RUPTURA Y AUGE DEL COMERCIO OCCIDENTAL (2)

La Alta Edad Media fue un periodo de desarrollo económico estancado. Sin embargo, poco a poco el comercio se fue recuperando. A partir del año 1000, aproximadamente, la población europea, así como la producción agrícola, experimentaron un gran auge. El Óptimo Climático Medieval fue benévolo con los agricultores, y nuevas e inmensas extensiones de tierra fueron sometidas al arado mediante la tala de bosques y el drenaje de pantanos. El territorio fue arrebatado a los esclavos paganos e itinerantes y puesto bajo los arados cristianos, un proceso que comenzó con los carolingios (siglo IX) y continuó con los cruzados. Se desarrollaron nuevas tecnologías agrícolas, con arados pesados que mejoraron la calidad del suelo y el sistema de rotación de cultivos en tres campos que evitaba el agotamiento del terreno. La construcción naval también mejoró, haciendo que los largos viajes por mar fueran más seguros y rápidos, ya fuera para la captura de esclavos y el saqueo de monasterios al estilo vikingo, o para la compra ventas de mercancías en mercados extranjeros. Y a partir de Carlomagno, los monarcas cristianos occidentales empezaron a reclamar poco a poco reinos cada vez más grandes, sometiéndolos a mecanismos más profundos de control y gobierno real que (al menos en teoría) hacían más seguros los viajes comerciales por tierra.

A medida que las redes comerciales comenzaban a extenderse, aparecieron instituciones que facilitaban los negocios. En el siglo XI, los mercados comenzaron a crecer y expandirse en las ciudades de toda Europa, organizándose en momentos preestablecidos de la semana, el mes o el año. En ellos, los excedentes de granos podían cambiarse por vino, cuero, metal trabajado o ganado, que era distribuido por comerciantes ambulantes. Durante los siguientes doscientos años, los mercados y las ferias (originalmente mercados asociados a una fiesta religiosa o a un día festivo) se convirtieron en una parte cada vez más importante de la vida económica de Europa. Con el auge del mercado, se produjo un aumento de la producción de monedas, junto con la extracción  de plata y cobre necesaria para acuñarlas. Mientras tanto, se empezaron a ofrecer servicios financieros básicos en los pueblos y ciudades en expansión por todo Occidente, especialmente a través de las redes comerciales judías.  Entre los siglos IX y XI, los judíos de todo Occidente se convirtieron en figuras clave en el préstamo de dinero, así como en el comercio a larga distancia, transportando productos como sal, tela, vinos y esclavos por todo el antiguo mundo romano. Por supuesto, no se les agradeció esta contribución pionera al tejido macroeconómico de su entorno, sino que fueron objeto de sospechas, burlas y estallidos de persecución violenta, que se aceleraron durante las cruzadas y que se intensificaron a finales del siglo XIII con oleadas de pogromos y expulsiones en toda Europa occidental. Sin embargo, la contribución judía al gran surgimiento económico de la Edad Media fue sustancial.

Dan Jones: “Poder y Tronos. Una nueva historia de la Edad Media”, 2024.

 

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