Desde este portal vamos a alzar nuestra voz toda vez que se pretenda avasallar los principios para conveniencia de algunas personas que ostentar poder y pretender confundir para favorecer sus intereses personales.
El Tribunal de Apelaciones penal de 1º turno confirmó la pasada semana, la condena contra el ex presidente del Banco República, Fernando Calloia, y revocó la absolución del ex ministro de economía, Fernando Lorenzo, encontrándolos culpable de un delito de “abuso de funciones” en el caso de Pluna.
¿A alguien le quedan dudas sobre el trucho señor de la derecha, sobre el simulacro «teatral» del remate, y sobre el aval millonario sin garantías? Por favor, a nadie.
Lo único que quedan dudas es por qué solamente dos personas del gobierno son procesadas cuando intervinieron y dieron órdenes varios, incluídos el presidente Mujica, el vice Astori, el ministro Peinado, entre otros, que se la llevan de arriba.
Pero resulta que nuestros gobernantes, en lugar de avergonzarse del mamarracho que hicieron, se solidarizan con los pobres compañeros injustamente procesados y sugieren cambiar las leyes para quitar el delito.
“Hay que revisar esa ley porque obviamente es una ley que termina haciendo situaciones que trascienden al espíritu y no son por así delitos”, expresó el ex intendente y candidato presidencial Daniel Martínez. Y agregó que se solidariza “con los compañeros porque tengo absoluta confianza con su idoneidad moral y ética”.
El ex presidente Mujica expresó que «ambos jerarcas actuaron de buena fe, en pos del interés general». «Yo di la orden de sacarse el problema de encima y los compañeros actuaron en función de eso”, recordó.
Como en otras oportunidades se alude al «interés general» como excusa para cometer errores y/o despilfarrar el dinero de todos los uruguayos. Lo mismo dijimos cuando el caso Placeres y Envidrio, que justificaron había procedido «por amor», en defensa de la fuente laboral de un grupo de compañeros. Claro, con el dinero de otros, el tuyo, el mío, el nuestro.
Nuevamente parece que quieren hacernos creer que el fin justifica los medios. Y lo repiten tantas veces que llegan a confundir. Idéntico proceder de Göebbels para quien «una mentira repetida mil veces se convierte en verdad».
Hace pocos días – refiriéndose a candidatos electorales – Mujica nos aconsejó tener cuidado: «…en Ucrania un actor cómico ganó las elecciones de punta a punta…no lo conocía nadie, hacía chistes por la televisión…»
¿Dijo actor? ¿Teatro? ¿Cómico? Y por casa, ¿cómo andamos?
Una única y contundente respuesta: los principios no se negocian, no son flexibles.
Juan Garat