HISTORIA DE LA LECTURA Y DE LA ESCRITURA 3

La historia de la escritura

Podemos relatar la historia de la escritura a lo largo de su evolución, desde atributo exclusivo de uno pocos a necesidad de vida para todos. Paralelamente, el mundo occidental aprendió a escribir, y la democratización de la escritura constituye un tema importante a destacar. La lectura y la escritura no fueron procesos simultáneos –en definitiva la expansión de la práctica de la escritura fue posterior al proceso de difusión de la lectura-, pero pueden abordarse juntos. La escritura tenía su público y sus formas burocráticas: desde las inscripciones monumentales de la antigua Roma a los escritos de organizaciones gigantescas como la Iglesia Católica, la escritura siempre fue un instrumento clave de poder. En la famosa obra El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II, Fernan Braudel (1902-1985, historiador francés de la Escuela de los Annales) retrató a Felipe de España en el centro del mayor imperio del que el mundo haya sido testigo jamás. Era un imperio organizado, administrado y cohesionado por escritos burocráticos en una escala sin precedentes, objetivo que se persiguió a un ritmo extenuante. Braudel imaginó a Felipe en la cúspide de una red epistolar global como un grafomaníaco abrumado por sus responsabilidades vinculadas al acto de escribir. En la visión de Braudel, la decisión de “escribir el Imperio” llevó a Felipe a convertirse en víctima tanto como en amo del Imperio.

Los escritos del poder siempre generaron temor entre las clases subordinadas, para quienes la escritura representaba el medio a través del cual los gobiernos registraban las tierras y posesiones, imponían tributos, organizaban el servicio militar obligatorio y administraban un sistema legal opresivo. Como la escritura era un atributo de las élites clericales, quienes no sabían leer o escribir a veces les conferían poderes mágicos. Tal como lo describió Francisco López de Gómara (1511-1559, humanista e historiador español), los indígenas del Caribe que transportaban los documentos de sus amos europeos los colgaban en lo alto de un poste, a prudencial distancia, porque estaban convencidos de que “encerraban algún espíritu y podían hablar, como habla una deidad a través de un hombre y no a través de un medio humano”.

Sin embargo, poco a poco los individuos fueron apropiándose de la escritura para satisfacer sus fines personales. La difusión de la tipografía cursiva, vulgarmente conocida como “escritura corrida”, facilitó usos más privados e informales de la tecnología de la escritura en la Europa medieval. En el período moderno, la escritura fue adoptada por cada segmento de la sociedad para una amplia gama de propósitos, a veces pragmáticos, a veces íntimos. Hasta para el campesino más humilde, la comunicación escrita era esencial en situaciones de crisis y momentos específicos. Tales situaciones se producían en épocas de grandes migraciones de personas o cuando se veían obligados a separarse de su familia por la guerra o la cárcel. En particular, el siglo XIX fue testigo de una inmensa expansión de la actividad escritora en todos los niveles sociales. De allí que es necesario analizar el aprendizaje de la escritura paralelamente a la adquisición de las habilidades lectoras.

Martyn Lyons: “Una Historia de la Lectura y de la Escritura

 en el Mundo Occidental”, 2024.

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