Se lo toma con calma. Es terca y nada la detiene. Carga un voluminoso fardo de comida y regresa a su hogar con pasitos cortos y rápidos. Pero ahora el camino le parece mucho más largo que a la ida. No recuerda haber subido la suave colina que culmina en un sorprendente pico escarpado, ni el pequeño foso abierto en la extensa llanura cálida. Le asombran el bosque claro y las laderas húmedas a las que nunca se acercan los rayos del sol. Orilla con tiento y paciencia el profundo precipicio que se abre entre dos montañas. ¡Qué extraña travesía! piensa. No sabe que regresando a su hormiguero, justo a medio camino, se le ha atravesado el cuerpo inmóvil de una mujer desnuda.
También te puede interesar
Dunia Gólubeva, once años Actualmente es ordeñadora La guerra… Pero había que seguir arando… Mi madre, mi hermana y mi hermano se […]
Al pasar junto a la cruz situada en las afueras del pueblo al que parece proteger de alguna sorpresa desagradable, Tiennette, la […]
Mis padres murieron hace más de treinta años pero, aun así, hay noches en que su falta me desconsuela tanto que no […]
Desde su estilo clásico inglés, en un entorno de jardines con variedad de especies vegetales, la residencia presidencial de Suárez tiene un […]