El libro ha superado la prueba del tiempo, ha demostrado ser un corredor de fondo. Cada vez que hemos despertado del sueño de nuestras revoluciones o de la pesadilla de nuestras catástrofes humanas, el libro seguía ahí. Como dice Umberto Eco, pertenece a la misma categoría que la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras. Una vez inventados, no se puede hacer nada mejor. Irene Vallejo, “El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo”.
“Parecen dibujos,
pero dentro de las letras están las voces.
Cada página es una caja infinita de voces”.
Mía Couto, Trilogia de Mozambique
“Los signos inertes de un alfabeto
se vuelven significativos llenos de vida en la muerte.
Leer y escribir alteran nuestra organización cerebral”.
Siri Hustvedt, Vivir, pensar, mirar
“Me gusta imaginar lo pasmado que se quedaría
el bueno de Homero, quienquiera que fuese,
al ver sus epopeyas en las estanterías
de un ser tan inimaginable para él como yo,
en medio de un continente del que no se tenía noticia”.
Marilynne Robinson, Cuando era niña me gustaba leer
“Leer es siempre un traslado, un viaje,
un irse para encontrarse. Leer,
aun siendo un acto comúnmente sedentario,
nos vuelve a nuestra condición de nómadas”.
Antonio Basanta, Leer contra la nada
“El libro es, sobre todo,
un recipiente donde reposa el tiempo.
Una prodigiosa trampa con la que la inteligencia
y la sensibilidad humana
vencieron esa condición efímera, fluyente,
que llevaba la experiencia del vivir
hacia la nada del olvido”.
Emilio Lledó, Los libros y la libertad