Comenzar por el origen de San Francisco es reconocer el celo español por retener los márgenes de un imperio que tuvo su centro en el Caribe y las culturas inca y azteca. Primero, en 1776, fue construida una fortaleza para proteger la entrada a la bahía del mismo nombre; más tarde, en el mismo año, Fray Junípero Serra en sus proximidades fundó la misión de San Francisco de Asís. A pesar de que una pequeña plaza recuerda el lugar de su fundación, no se encuentra ningún monumento o símbolo que lo recuerde. Cautiva su variada y espectacular geografía. Con soberanía norteamericana desde 1846, fue beneficiada por el desarrollo de su puerto y la llegada del ferrocarril transcontinental en 1869. Dos terremotos de gran magnitud (1906 y 1989) probaron el valor y la entereza de su comunidad para reconstruirla. También en ella tuvo lugar en 1945, la Conferencia que creó a las Naciones Unidas. Su crecimiento poblacional, su pujante economía y su estratégica ubicación en el oeste de EEUU, despertaron el celo de las grandes ciudades del este. Sin embargo, ella permanece singularmente enhiesta. Recorriendo sus barrios pueden ubicarse los sitios donde hippyes y gays pasaron a residir luego de manifestar públicamente sus reivindicaciones. Precisamente, un alcalde de la ciudad de la década de 1970, Harvey Milk, inició una lucha por los derechos de los gays, un ejemplo que se consolidó a través del tiempo transformándose en una realidad tal como hoy la conocemos. Reconocida por el rojo puente de Golden Gate, o aún por la célebre ex cárcel de Alcatraz e innumerables películas y series recreando historias de la ciudad, San Francisco tiene ese halo de misterio que la distingue. No importa que las “personas sin hogar” literalmente pululen su barrio céntrico y su tipo de vida esté presente por el molesto olor y sus hábitos extravagantes. Las autoridades de la ciudad le brindan todos los servicios alimenticios, de salud y sociales, declinando la voluntad de recuperarlos. Es una realidad superada por residentes y visitantes. San Francisco continúa siendo una ciudad que atrae, cautiva y emociona.
De nuestro enviado especial Julio Díaz