EL URUGUAY 4 La Patria Vieja

En el despuntar del siglo XIX, el Río de la Plata fue el escenario elegido para dirimir el alcance de una contienda colonial europea entre los reinos de España e Inglaterra. En 1806, durante tan sólo cuarenta y siete días los ingleses ejercieron su autoridad en la conquistada Buenos Aires. La tenaz resistencia de la ciudad porteña auxiliada por la “Muy Fiel y Reconquistadora” ciudad de Montevideo provocó la ominosa derrota inglesa, una demostración de la firme lealtad de los hijos americanos hacia la corona de España. Sin embargo, un refuerzo de la marina británica, en octubre de 1806, ocupó Maldonado y en febrero de 1807 luego de una sacrificada y cruenta oposición de sus soldados y vecinos tomaron Montevideo. Otra nación europea de estrecho vínculo con intereses comerciales despertaba la conciencia americana de estos pueblos de su propio destino autonómico. El fracaso inglés fue rubricado en una capitulación de fecha julio de 1807.

Tres años más tarde las luces se encendieron con la Revolución de Mayo devolviendo la soberanía al pueblo ante la ausencia del monarca español. Napoleón Bonaparte en España, Javier de Elío en Montevideo como Gobernador y más tarde Virrey y la Junta Gobernativa de Montevideo de 1808 alineándose al Consejo de Regencia español. La población de la campaña, en cambio, contestó sin hesitarse adhiriéndose a la Junta de Mayo. La figura del caudillo tan arraigada en la conciencia de los españoles y criollos americanos halló en José Artigas el hombre que mejor encarnaba los ideales de este singular terruño oriental y supo con natural claridad proponer -bajo el signo de “la soberanía particular de los pueblos”- la independencia de estas provincias bajo los cánones de una república federal.

La economía precede al hombre en esta tierra de colonización tardía. Puerto, pradera y frontera donde el latifundio constituye el mal necesario para su defensa y el contrabando como característica singular de la explotación de la riqueza ganadera. El hacendado ausente sin títulos de propiedad, indígenas y gauchos rechazando la aculturación mientras Montevideo asimila la influencia europea. Buenos Aires, por su parte, marca el camino con el ceño centralista, se siente heredera de la fenecida capital de virreinato. Los intereses del comercio predisponen en su contra a las restantes provincias de la región del Plata.

La Constitución de los Estados Unidos irrumpe con singular atracción. Trae los vientos modernos de la democracia griega, la equilibrada idea de una república y la coherente ingeniería de la Federación. Nunca la libertad política estuvo mejor conformada; sin embargo, unificar las voluntades  es una utopía. La ciudad puerto de esta Banda Oriental pregona su autoridad, los comerciantes ven en el comercio libre una oportunidad y el orden español una garantía de seguridad. La pradera, en cambio, encendida bajo las luces de una revolución popular inicia su itinerario revolucionario en el Grito de Asencio del 28 de febrero de 1811, acontecimiento que José Artigas define en un oficio a la Junta del Paraguay como “la admirable alarma” y “los primeros pasos de la libertad en estos territorios”.

La Batalla de Las ¨Piedras, el 18 de mayo de 1811, emerge como hito trascendental en la memoria colectiva de los orientales. El “ejército nuevo” incorpora a hacendados, caudillos regionales, vecinos, peonadas, “hombres sueltos” de la campaña impregnados de las ideas difundidas en las folclóricas pulperías, curas patriotas, indios, negros esclavos en busca de su derecho natural a la libertad. El sitio de Montevideo se extiende desde mayo a octubre de 1811, el Virrey Elío recurre al portugués en Brasil y logra un armisticio con el Gobierno de Buenos Aires –un acuerdo estratégico dicen sus autoridades- y provocan una enérgica respuesta en los orientales. Surge así, lo que atribuyen como el “primer resplandor de la Democracia Oriental” en las primeras tres Asambleas Orientales de la Panadería de Vidal, de la Quinta de la Paraguaya y el Paso de la Arena.

La voluntad patriota de continuar la lucha es desoída, José Artigas es nombrado Jefe Político y Militar; hecho trascendente sobre su proyección histórica de héroe nacional. Aunque aceptan el levantamiento del Sitio se oponen al armisticio y deciden continuar la lucha bajo la autoridad de Artigas. Ejemplar respuesta se manifiesta en un épico acontecimiento: 800 familias, 4.031 personas y 845 carruajes inician una marcha hacia el norte , más tarde conocida como “Éxodo del Pueblo Oriental”. Arroyo del Perdido, Puntas del Cololó, cruce del Río Negro, Paysandú, río Daymán, el cruce del Río Uruguay son parte del itinerario y el campamento del Ayuí su destino final.

