Los elefantes de un circo que llegaban a la ciudad de México se escaparon en la estación y, espantados con los pitos de las locomotoras, se echaron a correr por las calles, enfurecidos, haciendo destrozos. Un pobre señor salía con su mujer y su niña de alguna comida con amigos y traía su par de copas. Al pasar junto a él, a la elefanta le tiraron de la cola. El animal se volvió, lo levantó con la trompa, lo aplastó en el suelo y lo pisoteó. Me parece todavía más horrible el dolor de la viuda y la hija, porque no pueden ni contar de qué murió el pobre hombre. Si dicen “Lo mató una elefanta”, todo el mundo se echa a reír.
También te puede interesar
Está allá arriba. Lo veo desde aquí. Siempre quise un altillo. Cuando tenía nueve años, cuando tenía doce. Lo veo desde aquí […]
¡El rajá se aburre! ¡Ah, sí, se aburre el rajá! ¡Se aburre como quizá nunca se aburrió en su vida! (¡Y Buda […]
–¿Te das cuenta? –aleccionaba el padre al niño señalando las Torres Gemelas en su visita turística a la ciudad de Nueva York–. […]
Tenía ochenta y un años de edad. Se llamaba doña Cándida Raposa. Esa señora tenía el deseo irreprimible de vivir. El deseo […]