JUAN ANTONIO LAVALLEJA 3° Entrega

La influencia de Artigas

José Artigas es un referente insustituible para hombres como Lavalleja, poseedor de aptitudes personales para la acción revolucionaria y para la entrega, pero necesitado también de un tutelaje ideológico que estructure su mente con una visión de conjunto, tan necesaria en aquellos momentos de multiplicidad de opciones. Se inicia la lucha y la soberanía de los pueblos trasladada desde la España juntista, esclarece el objetivo de la lucha al mismo tiempo que se jura fidelidad al Rey. Artigas despeja el camino y bajo la bandera de “la soberanía particular de los pueblos como objetivo único de la revolución” añade su idea sudamericanista, extendiendo a la región natural del Río de la Plata el federalismo provincial.

Se lucha porque se tiene claro el rumbo. Lavalleja –como lo señalamos anteriormente- desde la Comandancia de Colonia cumple estrictamente las órdenes de Artigas y rechaza con firmeza la demanda porteña de Pueyrredón. Audazmente el Prócer ha establecido los límites de la Provincia Oriental derribando las cuatro jurisdicciones virreinales, decisión rápidamente comprendida por sus capitanes, al definir un ámbito geográfico unido al esclarecedor concepto de autonomía provincial.

En el ápice de su prestigio y dando respuesta a una permanente preocupación, el Jefe de los Orientales ha avanzado en una institucionalidad que representa la voluntad de los pueblos en su legítima soberanía. Este ejemplo tiene una respuesta única en el Lavalleja gobernante. Va a utilizar los mismos procedimientos y en la misma línea de los hombres consagrados al “servicio público”, al concepto del interés general y de protección del más débil. Si bien ésta es una de las características de muchos criollos hispanoamericanos, existen decisiones públicas que responden a intereses de grupos o particulares. Rasgo singular este último en la clase dirigente que ocupa altos cargos públicos y que la historia señala o vincula con los intereses de las clases altas.

La institucionalidad re-fundada por Lavalleja, establece las bases de la organización política del Uruguay. El gobierno provisorio se instala el 14 de junio de 1825; la Sala de Representantes el 18 de agosto; se pone en marcha el funcionamiento de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; el 22 de agosto por votación secreta, la Sala de Representantes lo designa Gobernador y Capitán General de la provincia Oriental; se instalan los tres primeros ministerios de nuestra administración pública: los departamentos de Gobierno, Guerra y Hacienda (Barrios Pintos).

La escuela de Artigas está presente en el Jefe de los Treinta y Tres Orientales cuando reúne a los representantes elegidos por “los pueblos”: lanza su proclama, discursea, recuerda su reciente trayectoria y con plena conciencia recoge el republicanismo en su forma y contenido. Obsérvese como en todos los antecedentes revolucionarios autonomistas de la Banda Oriental, se le suma la acción militar y la necesaria institucionalización para gobernar el territorio liberado del poder imperial brasileño. Institucionalización que sirve como elemento de seriedad y prestigio hacia el exterior de la provincia; ya sea para convencer a la dirigencia porteña –el pueblo de Buenos Aires, en cambio, tiene una laudatoria actitud de apoyo y consubstanciación con los objetivos de la cruzada- o sentar las bases que permite aseverar al comisionado inglés Lord John Ponsonby sobre la capacidad de la provincia para constituirse en un país independiente.}

Citemos otro ejemplo de neto corte artiguista: el celo por mantener a toda costa los principios federalistas. Cuando la Sala de Representantes en un clara decisión errónea hacia 1827 reconoce la Constitución unitaria emitida por el Congreso de las Provincias Unidas durante la Presidencia de Rivadavia; el Jefe de la Cruzada Libertadora la suprime al constatar una clara violación de los principios federales y republicanos sustentados. ¿Cuál hubiera sido la actitud de José Artigas? ¿Fue una decisión correcta la asumida por el Gobernador del momento? ¿Es condenable a la luz de los principios? Se derrumba el maniqueísmo cuando la realidad de los hechos pone a los líderes en la disyuntiva de elegir el mal menor. Los historiadores en términos generales aprueban tal decisión, pero, para el protagonista implica un costo político. Tal el caso presente. Es un punto de inflexión en su trayectoria de hombre público.

En reconocimiento hacia Artigas durante su campaña, Lavalleja está condicionado por la “leyenda negra” elaborada en contra del Prócer. Testimonios de advertencia sobre la enjuiciada y desquiciante “Montonera” artiguista, determinar una necesaria cautela. Los archivos del Libertador fueron “saqueados luego de su muerte según un testimonio escrito que Ana Monterroso de Lavalleja dirige a Isidoro del María; situación que nos impide rastrear la existencia de un juicio personal de aquél sobre el general de la “Patria Vieja”. Tal incertidumbre abre un campo de investigación acerca de la valoración que le  pudieron hacer sus más cercanos “lugartenientes”.

Lavalleja mantuvo una indeclinable fidelidad a los postulados artiguistas, su federalismo se constituía a partir de su visión autonomista; en su caso, prescindente de una acción regional que integre al resto de las provincias federalistas. Su actividad política es exclusivamente localista. La coherencia hacia Artigas se manifiesta hasta en su celo de mantener al ejército oriental plenamente identificado ante los embates de Carlos de Alvear de integrarlo al de las Provincias Unidas.

 

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