La locura de la libertad

Ocurrió en Washington, en 1840.
Un censo oficial midió la demencia de los negros en los Estados Unidos.
Según el censo, había nueve veces más locos entre los negros libres
que entre los negros esclavos.
El norte era un vasto manicomio; y cuanto más al norte, peor.
Desde el norte hacia el sur, en cambio, se iba pasando de la chifladura
a la cordura. Entre los esclavos que trabajaban en las prósperas plantaciones 
de algodón, tabaco y arroz, la locura era poca o ninguna.
El censo confirmaba las certezas de los amos. La esclavitud, buena 
medicina, desarrollaba el equilibrio moral y la sensatez. La libertad,
en cambio, generaba chiflados.
En veinticinco ciudades del norte no se había encontrado ni un solo negro
cuerdo, y en treinta y nueve ciudades de Nueva York los negros locos
sumaban más que todos los negros.
El censo no parecía muy digno de fe, pero siguió siendo verdad oficial
durante un cuarto de siglo, hasta que Abraham Lincoln emancipó a los
emancipó a los esclavos, ganó la guerra y perdió la vida.
 
 
Eduardo Galeano. Espejos, Una historia casi universal.

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