PERSONAJES AÉREOS 1. Una historia para narrar

El encendido de los motores despierta a la comunidad de los instrumentos de la cabina de vuelo. La espontánea y arrebatadora irrupción de la energía impone un sacudón para todos ellos, significa una jornada de trabajo para asegurar la correcta y segura tarea de pilotaje.

La Brújula Magnética exige su primacía a los demás integrantes del prestigioso séquito. Perteneciente a la más antigua generación recela de la nueva tecnología por querer hacer declinar su autoridad disputada -desde los orígenes de la aviación- por el Altímetro, Velocímetro, Giro Direccional, Horizonte Artificial, Indicador de Inclinación y Viraje (Palo y Bola) e Indicador de Velocidad Vertical (Climb).

La Brújula Magnética –impulsora de la poética Rosa de los Vientos-, fue y es testigo de la sabia evolución de todos los parámetros que facilitan en forma segura y eficiente el desarrollo del vuelo. Luego la imprescindible presencia de sofisticados indicadores de comportamiento de las plantas de potencia, a los que se agregan sistemas proveedores de oxígeno y de presurización de cabina, el Piloto Automático, los  Indicadores del Radio Compás, VOR, ILS, Radar, GPS (sistema de posicionamiento global) y las modernas pantallas de Actitud y Navegación, y de múltiples funciones proveedoras de información que hacen del vuelo una actividad científicamente acreditada.

En el despegue, el impulso arrollador de los motores desencadena una secuencia de eventos de complejas manifestaciones sobre el comportamiento de la aeronave. El operador está sujeto al control de la carrera de despegue y la correcta lectura de los instrumentos, el Taquímetro adquiere singular importancia y el Indicador de Potencia del Motor levanta el “índice de su mano” en figurada aprobación. El velocímetro con medido avance exige la recurrente orden de “Velocidad de Rotación”, el Indicador Direccional la prolija insistencia del rumbo de pista mientras el piloto permanece atento al cambio de dirección que autorizará el Control de Tránsito del Aeródromo-Aeropuerto; por su parte, la aguja del Climb marca un ascenso de acuerdo a un programado régimen y            -como natural consecuencia- el dinámico andar del altímetro supera altitudes. Mientras esta sucesión de acontecimientos se desarrollan, el tripulante se mantiene alerta ante una eventual y nunca deseable emergencia.

Como un consumado director de orquesta, los pilotos e ingenieros de vuelo manipulan palancas, perillas, cartillas de vuelo o computarizadas funciones en las modernas pantallas digitales de Actitud y de Navegación. Éstas integran armónicamente la información provista por el conjunto de los instrumentos de vuelo, eternos protagonistas de la aviación. En el quehacer aeronáutico, los motores a explosión y de sonido estridente han disminuido su participación ante la arrebatadora presencia de los motores a reacción. También lo han hecho el Giróscopo de inercial insubordinación, el exigente Palo y Bola o el sorprendente Climb y la generosa oblea aneroide como proveedora de vital información. También lo ha hecho el noble Radio Compás cuya oscilante aguja le confirmaba al piloto el sobrevuelo de la radiobaliza y si las circunstancias lo exigían proveía como último recurso el recordado Nulo Aural.

Enhiesto y con singular prestancia bicolor, el Horizonte Artificial integraba cielo y tierra sin denunciar su redondez. La lúcida la aguja imantada de la Brújula oscilando en su espeso líquido, testigo fehaciente del rumbo que le da sentido a la vida del tripulante. El Velocímetro y su registro en números que consume distancias y diseña múltiples dimensiones: la Velocidad Terrestre para precisar horas de estima o aterrizaje, la Velocidad Indicada y su demanda de ajustes para discernir la que denominan con aserto Velocidad Verdadera. El Altímetro para denunciar alturas de radio altímetro y altitudes de vuelo para la aproximación y los mínimos de aterrizaje. El Indicador de Velocidad Vertical (Climb)  de ascensos y descensos a veces provocados y otras no deseados y la díscola bolita desplazándose en un tubo curvo para ajusticiar al piloto desprolijo.

El avión ha sido diseñado para irrumpir el espacio aéreo, lugar de aves, dioses y poetas. El hombre, su creador, respeta el natural dominio ejercido por las elegantes aves que lo surcan. Para hacerlo posible concibió científicamente a los instrumentos de la cabina de vuelo. Ellos, silenciosos protagonistas son insustituibles, amigables, eficientes y seguros.

 

 

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