentra en cuatro revoluciones sucesivas, que abren nuestras épocas. La primera, la Revolución de París en 1848. La segunda tiene su signo en la Comuna de París de 1871, la tercera es la de octubre de 1917 en Rusia. La cuarta, la Revolución Obrera Polaca que implica Solidarnocs de 1980-81.

El movimiento obrero de Solidarnoc permite, desde la altura de nuestra actualidad, repensar la historia del movimiento obrero en cuatro fases o etapas principales señaladas anteriormente. Son por ahora las cuatro grandes revoluciones obreras a partir del proceso de industrialización. Con la revolución polaca se abre un período sustancialmente post-marxista leninista, que permite caracterizar con un nuevo punto de vista la historia del movimiento obrero.

El tema es tan vasto, que ahora solo podemos anticipar una línea general básica. Por eso, también haremos un hincapié especial en la génesis de la primera revolución de 1848. Allí se encuentran los orígenes de todo el movimiento obrero. Cada gran giro histórico, implica una reinterpretación de los orígenes. La hegemonía marxista, llegó a ver los orígenes en función de Marx, como preparación a Marx. Esa es la lectura habitual, hasta de sus enemigos. Si la revolución polaca es tal, es también porque remueve hasta las raíces, replantea los orígenes.

La primera revolución

La primera revolución industrial bajo forma capitalista había iniciado su marcha primero en Inglaterra, luego en Francia. Y con la industrialización (el maquinismo) el mundo de los trabajadores comenzó a cambiar su fisonomía: de las viejas artesanías y oficios, de los talleres de manufactura, se va pasando a la fábrica. Y con la fábrica nace una nueva clase, emerge el mundo obrero dependiente y asalariado. Es decir, que vende su trabajo en el mercado y que no posee los medios de producción. El nacimiento del mundo obrero se hace en las condiciones más inhumanas y miserables imaginables. Los campesinos pobres, desplazados, se consumen en las nuevas usinas y suburbios. Ni las mujeres ni niños se escapan. La clase obrera nace como proletariado industrial. Y la dinámica de su nacimiento y de su protesta, sus reivindicaciones, como es lógico, se ubica inicialmente en las zonas más industrializadas y de mayor concentración de Inglaterra y Francia, sobre un mundo europeo básicamente agrario-urbano. Los islotes de lo urbano industrial van creciendo, determinan cada vez más el conjunto de la economía europea (y mundial), aunque grandes masas urbanas no lo viven todavía directamente. Tanto, que recién a la altura de la Segunda Guerra mundial puede darse por liquidado el viejo mundo agrario-urbano, tanto occidental como oriental. Los múltiples procesos de transición prosiguen en lo que se denomina Tercer Mundo, que incluye a América Latina.

El primer gran foco del movimiento obrero mundial naciente lo constituyen Inglaterra y Francia, repercutiendo la una en la otra, y su primera “revolución”, en París de 1848.

En el 1848 parisino, en la revolución que se desencadena entre febrero y junio, vertiginosa, tumultuosa, se concentran todas las reivindicaciones del movimiento obrero naciente. Se condensan allí, en la instauración de la II República Francesa, todas las vertientes, del socialismo también co-naciente, convergentes y parcialmente contradictorias entre sí, fecundas, entrelazando íntimamente realidad y utopía; ética, critica y transformación social, imaginación y experimentación  de una nueva sociedad. Por eso decía Ozaman: “Detrás de la revolución política vemos una revolución social, el advenimiento de la clase obrera” y “La revolución de febrero es la consagración de la democracia política: eso en relación al pasado. Ella debe ser la iniciadora de la reforma social: he aquí el porvenir”.

