En Caen, Normandía, la escultura del beso de Times Square ha reavivado un viejo malestar. La estatua, firmada por Seward Johnson, ha sido bautizada con el nombre de Unconditional Surrender, lo que traducido podría venir a decir algo parecido a “rendición incondicional”.
Representa a un marinero de 8 metros que abraza a una mujer rubia, vestida con una bata blanca, que parece una enfermera. Esta estatua de 13 toneladas se presentó al público el pasado 24 de septiembre delante del Memorial de Caen.
Y ha sido instalada, para que esté allí durante todo un año, con motivo de las celebraciones del 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Esta escultura se inspiró en aquella otra fotografía, realizada por Alfred Eisenstaedt en Nueva York el día de la victoria americana en el Pacífico, el 14 de agosto de 1945 y que todo el mundo conoce con el nombre de V-J Day in Times Square.
El asunto es que, durante los 80, la revista Life lanzó un llamamiento para intentar encontrar a la famosa enfermera de la foto. Lo irónico, es que este beso, símbolo de la alegría y del entusiasmo, al parecer, fue forzado.
En su libro The Eye of Eisenstaedt (Edit. Viking Press), el fotógrafo Afred Eisenstaedt cuenta que observó como un marino que venía hacia él, iba abrazando a todas las mujeres con las que se cruzaba sin importarle su edad ni condición. Luego, se fijó, en medio de la multitud, en esa enfermera a la que, por supuesto el marinero también abrazó.
Sin embargo, la mujer de la foto es Greta Zimmer Friedman. Y no es enfermera, aunque vaya vestida de blanco. Greta fue una de las jefas del campo de refugiados Dachau, fue capturada y enviada a los Estados Unidos como botín de guerra. Sin embargo, fue entrevistada por numerosas revistas. Para la revista Veterans History Project, hizo unas declaraciones comentando lo contentos que estaban los marineros celebrando la capitulación de Japón y el fin de la guerra.
“Yo no pedí que me abrazaran. El marino llegó y me plantó un beso”.
El director del Memorial de Caen, Stéphane Grimaldi, ha declarado que hay que situar esta escena dentro del contexto. Era un instante de la más absoluta y desbordante de las alegrías, lo que autorizaba algún que otro exceso.
Agresión sexual o no, lo cierto es que la visión de esta estatua ha reavivado una polémica que ha suscitado reacciones de lo más dispares en las redes sociales. Este debate, en realidad, lo que hace es meter el dedo en la llaga sobre algo más trascendental, y es que la liberación no fue tan alegre para todo el mundo.
En un comunicado, la organización Osez le féminisme reclama que se retire la escultura argumentando que durante la Segunda Guerra Mundial muchas mujeres fueron violadas en Normandía por los aliados durante el Desembarco, que muchas mujeres fueron rapadas al cero, y que numerosas resistentes fueron borradas de un plumazo de los libros de historia.
Como veis, ¡el debate está servido!