La actualidad de su propuesta
Hacia 1983, el año de su muerte, luego de publicada sus memorias, el autor intenta una prospectiva histórica hacia el fin del siglo XX.”Los últimos años del siglo”, es la obra póstuma de Raymond Aron.
El siglo de las grandes guerras invita a hablar de esas devastadoras experiencias. “Sistema planetario belicoso” resaltará el autor como uno de los rasgos originales del orden estatal. El sistema interestatal y la sociedad internacional constituyen dos vías separadas. Aquél obedece a una estructura del poder y son sus dirigentes los que llaman la atención de los historiadores para debatir sobre la importancia de sus protagonismos. En cambio la sociedad es la sustancia, el objeto de la historia. El estado es sólo un aspecto de ésta.
La economía divide sus vertientes: una es interior adecuada a los recursos humanos y materiales de cada país; la otra la que recoge el producto propio y requiere de materia prima y bienes de capital: es la que se incorpora al mercado mundial capitalista¡. Todo se conjuga en un orden internacional en el cual distinguimos a los países industrializados del centro y a aquellos en vías de desarrollo que se ubican en la periferia.
La diarquía mundial remueve los conceptos tradicionales de frontera y soberanía. Los Estados Unidos y la Unión Soviética se prohíben a sí mismos el intercambio nuclear y disputan su hegemonía en terceras regiones; los satélites sobrevuelan y observan los espacios nacionales; una tercera guerra mundial no implica, en primera instancia, un desborde físico de la frontera y la ocupación efectiva del territorio; implica sí una destrucción masiva.
Para Aron es la sociedad internacional la que da consistencia a los estados nacionales. Un vínculo humano que subordina los límites físicos y busca identidades en su lengua, religión, costumbres, etnias y aún culturas. Sin embargo, “El Estado ejerce una influencia tan grande sobre la vida cotidiana de los hombres, que éstos salen de su aislamiento y quieren pertenecer al Estado para gravitar en él”. Lo anterior es un ejemplo claro de que las estructuras políticas y económicas no determinan el sentido de la historia. Es el hombre que muda la realidad, el que extendido hacia su comunidad ejerce un dominio de la naturaleza.
La realidad internacional se funda a partir de los Estados, éstos son el modelo que anuncia el “proyecto” de la Humanidad que reclama el autor como fin último de la historia. Según el punto de partida y la amplitud de una doctrina y creencia, aquéllos van a adquirir una dimensión universal y allanar el camino de los filósofos de la historia para explicar un estadio histórico.
La caída del comunismo como doctrina con vocación universal, ha dejado expedito el camino para las democracias liberales y el capitalismo como vía económica ¿Allí se encuentra el fin de la historia? ¿Cómo se explica la caída de una propuesta tan benéfica y altruista? La Iglesia y Juan Pablo II están marcando una fuerte presencia de otro horizonte universalista y religioso para imbricarse en el contexto internacional y reivindicar una propuesta cristiana humanista como dirección de la historia. Más allá otras religiones conforman distintas civilizaciones.
La obra de Raymond Aron encara un análisis político económico, principalmente de las relaciones interestatales. Desde “Paz y Guerra entre las Naciones”. La coexistencia pacífica aleja la eventualidad de una guerra nuclear y la Unión Soviética muestra signos de decadencia. Ya no se plantea una hegemonía soviética y se articula un equilibrio multipolar. La URSS no es una opción válida para el autor. Hacia 1982 dirá que Occidente no ha perdido la partida, a pesar de que aquella aún se mostraba sólida.
Aunque la posibilidad de un intercambio nuclear reavive el milenarismo apocalíptico; ni los líderes, ni la sociedad creían en tal eventualidad. Las dos grandes potencias mantienen su poder militar intacto, con altibajos conservan sus zonas de influencia política e ideológica y la paz se mantiene por el opuesto de una destrucción a-lógica. Para Aron el mundo parece diseñar su propia estrategia de equilibrio de poderes y tal vez en un escenario multipolar. “La suerte de la partida no está definida” es la última oración que articula en su obra póstma.