Clima Saintsimoniano

En 1848 convergen dos dinámicas, muy enlazadas aunque de diferente origen. Por un lado la “práctica obrera”, popular, que reafirma su dignidad humana, su exigencia de justicia, de solidaridad, contra el dominio mecánico de pretendidas leyes del mercado y de la acumulación de capital, destructoras del hombre como valor principal. La otra “dinámica” es la teórica, que estalla con extraordinaria proliferación, en la turbamulta de tanteos y propuestas y análisis y sueños, en relación contra las consecuencias nefastas de la economía política liberal sobre las masas populares, la contradicción entonces patente entre crecimiento y pauperismo. Así, las dos dinámicas se interpretan, lo práctico se vuelve teoría y la teoría intento práctico. Aunque los orígenes sociales no son los mismos. La teoría viene más de hombres que se solidarizan con el proletariado industrial, pero que provienen de clases medias, incluso de industriales y de la aristocracia. Es que el mundo obrero estaba proletarizado, marginal a los recursos más elementales de la cultura, de donde sólo desde estratos más altos, cultos, intelectuales, podían nacer las teorías del movimiento obrero, en su fase de mayor postración proletaria.

Saint Simon es el primer teórico de la sociedad industrial y científica desde la década de 1820, enemigo de las viejas aristocracias terratenientes, aunque todavía no distinga en los “productores” el antagonismo entre empresarios y obreros. Eso lo harán sus continuadores. De su seno saldrán primero las vertientes de Comte, Enfantin y Michel Chevalier, de Buchez, el primer socialista cristiano, de Leroux y su socialismo humanitario, y en una promoción posterior Proudhon, socialista libertario, y Marx-Engels, con su socialismo colectivista, comunista. La enumeración podría hacerse todavía más amplia y compleja. Pero es lícito afirmar del pensamiento socialista moderno: todo comenzó con el “saintsimonismo”. Tal es el origen. Todo lo demás son vertientes secundarias, como Owen y Fourier.

L`Atelier

Pueden señalarse dos etapas en el proceso de 1848. La primera desde 1830, que sería el “despegue” de los nuevos desafíos y problemática; la segunda desde 1840, que se inicia con las grandes huelgas y es como la maduración, en tiempos de gran crisis y depresión capitalista. La de 1840 una década sombría: Eduardo Doellans, en su “Historia del Movimiento Obrero” sostiene: “El movimiento obrero, desde 1840 luchó por reivindicaciones corporativas. El conjunto de esas reivindicaciones forma un programa de legislación protectora del trabajo. Y justamente la obra de legislación protectora del trabajo va a ser la obra más importante de 1848. La única efectiva se puede agregar (…) Desde el movimiento de aquel año, las coaliciones tuvieron por objeto el programa de las reivindicaciones sistematizadas por el periódico L`Atelier.

¿Y qué es el L`Atelier? Es el primer periódico en la historia del movimiento obrero que se considera expresión de la clase obrera como tal. Lo fue a plena conciencia. Es un periódico fundado y realizado por obreros.

L`Atelier tuvo la insólita duración de 1840-1850. Entre sus animadores (estuvo) (…) Eugene Pottier el autor de  La Internacional.

Socialismo autogestionario

Aunque quería una sociedad planificada beneficiosa para los “más pobres”, Saint Simon en sus “productores” –contrapuestos a los ociosos rentistas de la aristocracia terrateniente- no contraponía a la vez a industriales y obreros. Esa ausencia era común en la mayor parte de los reformadores sociales de entonces. Y en aquel capitalismo “salvaje” y expansivo será Buchez quien desde 1831 señalará vivamente lo esencial del nuevo antagonismo: “Hoy la sociedad europea está, bajo la relación de los intereses materiales, dividida en dos clases: De estas dos clases, la una está en posesión de todos ls instrumentos de trabajo, tierras, usinas, casas, capitales; la otra no tiene nada: ella trabaja para la primera”.

Buchez piensa que hay una nueva “feudalidad industrial”. ¿Cuál es el camino de respuesta? ¿Por qué vía levantar la nueva sociedad? Por la emancipación de la clase obrera en sí misma. ¿De qué manera? Haciendo que la fábrica pase, para ser la expresión de uno de sus discípulos, “de la monarquía a la república”. Se afirma la primacía de, trabajo, la supresión del patronato, o sea de su opuesto asalariado dependiente. La nueva organización industrial tendrá como base “la asociación obrera de producción”: “la República en el Taller”. En una palabra, lo que hoy se llama socialismo autogestionado.