Artigas pone en conocimiento de los hechos al Gobierno de Paraguay y solicita auxilios mientras combate al invasor portugués. Javier de Elío declara disuelto el Virreinato y regresa a España. Artigas retorna desde el Ayuí y en la denominado “Pacto del Yí” acuerda continuar la lucha con las autoridades de Buenos Aires bajo la consigna de “La soberanía particular de los pueblos […] como objeto único de la revolución” y suma sus fuerzas al segundo sitio de Montevideo, último enclave español en el Río de la Plata. La convocatoria a la Asamblea Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata tiene como respuesta oriental  el Congreso de Abril de 1813 celebrado en Tres Cruces. Entre el 5 y el 20 de abril se reúnen representantes de cinco cabildos de veintitrés pueblos de la ahora institucionalizada Provincia Oriental. Allí surge las “Instrucciones del año XIII”, documento de singular claridad conceptual. Los representantes de los pueblos encomiendan declarar la independencia absoluta de estas provincias, la forma republicana de gobierno y un sistema federal adecuado a la realidad, bregan por la libertad religiosa, la autonomía provincial, el reconocimiento del “pueblo en armas” y la libertad del comercio interprovincial, entre otros enunciados.

La Asamblea Constituyente rechaza a los diputados orientales y se produce el retiro de la intervención portuguesa. El gobierno porteño menoscaba la autoridad de José Artigas, el ejército patriota abandona el sitio y el Jefe de los Orientales por una decisión de las autoridades locales, le declara la guerra al gobierno de Buenos Aires. En junio de 1814 el Gobernador español capitula y el Coronel Carlos de Alvear asume la autoridad de Montevideo. En enero de 1815, Rivera vence al ejército argentino en la Batalla de Guayabos y provoca que Buenos Aires entregue la plaza a los orientales iniciándose un corto pero aleccionador periodo de Gobierno Provincial. Artigas, ejerciendo su autoridad desde Purificación es proclamado “Protector de los Pueblos Libres” crea la denominada Liga Federal, una virtual unión de cinco provincias..

El Reglamento de 1815 de Fomento de la Campaña define, para la Provincia Oriental, la organización, administración de justicia y la distribución de tierras. Un marco jurídico, social y económico de claros propósitos fundacionales. La realidad disminuirá sus logros, sin embargo los principios allí expuestos valoran la claridad conceptual de la propuesta. El apogeo de Artigas desde Purificación despierta poderosos intereses, el federalismo persistirá por su contundencia aunque la figura de Jefe de los Orientales decline. El gobierno de la Provincia Oriental autónoma tendrá una efímera andadura plena de definiciones proactivas; el enemigo portugués temeroso de los avances de las ideas republicanas profesadas y seducido por el acceso al Río de la Plata cercenará el futuro promisorio de los orientales con una nueva intervención militar.

Tres años de lucha, dos enemigos, unitarios de Buenos Aires y el invasor portugués, también desavenencias internas con el federal Francisco Ramírez y la lucha cruenta lentamente desvanecida. Con el exilio de Artigas en el Paraguay se inicia otra historia personal. José Artigas fue un defensor de la idea republicana, promotor de la organización de las Provincias sobre la base de instituciones federales, agente de la teoría de la soberanía de los pueblos, enemigo de las tutelas extranjeras y un gestor del bienestar general permanente.

PD: José Artigas según Félix Luna, historiador argentino: “En 1811 adhirió al movimiento de Mayo y desde entonces encabezó a las masas orientales en su empeño emancipador.

En los diez años de su actuación pública, Artigas realiza una doble lucha por la independencia de estas provincias: contra los españoles primero, y luego contra los portugueses.

Y por una organización federalista contra el centralismo porteño. Esta última posición, le valió el ataque de sus propios compatriotas. Pero el Protector de los Pueblos Libres mantuvo siempre una posición ajustada a la realidad de su época y hondamente fiel a la comunidad rioplatense, de la que nunca quiso separarse.

Tal vez ninguno de los hombres de su tiempo haya ejercido el caudillismo con tanta firmeza como Artigas. No era solamente el jefe militar de su gente sino también el líder civil, el juez supremo, el conductor ideológico de cinco provincias.

Durante el gobierno que virtualmente ejerció en las regiones de su influencia (nunca quiso aceptar formalmente el poder) evidenció preocupaciones sociales poco comunes en la época. Trató de dar a los indios misioneros una participación mayor en el manejo de la cosa pública; intentó repartir la tierra entre los paisanos dando preferencia a los más pobres; promovió adelantadas iniciativas de bien público. Algunas de sus posiciones ideológicas, repudiadas por sus enemigos de anarquistas y disgregadoras,  se han incorporado luego a nuestro ordenamiento político; tal las famosas Instrucciones a la Diputación Oriental del año XIII”.

 

 

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