La rivalidad entre Buenos Aires y Montevideo, por lo tanto, tenía una larga historia y procedía de un choque de intereses. Era casi inevitable que en 1808 cada una de ellas reaccionara de modo diferente ante las noticias de crisis de gobierno en España, y que la latente rivalidad estallara en una abierta hostilidad. Montevideo, bajo el mando de Elío, “un español a la antigua completamente fiel a la causa de la madre patria”, reconoció inmediatamente los derechos de Fernando VII en España, mientras que, en Buenos Aires, Liniers dudaba. En 6-7 de septiembre, Elío exigió la retirada de Liniers, junto con la exigencia portuguesa de cesión de la Banda Oriental al Brasil, esto dio a Buenos Aires la impresión de traición. De esta manera prevaleció la sospecha mutua, Montevideo creyendo que Liniers iba a venderse a Francia, y Buenos Aires que Elío era un instrumento de Portugal. Cuando Liniers intentó deponer a Elío, Montevideo se resistió, convocó a un cabildo abierto, y este se convirtió en una junta de gobierno bajo la presidencia de Elío, siguiendo el ejemplo español. De esta manera Montevideo afirmó su lealtad a España y su emancipación de Buenos Aires. Las hostilidades de los dos puertos empezaron en el mar, porque cada uno de ellos intentó bloquear al otro y competir por el comercio británico.
La revolución de Buenos Aires no podía ser la revolución de Montevideo. Hubo una breve y superficial reconciliación entre los dos rivales en 1809 con la llegada del nuevo virrey, Cisneros. Pero éste era más aceptable para la realista Montevideo que para la disidente Buenos Aires.
Y pronto perdió el apoyo al destituir al incontrolable Elío. Nunca tuvo el apoyo de los criollos de Buenos Aires y fue depuesto por ellos en mayo de 1810. Pero Montevideo rehusó apoyar la Revolución de Mayo. En primer lugar, ésta llegó en forma equivocada. Los revolucionarios de Buenos Aires requirieron a Montevideo para que reconociera su junta. Pero ¿por qué tenía que ser excluido el pueblo de Montevideo a la reversión de la soberanía exigida por Buenos Aires? ¿Por qué no podía decidir por sí mismo? ¿Por qué, después de haber buscado durante tanto tiempo liberarse de Buenos Aires, tenía ahora que sometérsele? De este modo Montevideo rechazó el requerimiento y decidió reconocer al consejo de regencia en España. La única manera de conseguir la independencia de Buenos Aires era, al parecer, la lealtad a España. Este era el dilema de los criollos. Para ellos la lealtad a España era sólo un medio para un fin, la emancipación de Buenos Aires. Pero esto significaba que Montevideo y la Banda Oriental serían colocados bajo el gobierno de los partidarios de España, cuando en el resto del Río de la Plata el movimiento de independencia crecía en ímpetu. Al ocurrir esto, los criollos de Montevideo se encontraron en una falsa posición. En este punto la resistencia a Buenos Aires era una victoria para los realistas más que para el partido criollo de Montevideo.
Hubo algunos que se dieron cuenta de esto, ente ellos, José Gervasio Artigas, un caudillo gaucho, cuya carrera hasta entonces había sido una mezcla curiosa, puesto que vivía en la ilegalidad y al mimo tiempo era un funcionario ejecutor de la ley. Artigas había nacido en una familia de terratenientes y miliares criollos en Montevideo, y empezó su vida como fiero líder de gauchos malos, una banda de cuatreros y contrabandistas que operaban cerca de la frontera brasileña. Aprovechando su experiencia se alistó en una fuerza oficial española, el Cuerpo de Blandengues organizado para limpiar el país de forajidos y contrabandistas. Esta experiencia le valió para ampliar su conocimiento del campo, la frontera del norte y la penetración portuguesa. En 1810 era un hombre de cierta categoría en la Banda Oriental y un reconocido líder gaucho. En febrero de 1811 se unió al movimiento de independencia en Buenos Aires, y la Junta le proporcionó una pequeña fuerza para ayudar a llevar la revolución a la Banda Oriental.
Ahora el frente político de la Banda Orienta se había roto. Y las divisiones se habían hecho mayores debido a dos importantes factores. En primer lugar, el elevado costo de la administración del país como provincia separada y base española tuvo que sostenerse aumentando los impuestos sobre la propiedad y el comercio. Esto provocó represalias. Una medida financiera en particular provocó un gran resentimiento entre la clase de los estancieros. El gobierno de Montevideo ordenó que todos los estancieros mostraran los títulos de propiedad de sus tierras. Y los que no pudieran hacerlo, tenían que pagar el precio de compra de su finca o ésta era subastada como propiedad real. En segundo lugar, la presión sobre la Banda Oriental aumentó cuando Elío volvió como virrey a principios de 1811. Para reforzar la política financiera dl gobierno, el interior tuvo que ser dominado por las tropas españolas. Ahora la Banda Oriental se dio cuenta precisamente de lo que era: una colonia ocupada. Esto no era autonomía. Y en febrero, con prisa indecente, Elío declaró la guerra a Buenos Aires.