Cuadro de oposiciones

Es indispensable ahora ubicar a Buchez en relación a las otras corrientes socialistas. Allí están los gérmenes de nuestra actualidad.

Se ha sostenido que Luis Blanc y Proudhon son tributarios de los planteos de Buchez. Pero hay diferencias sustanciales. Luis Blanc y Proudhon son entre sí antípodas. Luis Blanc cree que el socialismo es la realización del cristianismo y a la vez sostiene un socialismo gubernamental, estatista, democrático. Proudhon afirma un socialismo libertario, anarquista, antiestatista, casi antipolítico, a la vez que violentamente anticristiano, anti- Dios. (Por su parte), Buchez entiende que el estatismo tiende a la abolición radical del mercado, es decir que la lógica del estatismo es el colectivismo, que lleva a la sociedad como “cuartel” a una nueva esclavitud universal regimentada, destruyendo las autonomías y libertades.

Fin de una etapa

Terminaba el gran estallido del 48. El movimiento obrero había tenido en París su primera gran presencia histórica. Luego vendrá el reflujo. (Algunos autores señalan que Bouchez fue) “el gran vencido de 1848”. Son otras las corrientes socialistas que prevalecerán en los tiempos siguientes.

La línea histórica que tenía su polo original en Ballanche se aboca al reflujo también en su variante democrática liberal. La variante democrático-liberal comenzará su recuperación desde el pontificado de León XIII. En cambio del socialista Bouchez quedarán solo algunas esquirlas. Fragmentos desgajados de la totalidad que hacían ininteligibles. Así, algunos lo recordarán reducido a precursor del “cooperativismo”. Al punto que un historiador del socialismo tan honesto como G. Cole, cree que Bouchez pertenece más a la historia del cooperativismo que del socialismo. Sin embargo, cuando los obreros de Solidarnocs levantan las tres cruces en los astilleros Lenin de Danz, dicen que esta historia no está concluida y que se retoma a otro nivel.

Nota:

Para mejor ubicar al lector debemos señalar una serie de acontecimientos históricos relacionados con el Movimiento Obrero. En primer lugar, el 1848 Marx y Engels hacen su famoso llamamiento a los proletarios de todo el mundo en el “Manifiesto comunista”. En setiembre de 1864, en Londres, se celebra la llamada “Primera Internacional” con una actuación destacada de Karl Marx redactando, el Llamamiento inaugural de la Internacional, en donde se proclama, entre otros postulados, que la emancipación de la clase obrera será obra de los propios trabajadores y que no habrá emancipación sin lucha por el poder político.

La segunda revolución del movimiento obrero que señala Methol Ferre, es la Comuna de París en 1871, donde habrá un intento de gobierno obrero que refleja problemas agudizados por la guerra franco prusiana. La Comuna era la antítesis directa del Imperio. Estaba formada por los consejeros municipales elegidos por sufragio universal en los diversos distritos de la ciudad. El grito de “República social”, con que la revolución de febrero fue anunciada por el proletariado de París, no expresaba más que el vago anhelo de una república que no acabase solo con la forma monárquica de la dominación de clase. La Comuna era la forma positiva de esta república.

La tercera revolución fue la de Octubre de 1917 en Rusia y, finalmente, la cuarta en Polonia, conocida por como Revolución de Solidarnosc (Solidaridad) de 1980-81. Esta novedad, según Methol, abre una nueva perspectiva para el movimiento obrero: “Los nuevos problemas y las nuevas respuestas exigen la re-ordenación de toda la marcha del movimiento obrero. ¿Y qué es lo que entra en crisis? Lo que envejece es la hegemonía hoy vigente en la comprensión del movimiento obrero. O sea, el marxismo”.

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