–¿Te das cuenta? –aleccionaba el padre al niño señalando las Torres Gemelas en su visita turística a la ciudad de Nueva York–. Sin la mano del hombre, tanta grandeza no sería posible. Justo un par minutos después, la gente alarmada, comenzó a gritar y correr en desbandada, presa del pánico.Algunos, incapaces de sortear la curiosidad, tratando de comprender, miraban hacia arriba con el rostro desencajado. Quince minutos después se produjo el segundo impacto.De regreso al hotel, el padre, el gesto contraído, no dijo una sola palabra. El niño que tenía tantas preguntas que hacer, se limitaba a mirar hacia atrás, una y otra vez, atraído por la polvareda levantada de escombros y devastación que nunca habría sido posible sin la mano del hombre.
Francisco Rodriguez Criado. Escritor y corrector de estilo.