“Ay de mí, amor mío. Me han roto la vida, amor, y no soporto tu pérdida ni de las chiquillas. Ay, Liana mía, mi corazón, ay, oro mío, luz de mis ojos. Piedad te ruego, Dios, que no justicia. Con todo, Gloria a Ti, y hágase tu voluntad, Señor, y no la mía. No hay palabras que diga en que tormento vivo. Ayuda, por Dios te lo pido, ayuda y no lágrimas. Aguza el ingenio, amor. Coge cuanto tenemos, prendas, huertas, la viña, y todo lo que quieras, y reúne dineros y díselo al señor Tzani Batí, que le hable a la Pialédena del rescate, que le de los dineros y le insista para que escriba aquí diciéndole que los tiene y me libere y vuelva. Si otros son pobres, también nosotros lo seremos. No dejes que me pierda, amor, y compláceme y sácame de aquí. Dale amor a las huérfanas que tienes en tus brazos, a Florencia y a la pobrecilla Vasiliki, y no las abrumes con tristezas, que ya tienen bastante mis ojos, que corren como ríos y no puedo pararlos, y sangra mi corazón y hierve como un perol, pero Gloria a Ti, Señor.
Hace treinta y siete días, fue capturado al alba por una galeota corsaria cuando faenaba con su bote a una milla de la isla de Icaria. Lo desnudaron y lo molieron a palos. Luego le preguntaron si tenía a alguien que pudiera pagar por su vida y contestó que tenía a su gente en Axiá, aunque eran todos pobres. La galeota pasó de largo las islas de Axiá y de Paros y atracó en Amorgós. Allí los corsarios capturaron a cinco lugareños y a cinco monjes que andaban en los campos y zarparon después rumbo a Santorini. Hasta llegar aquí, a las costas de África, todo han sido latigazos, patadas, chinches, agua podrida y pan mohoso. Treinta y cinco días con sus noches hacinado con otros cautivos en un rincón de una bodega sin poder estirar por completo las piernas.
Ahora, en una celda del mercado de esclavos de trípoli, un pescador de la isla de Axiá confía su suerte a una desesperada carta que ignora cuándo y como llegará a su destino y que entrega a un apresurado carcelero que se lleva también el quinqué y que le deja a oscuras con el sofoco de sus pensamientos.
Pedro Olalla: Historia Menor de Grecia, 2022.